AMIR.
Llegamos a casa después de horas de viaje. No hace más de una hora y media que Shagen y Ranish se regresaron a su respectiva casa. Apenas pisamos tierra la seriedad de Rhani cambio de un momento a otro. Mas callada, mas distraída, casi ni me mirada, está completamente ausente.
Extiendo mi mano para ayudarla salir del auto, pero ella la ignora, camina a pasos rápidos a la entrada, cierro la puerta del auto y voy tras ella. Me adentro a la casa, pero unos fuertes gritos se escuchan en la mansión. La voz venia de la plata de arriba, una vez más Asim y Perla estaban discutiendo, pero lo más doloroso de todo esto es que Rhania estaba parada en el umbral de la escalera. Esta de espaldas a mí, callada, temblorosa, tensa. Me acerco a mi mujer, la abrazo por detrás, la tensión se intensifica, ella se voltea y me golpea el pecho con fuerza antes de reposar su frente en mi pecho y sollozar.
-Todo esto es tu culpa- vuelve a golpear mi pecho pero con menos fuerza.
-No te metas en su matrimonio Rhania, no es de nuestra incumbencia- respondo con seriedad, ella se separa de mí, empujándome de su lado. Sus ojos cafés me miran tristes y enojados.
-Te odio, te odio así como te amo Amir- ella se da media vuelta y empieza a subir las escaleras, dirigiéndose en silencio hacia nuestra habitación.
La veo desaparecer en las escaleras, una puntada de dolor se instala en mi pecho- quien soy yo para entrometerme en la vida de mis hijos, ellos cosecha lo que siembran- murmuro a la nada. Era consciente que en el matrimonio de mis hijas es gran parte era mi culpa, pero Asim, Asim es un hombre maduro, sus errores los paga por si solos, él está casado, y su deber en su matrimonio es mantener su casa en paz. Pero lo único que le ha dado a esa pobre muchacha, son dolores de cabeza y soportar su impulsiva actitud. En gran parte me prometí no interponerme en la relación de Asim, a tan solo que se amerite de mi intervención.
Me encamino a mi despacho, tomo el teléfono de mi bolsillo y marco al Emir Selim, mi yerno. Dos repiques, solo dos cuando él contesta.
-Buenas noches Selim, solo quería preguntar cómo está mi hija, y cuando puedo ir a visitarla- el hombre se aclara la voz.
-Amira está bien, gracia Alláh... por los momentos decidí llevarla de viaje para distraerla, partiremos mañana por la mañana, así que no les aseguro que la vean dentro de un mes, o quizás hasta más.
-Por qué creo que estas evitando que la veamos, que me estas ocultando Selim.
-No les oculto nada, ni evito nada, a la final ustedes son su familia, pero mi esposa tiene que adaptarse a mi, soy su esposo, ella tiene que aprender a que yo puedo ayudarla de igual manera como ustedes lo hacen.
-Lo que creo es que la estas encerrando en tu jaula de oro, en que solo la quieres para ti Selim, pero te recuerdo que Amira no es una mujer a la que se le puede encerrar, que no se te olvide eso.
-Amir...
-Mi hija es una pieza única que no cualquiera posee, no hagas que se te pierda, porque quizás para la próxima no la halles. Me preocupo por ella, es mi hija y seguirá siendo mi hija, y si Amira me lo pidiera, yo la ayudaría a darle fin a su matrimonio contigo, no me importaría llevarme a quien sea y pasar contra quien sea para ayudarla.
-Incluso contra mí- dice enojado.
-Incluso contra ti...
***
Me adentro a la habitación, ya Rhania esta acostada a su lado de la cama. En mi mano llevaba una rosa roja, cada noche cuando nos acostábamos, le regalaba una, símbolo de lo mucho que la amo y la aprecio. Simbolo de un nuevo comienzo en nuestra vida.
Me quito la ropa y me coloco el pijama, me acuesto a su lado con la rosa en mano, ella está de espalda hacia mí, pero de igual forma me acerco a ella, pegando mi pecho a su espalda, y dejándole la rosa roja en la palma que reposa cerca de su rostro. Ello no dice nada, solo se mantiene aislada de todo, su vista esta ida en un punto fijo de la ventana.
La tristeza llega a mí como un frio balde de agua, su reacción no es la misma, no como muchas veces cuando discutíamos y me perdonaba cuando le daba una flor. Esta vez no se voltio hasta a mí. Su mano apretó la rosa hasta volverla añico y la dejo caer al suelo, haciendo un ruido sordo.
-Rhania...
-Esta vez no pienso perdonarte más Amir- ella se levanta de la cama, toma su almohada si mirarme, se encamina a la puerta, yo con rapidez me levanto y la tomo de la cintura, ella se queja y trata de zafarse de mi agarre, pero yo una vez más evito que se me escape.
La acuesto en la cama, ejerciendo un poco de fuerza la tomo de las muñecas y la coloco a cada lado de su cabeza. Acerco mi rostro al suyo, reposo mi frente junto a la de ella.
-No hagas más difícil esto Rhania, no arruines lo que por mucho nos ha costado construir.
Sus ojos me miran brillosos, lleno de desespero, una tristeza inmensa en su corazón- crees que a mí se me ha olvidado la muerte de mi hija, de que ella este tres metros bajo tierra fue tu culpa, y lo que ahora pase con mis hijos también lo es- su voz sale quebrada.
-Por qué sacas eso hasta ahora Rhania... creí que ya lo habías superado, prometimos dejar todo atrás, pero por lo visto tu aun no has podido guardar ese recuerdo en el pasado- silencio- me culpas por lo de Asim cuando el único culpable es él. Me culpas por lo de Ranish cuando ella sabía que él amaba a su hermana, ella pudo haber evitado casarse con él, pero de igual forma lo hizo. Lo de Amira lo admito, yo acepte ese compromiso y la obligue a casarse con Selim, pero ambos sabemos que aunque el Emir no nos deje verla ella se encuentra bien por el simple hecho de que el hombre la adora, la idolatra, de que es la joya más bella que posee y teme que se la roben, somos consiente de todo eso Rhania, no metas a otros en nuestro matrimonio, ya nos encargamos de la crianza de nuestros hijos, cada uno está bien grande para tomar sus propias decisiones y nosotros solo nos queda ayudarlos cuando lo necesiten.
-Perdóname...- susurra casi en un hilo de voz.
-Siempre te he perdonado, siempre lo hare... así me apuñales en la espalda un millón de veces- respondo con suavidad- perdóname tu a mí por no ser el hombre y el esposo perfecto para ti.
Ella niega con una pequeña sonrisa- siempre serás mi hermoso príncipe de ensueño- beso su mejilla- tu mi gran amor- beso su otra mejilla- el hombre que amo y amare- beso su nariz- hasta resto de mis días- beso sus labios, incapaz de soportar el dolor que se aferra en mí. Ella es mi mayor consuelo, la única mujer que amo y amere hasta mi último respiro- siempre estaré Sumisa a tus deseos...
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JAMILATI " SAGA AMOR EN EL DESIERTO"
Romansa"ÁMAME POR SER YO, Y NO LA SOMBRA DE MI HERMANA" Que importaba lo que hiciera una persona para olvidar a la mujer que ama, con el tiempo se supera mas no se olvida. Difícil fue para Ranish saber que el hombre que ama y con el que ahora estaba casada...