Tragedia Veraniega

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¿Recuerdas aquel verano?

Yo sí...


La playa atiborrada de personas,

tus besos alterando mis hormonas.

Odiaba el calor, pero tus abrazos me daban confort.

Era gracioso cómo podías darle vuelta a una situación.


Comíamos helado y sonreíamos.

¿Cuándo fue la última vez que me sentí tan feliz?

Estaba seguro que por siempre nos amaríamos.


La puesta del sol acompañaba mi llanto;

eran lágrimas de alegría;

lloraba por el dulce sabor de tu encanto.


La vida es tan difícil... 

Y tú la hacías ver tan fácil...


¿En serio eras real o sólo una alucinación?

Hasta el día de hoy aún me persigue aquella cuestión.


La noche llegó, dándole bienvenida a la luna.

El nivel del mar subió, dejándome sin posibilidad alguna.


Arrasó con todo...

La puerta; las torres; las velas;

la majestuosidad de nuestro castillo de arena.

Y también contigo...

Las feroces aguas me impusieron ese castigo.


Así como vino, se fue,

tan fugaz como el resplandor de una estrella cuando la ves.


Un destino fatídico.

¿Realidad o la efímera aventura en un plano onírico?


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