Me había aprendido de memoria esas coordenadas, y verlas a través de los ojos de Siiri solo las había refrescado en mi mente. Sin embargo, a pesar de que sabía la dirección exacta, mi sangre normal me impedía dar con la fuente.
Así que en lugar de intentar en vano llegar al lugar, empujé mi fuente más allá de lo que podía soportar, buscando entre las mentes de los valheumitas la de Elise.
Escuché la desesperación, la ira y la tristeza provocadas por la reciente batalla. Vagué por todas ellas, experimentando sus pesares hasta que la encontré.
Apenas era capaz de contener el gozo dentro de sí por haber resultado victoriosa en cada uno de sus planes. Desde que Almera fue a verla en la empobrecida villa, revelándole que era hija del rey, y que este había sido asesinado por su amante, todos sus deseos comenzaron a volverse realidad.
Y ahora, el último de ellos se vería llevado a cabo.
Tiré del lazo en su mente, transportandome hasta su ubicación, justo frente a ella. Ambas caímos hacia atrás, rodando por el suelo al estar yendo cuesta arriba por una montaña.
Elise se aferró a una roca y yo me aferre a ella, deteniendo la caída.
-¿Qué haces aquí?- gritó golpeando mi mano que la tomaba. Me puse de pie con esfuerzo, intentando no mostrarle cuán débil me encontraba.
-No puedo creer que pensé que podías cambiar- gruñí llena de rabia por sus acciones. –¡No puedo creer que estuve a punto de dar un paso atrás por tí!
Me miró extrañada, sin entender mis palabras. Pero poco me importó, seguí gritando, expulsando todas mis emociones divididas.
Si tan solo le hubiera puesto un alto desde el principio, no hubiera asesinado a tres personas el día de hoy. ¿Qué no estaba harta de la muerte? ¿Por qué seguía mandándole vidas?
-No sé qué haces aquí, pero no voy a dejarte usar mi deseo.
Me reí por sus absurdas palabras. Estaba a punto de revelarle que no había sangre real en mi, cuando volteó mi rostro de un golpe. Me encontraba tan débil que caí hacia el suelo, apenas logrando no volver a rodar. Me estaba volviendo a poner de pie, cuando agarró una piedra a mi lado y la estrelló contra mi frente. El impacto me aturdió, haciéndome ver puntos negros en mi visión. Me costó gran trabajo permanecer consciente.
-Oh- rió tapando su boca en un gesto elegante. –Supongo que no debo dañar el cuerpo que voy a ocupar.
Se quitó de encima mío cuando se dió cuenta que ya no podía continuar. Arrojó la piedra a un lado, satisfecha con la sangre que manchaba mi rostro. Pude sentir que se deleitaba en verme por debajo de ella. Recordaba nuestro primer encuentro, cuando fue tan fácil derrotarla, y ahora ella con dos simples golpes me había inmovilizado. No podía sentirme más débil, más inútil que en ese momento, cando a través de las lágrimas, observé su expresión de suficiencia.
-¿Qué?- susurré.
-Tu misma lo dijiste- se encogió de hombros, ocultando con su indiferencia el rencor que realmente sentía. –Solo puedo ser reina si volvía a nacer. Si me volvía como tú.
Se agachó para agarrar mi mano, y comenzó a arrastrarme.
-Voy a darte la mejor vista de todas.
Me llevó, jalándome del brazo hasta casi dislocarlo, por el resto de la montaña. Un ruido ensordecedor comenzó a aumentar con cada paso pero estaba tratando de esquivar las rocas y cardos que se quedaban aferrados a mi delgado vestido. Después de lo que pareció una eternidad, finalmente me soltó, pero ya no sentía mi brazo izquierdo. No me di cuenta de que había cerrado los ojos hasta que volví a abrirlos.
Nos había llevado a la cima de una cascada. El ruido del agua cayendo hasta golpear el lago en el fondo me impidió escuchar lo que decía. Sin embargo, por la expresión en su rostro y sus ademanes, supuse que se trataba de un discurso, rebajando mi posición y enalteciendo la suya.
Ni siquiera intenté usar la fuente para entrar en su mente y saber de qué hablaba, pues temía, por el cansancio que sentía en mis huesos, haber ido demasiado lejos está vez.
Sin previo aviso, pateó mi rostro, provocando que todo mi cuerpo se girase hasta que logré ver la fuente. Era una pequeña construcción circular, tapada con un metal que parecía resplandecer, tal como los escritores la habían imaginado. Tan ordinaria, y sin embargo, tan divina.
Elise sacó una pequeña daga de su falda y cortó a lo largo de su palma, derramando las gotas de su sangre sobre el material sólido. En un instante, el mundo quedó en silencio. El agua parecía haberse detenido, el aire dejo de soplar. Incluso mí corazón se detuvo a la espera de su deseo.
Elise extendió las manos, gritándolo.
La fuente soltó una ráfaga de poder, que la golpeó en el centro del estómago, mandándola hacia atrás. Intentó recobrar el equilibrio, pero terminó cayendo por la cascada.En ese momento, el mundo siguió su curso mientras el mío se detenía.
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CORONA DE VALHEU
FantasyHabía estado tan motivada a producir un cambio significativo durante mi soberanía, tan impactante que incluso sus beneficios perdurarán por generaciones, pero el tiempo que reinaba había sido muy corto y aunado a ello, muy problemático. Primero tuv...