Extra: Una misión mas

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Narrador

Decía una gran frase célebre: el aburrimiento es el peor enemigo del hombre.

¿Cómo comprobarlo? Simple, tan solo ver como Jason tiene tomado del cuello a Damian con un cuchillo amenazando con cortar su garganta, mientras que Dick y Tim son atados juntos a unas sillas mientras la hija del comisionario observa todo cómodamente desde el sofá es la gran prueba de eso.

—¿Creíste que no sabría quien era el traidor entre nosotros? — susurra al oído del pequeño ―Sabía que tu eras el traidor desde el primer momento que la luz se apagó.

El pequeño se río en su cara, con esa tan sonora y egocéntrica risa maliciosa que representa completamente al mal puro.

—Tengo que admitir que, de todos ustedes, fueras tú quien dudara de mi perfecta actuación — ahora le dedica una mirada que era una burla total al mercenario —después de todo, esta victoria fue gracias a Grayson quien confió en mi hasta el final.

—Damian, ¿Cómo pudiste hacerle esto a tu hermano mayor? —pregunta Dick casi al borde de las lagrimas al ser engañado por su querido y adorable hermano menor.

—Al menos no fuiste tú la primera víctima... —reprocha el detective por excelencia que igualmente se encuentra en la misma situación que el acróbata.

Aquellos dos estaban por iniciar una típica pelea sino fuera por la pelirroja que los separó a ambos de un tirón.

—Basta ustedes dos, no son niños pequeños para que estén comportándose así —piensa un segundo lo dicho y mira a Damian —bueno, al menos Jason no lo es.

—¡No soy un niño! —exclama furioso el pequeño de la familia.

—Claro —dijeron todos los presentes al mismo tiempo con un obvio tono de sarcasmo.

Ante esto, furioso, el chico se zafa bruscamente del agarre que la chica mantenía sobre él.

—¡Estoy cansado que me miren como un simple niño pequeño! ¡No lo soy! —les grita, apretando sus puños hasta notar como sus nudillos se comenzaban a tornar blancos como la nieve.

—Disculpa, ¿no eres tú el mismo chico que mide menos de un metro cincuenta con tan solo trece años? —dice Tim, a lo que todos rieron por lo dicho, aunque a Damian no le hizo mucha gracia.

Eso es lo que el menor de los Wayne odiaba, que lo subestimaran por como lucía, no prestaban atención a todo lo que es capaz y puede lograr hacer.

Pero cree que intentar hacer ver eso a los chicos que tiene en frente es como intentar enseñarle a un pez a contar: es imposible.

—Los odio a cada uno de ustedes.

Dicho y hecho, con esas palabras se dio la vuelta y se marchó seguramente a su cuarto.

—Oh bueno —Jason toma asiento en uno de los cómodos sofás mientras mira su celular —¿Qué vamos a pedir para cenar?

—¡Pizza! —grita Dick.

—¡Pollo frito! —le sigue Barbara.

—¡Hamburguesas! —termina Tim

—Muy bien —dice el mercenario ordenando en su teléfono —alitas de pollo será.

Batcave, 2:30 p.m.

No es sorpresa alguna que Batman llame a sus muchachos a horas tan tardes de la noche por alguna misión que haya surgido, solo que los ayudantes del murciélago no se esperaban que fuera un sábado por la noche.

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