Él no puede ver; mi trabajo -castigo- era leerle. La ironía es que fue precisamente él quien me hizo ver a mí. Yo había sido un ciego toda mi vida, sin ver lo realmente importante. Con el tiempo aprendí que era él quien me leía a mí, que realmente podía verme como nadie más hacía y para eso no necesitaba sus ojos. Él me enseñó que para el amor no hay límites, que conoce cualquier idioma y lenguaje. Y siempre llega a tiempo. Aprendí, con él, lo que me gusta llamar Amor en Braille. O, quizá, es simplemente Amor. (RECOMENDACIÓN: Leer antes "Enamorándome del nerd") Créditos por la portada: Jack Art
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