Capítulo XVII

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-Gracias por hacer un espacio para mi- dijo Myrill en cuanto tomé asiento frente a ella en una mesa que habían levantado en los jardines del palacio solo para esta ocasión.

No tenía que leer su mente para saber que se encontraba nerviosa. Al estar rodeadas de capullos florales cuando se suponía que estos ya se habían abierto, lo demostraba.

-Si no te calmas vas a arruinar mis plantas- le respondí.

De inmediato una sirvienta nos trajo el té y le sirvió a cada una para después desaparecer. Sabía que estaba lo bastante lejos para no escuchar nuestra conversación, pero lo bastante cerca para volver rápidamente si la llamábamos.

-¿Qué necesitas?

Era una de las pocas personas que a las que le hacía esa pregunta. Generalmente no me interesaban los apuros de los demás, pero a pesar de no llevar mi sangre, consideraba a la duquesa del sur parte de mi familia. Si ella hubiese sido mi hermana y no Elise, las cosas serían muy distintas, intuía que para bien. Pero de nada me servía fantasear con cosas que no podían cambiarse.

-Shadyc me envió una carta- murmuró con derrota, como si fuese a enfadarme por ello. En realidad me alegraba que se mantuvieran en contacto, eso abría la posibilidad de una reconciliación y con ello, la estabilidad entre Valheu y Everuna.

Asentí en comprensión, animándola a continuar. Resopló desviando la mirada hacia donde algunos soldados entrenaban y los sirvientes atendían el mantenimiento del castillo.

Por respeto, mantuve mi fuente bajo control, pero deseaba saber si se estaba visualizando dirigiendo su propio reino.

-La adjuntó con una invitación al Día del Tributo.

Oculté mi sonrisa. Ese era una ocasión especial en que los ciudadanos de Everuna daban gracias a su amplio repertorio de dioses por todo lo que habían recibido.

Si Shadyc la quería ahí, muy seguramente ofrecería un tributo en agradecimiento por su relación con Myrill, por más complicada que ésta fuese.

Hasta cierto punto envidiaba las oportunidades que la duquesa tenía para si. Ella podría casarse, gobernar y formar una tradicional familia.

Lo único que yo aspiraba en ese aspecto era que un montón de bárbaros pelearán por la posibilidad de darle herederos a Valheu.

Me pregunté si, dado que planeaba cambiar muchos aspectos de la cultura de mi tierra, también podría abolir la ley que impedía que hubiese dos monarcas.

No era algo fácil, probablemente me costará toda una vida lograrlo, pero por lo menos mis hijos tendrían más opciones y eso es justo lo que siempre he querido conseguir para todos los valheumitas.

-Le dije que no iría sola y me prometió mandar una invitación para  la Casa Real- junto las manos debajo de su barbilla, implorando. –Sé cuan ocupada estás, pero te necesito. ¿Podrías acompañarme, por favor?

Alce mi taza de té, bebiendo de ella para tener una excusa de contestar.

Me era desagradable que se tomara tantas libertades como para manipular mis actividades, pero sabía cuan desesperada estaba Myrill. Además, si asistía podía asegurarme de que ambos arreglaran sus diferencias. O más bien, que ella cediera a la propuesta de Shadyc.

Fuera de ahí, ¿de que más podría sacar provecho? Era demasiado arriesgado aventurarme a sacar de en medio a Daeva, la princesa de Everuna, en su propio palacio para asegurarme de que Estarían estuviera disponible.

Por otro lado, si estaba presente en esos rituales sagrados quizá descrubiera cuales eran los secretos de los everuns.

Pasé mi vista por la cara compungida de Myrill, parecía que tenía dolor de estómago, pero solo eran los nervios atormentándola. Asentí lentamente, accediendo a su petición. Exhaló todo el aire que había retenido y su rostro cambió totalmente a uno de felicidad. Era tan fácil mantenerla contenta.

-Puedo pedir a mis sirvientes que nos hagan dos trajes típicos de Everuna, así no llamaremos la atención durante la ceremonia.

-Es una excelente idea- acordé bajando mi taza de té de vuelta a su plato.

Si comenzaba a usar la ropa de esa tierra, quizá se acostumbrara a las demás tradiciones y finalmente aceptase casarse con Shadyc.

Intuía que antes de ir, debía exponerle mis otros motivos por los que había aceptado tan fácilmente. No quería que se diera lugar a malentendidos entre nosotras.

-¿Sabías que la princesa Daeva va a casarse con el príncipe Essrian?

Comenzó a toser cuando se atragantó con su bebida. Toqué su mano, aflojando los músculos de su garganta para que tanto el líquido como el aire pudieran pasar fácilmente.

-¿Ahora Everuna confabula con Galicia?- preguntó con enfado, intuía que este iba dirigido hacia Shadyc por haberle ocultado esa información.

-Esa unión no va a llevarse a cabo- declaré con la mirada puesta fija en un punto lejano.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque no voy a permitirlo.

CORONA DE VALHEUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora