Capítulo VI

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-¿Por qué estás tan nerviosa?- le pregunté a mi madre cuando uno de sus pensamientos aterrizó en mi mente. Usualmente ella mantenía sus barreras arriba, pero esta vez estaba tan inquieta que lo había pasado por alto. Aunque trataba de darle la mayor privacidad posible, no podía evitar oír su mente cuando parecía irradiar demasiada energía.

-No es nada- sonrió desviando la mirada. –¿Por qué Cálfen no ha venido con nosotras?- dijo mirando el lugar vacío delante nuestro.

Ahora fue mi turno de desviar la mirada. Después de nuestro desafortunado encuentro en el Parlamento, se había mantenido alejado de mi. Aún no podía decidir si eso me producía satisfacción o incomodidad.

-Tal vez ha tenido suficiente de nuestra compañía y quiera estar solo.

Mi madre no se tragó mi excusa y me miró directo al rostro, haciendo que yo hiciera lo mismo. Podía ver la decepción en sus ojos.

-Se bueno con él- me pidió con amabilidad. Había pocas cosas que mi madre me pedía, pues todo el reino estaba a su disposición, pero resultaba que cuando lo hacía, siempre eran cosas arduas para mí.

-Es difícil serlo si lo único que hace es tratarme como a una niña.

-Quiso mucho al rey, solo está tratando de llenar el vacío que su muerte ha dejado en ti.

Sin poder evitarlo, se escapó un sonido de burla de mis labios. Fingí una tos para encubrirlo pero aún así no pasó desapercibido por mi madre.

-Te aseguro que lo último que me ha dejado la muerte del rey es un vacío.

Sonrió ante aquello, creyendo que se trataba de fuerza cuando en realidad me era indiferente. No fue un buen rey, y mucho menos un buen padre.

-Estoy muy orgullosa de ti, cariño. Verte con esa corona me hace estar feliz de haber hecho tanto por ti.

-Espero que no hayas tenido que hacer mucho- dije recargando mi cabeza en su hombro, sin importar si me despeinaba un poco, aunque sostuve mi corona con una mano para que no fuese a caerse.

-Solo lo necesario- contesto dándome unas palmadas en la mano y después me enderezó para que dejara de desarreglarme, quitó unos cuantos mechones de mi rostro y los sostuvo detrás de mis oídos.

A mi madre siempre le había importado demasiado la imagen que daba ante los demás y agradecía que estuviera ahí para asesorarme. Sin ella, el poco respeto que tenía de mi pueblo sería inexistente. La ayuda de mi madre había sido crucial para lograr ser coronada.

No podía imaginar que hubiera pasado con Valheu si no hubiese nadie en el trono. Intuía que sería reducido a cenizas por Galicia si es que no nos sometíamos a ellos como el resto del continente.

-¿Por qué no nos acompañó Elise?

-Aun no ha terminado su educación- contesté. –Ademas, dudo que quiera debutar en la alta sociedad en un evento caritativo.

Todo el entorno podría ponerla aún más susceptible a enfadarse. Ver aquellos rostros hambrientos de algo más que comida, el pueblo quería libertad, y eso era justo lo que pretendía darles. Sólo tenía que lidiar con el Parlamento, pero ya había comenzado a desintegrarlo. Aunque auntes de culminar debía de hacer amistades con otras personas influyentes que ocuparan esos lugares. Es por eso que ahora nos dirigimos hacia el sur, a la tierra de la duquesa Myrill, una vieja amiga.

Ella amaba los eventos caritativos y mayormente se ocupaba de organizarlos con la ayuda de mi madre, aunque ese trabajo debía hacerlo una princesa, pero Elise aún tenía un largo camino que recorrer. Además, la fiesta era de gran ayuda para que los nobles salieran de sus escondites y volvieran a sus labores.

CORONA DE VALHEUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora