Adiós, y buena suerte.

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Disculpa por enamorarme tan rápido;

por confundirte y ser tan honesto.

Pero no iba a dejar que la vida se esfumara ante mis ojos.

Siempre supe lo que quería, y por eso lo lamento.


Lamento que no hayas sido lo suficientemente seguro para aceptarme.

Que no te hayas conocido a ti mismo, que no supieras lo que sentías.

Lamento que el miedo te haya impedido amarme.

Y que la desconfianza te haya despojado de cualquier salida.


Lo lamento, porque yo también he sufrido.

Mas no dejé que me afectara.

Entendía lo que habías vivido.

Y esperaba que lo superaras.


Adiós; aprendí algo de ti, pero ya no quiero verte.

Ojalá algún día crezcas, te deseo buena suerte.

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