CAPITULO 23

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Los altos edificios pasan frente a mí, regresar a Riad solo hace llegar nuevamente los recuerdos, es como si no pudiéramos desprendernos del pasado, es bastante agobiante.

-Por qué esa cara, deberías estar feliz porque veras a tu hermana- murmura Shagen, su vista está a en las calles abarrotadas de personas y autos.

-Crees que me hace feliz estar con la mujer que estuvo a punto de arrebatarme el marido, de verdad no me da mucha gracia- respondo con seriedad.

-No le eches la culpa a tu hermana, entiendo que te enojes conmigo pero no con ella, se te olvida que es tu propia sangre y carne.

-Eso no le quita lo...-niego- aún no se lo perdono.

-Creo que sería bueno que ella supiera su aversión hacia ella, no es bueno que mantengas ese rencor en tu corazón, hasta que ambos no dejemos ir el pasado jamás podremos ser felices Nish, la verdad yo quiero que esto funcione no es tanto por apariencia si no porque realmente ambos nos merecemos ser felices y yo quiero serlo contigo.

-Acaso me negaras que no sentiras absolutamente nada cuando veas a Amira- lo miro, el me mira de reojo, suelta un suspiro pesado.

-No lo negare, porque a pesar de todo no se puede olvidar algo de la noche a la mañana, ella tiene un lugar en mi vida y aun que quiera sacarla para así poder estar bien contigo no podría, ante que todo ella siempre tendrá un lugar en mi corazón. Lo lamento Nish pero hasta que no dejemos esto atrás siempre seguirá.

-Bien...- vuelvo mi vista a la ventana del auto, no hace falta tan solo unos minutos para llegar al palacio del Emir Selim Salman Al Gala.

No se trata de dignidad, se trata de superar y comenzar, no se trata de ser egoísta y masoquista, se trata de enfrentarse a los obstáculos si se quiere obtener lo que se desea.

No es fácil olvidar un amor que desde el principio ha estado allí por años.

Muerdo mi labio inferior, bajo del auto y ambos subimos por las escalerillas de la entrada al palacio Jade. Todo es de ensueño, la última vez que estuve aquí fue el día de la boda de Amira, y por un momento sentí pena por ella, por el simple hecho de que estaría viviendo bajo un lugar que nunca ha conocido, con personas extrañas para ella.

Entramos en la fortaleza imperial, con años de antigüedad. Más de veinte sirvientes nos recibían en la sala de entrada, al fondo dos figuras esperaban.

Cuando estamos lo suficiente cerca, el rostro de mi hermana se hace más visible. Me tenso cuando sus ojos miran a Shagen pero con rapidez se desvían hacia mí. Ella sonríe con melancolía, llevaba puesto un hermoso abaya azul turquesa con bellas flores bordadas con hilos de plata. Su cabello estaba envuelto en un Hiyab blanco junto un bindi que lleva una hermosa piedra azul claro adornando su frente.

-Hermana, es un gusto volver a verte- ella se acerca a mí y me abraza. Mi corazón golpea con fuerza contra mi pecho, y por un momento tuve ganas de alejarla de mí, pero ella beso mi mejilla y me apretujo más a ella, sacándome una sonrisa. Siempre cuando teníamos días sin vernos solíamos abrazarnos como si no hubiese un mañana. Rodeo su cuerpo con cariño, recordando los buenos tiempos con ella. Es mi hermana, y aun que quiera odiarla no podría- no sabes lo mucho que te he extrañado Nish.

-Y yo a ti Ami- murmuro casi en un hilo de voz, nos separamos un poco, ella acuna mi rostro y besa mi frente, siempre ha sido su manía.

-Habibi, mi otra alma, no sabes la dicha que siento de verte- muerdo mi mejilla interna.

-Igual digo hermana mía- le sonrió de lado.

-Es un gusto volver a verte cuñada- mis ojos van hacia el hombre que está detrás de Amira. Aun puedo recordar la primera vez que lo conocí, creyó que era mi hermana. En si el hombre es imponente, tiene una gran estatura incluso es mucho más alto que Shagen, de tez morena, ojos caramelos y una seriedad que incluso daba miedo, el hombre en si está lleno de músculos, haciéndolo parecer un alfa que no está dispuesto a que lo desobedezcan.

Pero a diferencia de mí, Amira es una chica de carácter fuerte aunque no lo parezca. Padre siempre vive elogiando a Amira por su gran intelectualidad y disciplina. Ella es como una hermosa cobra elegante que solo pica cuando se ve cautiva.

Dudo mucho que se deje dominar por la monarquía ni mucho menos por el hombre que esta junto a ella.

-Shagen, me alegro verte, espero que estés muy bien- mi marido solo asiente, sus ojos están muy fijos en Selim, pero este segundo tiene sus ojos puestos en su esposa, quien sonríe como si fuese el mejor día de su vida.

¡Este día seria duro!

***

Todos estamos sentados en la mesa del comedor, padre en una esquina y madre a su lado, yo estoy en la otra esquina y Shagen a mi lado, la Jequesa Hisu está sentada al lado de Selim al igual que mi hermana, también están las demás jequesas Latifa y Verona, junto con el príncipe Suliman y Ahmmed.

Como con entusiasmo el rico mus de chocolate pero he estado atenta a como mi marido le da algunos vistazos a mi hermana, pero ella sigue acariciándose el vientre distraídamente. Por como entraron a la sala del comedor ella no tenía un rostro sonriente como cuando nos recibió, algo había pasado entre ellos porque incluso a Selim se le podía ver la preocupación.

-Y cómo has estado querida- pregunta Hisu. Todos miramos a mi hermana con ojos curiosos.

-Muy bien gracias Alláh- responde mi hermana tensa. Por la forma en que ambas se tratan es muy obvio que no son del todo amigas.

-Es bueno saberlo...- murmura la mujer, una sonrisa hipócrita aparece en su rostro. Selim fija su mirada en padre quien lo mira con el ceño fruncido.

-Hoy tenemos algo muy importante que decirles- habla Selim, todos miramos al hombre, madre se remueve nerviosamente.

-Que noticia...- pregunta mamá, ella mira a Selim como si lo que fuese a decir fuera malo.

-Estoy...- murmura Amira pero Selim no la deja terminar.

-Amira y yo estamos esperando un hijo- aquella confesión fue un golpe bajo para mí. Mi hermana estaba embarazada, y yo que llevaba más tiempo casada aun no lo estaba. Me sentí mal, me sentí decepcionada de mi misma por mi incapacitad de procrear.

Yo quería un hijo, yo quería saber que es tener un bebé en mi vientre. Pero con toda esta situación que está pasando entre Shagen y yo, quizás se retrase un poco la llegada de uno más en la familia.

Todos felicitan a mi hermana, incluso yo con el corazón hecho un nudo lo hago y con un poquito de felicidad le doy buenas bendiciones para ella y su bebé.

Pero que podía hacer, la envidia me carcomia, era tan malo desear tener una familia de verdad, era tan malo querer un esposo amoroso y un bebé entre mis brazos, era malo envidiar a mi hermana por tener lo que siempre he querido.

No lo sé... pero luchare hasta el final, sin importar a quien llevarme por el camino. Quiero tener una familia, quiero vivir entre amor y alegría, quiero demostrarme que soy mucho mejor que Amira.

Envidia, maldita envidia que carcome los cuerpos, pero como no envidiar lo que siempre se ha anhelado con fervor.

JAMILATI " SAGA AMOR EN EL DESIERTO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora