-Hace semanas reprendí a mi hermana por beber- comenté en voz baja, sintiéndome la peor persona con vida en el mundo.
Recordé aquella ocasión con bastante claridad tomando en cuenta que apenas era consciente de mi. Elise se había derrumbado frente a mis ojos y no había hecho nada que amortiguará su caída. Y en venganza ella había destruido mi palacio.
-¿Entonces por qué lo hace, su Majestad?
Gire el rostro hacia mi lado, encontrando al príncipe Essrian recargado en una de las columnas de mármol. Por un segundo había olvidado que seguía conmigo.
-Porque no quiero pensar en lo que tengo que hacer- respondí bebiendo lo último de mi copa. Me parecía que era la quinta que bebía en el lapso de una hora.
Estaba siento más imprudente de lo que había sido en toda mi vida. Apenas podía creer que mi cuerpo estuviera obedeciendo las incongruencias de mi cerebro.
Al ingresar al palacio de Everuna, anunciaron nuestros nombres, y la familia real vino a darnos la bienvenida, un tanto desconcertados por haber llegado juntos. Myrill, a duras penas había sido persuadida por Shadyc de separarse de mi lado, debido a mi estado actual y a mi letal acompañante. Pero había terminado cediendo, prometiendo volver junto a mi lo antes posible. Mientras tanto me había dispuesto a borrar cualquier pensamiento racional de mi mente con las exquisitas bebidas de Everuna.
Aún quedaba algo de dignidad en mí y me había escabullido de las festividades, escondiéndome en un rincón apartado de los demás. No contaba con que el príncipe Essrian me seguiría hasta aquí.
Seguí con mis ojos la línea de su cicatriz a un costado de su cuello y me imaginé enfrentándome a lo mismo que él, tener que matar a toda mi familia para poseer la corona.
-No creo que pueda hacer lo mismo que tú- le dije recargándome a su lado.
Elise era mi sangre, no podía darle muerte. Pero, si no le ponía un alto, ¿hasta donde sería capaz de llegar? En toda la semana no había ido a visitarme en el hospital, no sabía nada de ella, más que se hospedaba en una posada cerca del castillo esperando que su habitación fuese reconstruida.
La única solución, además de matarla o encerrarla de por vida en un lugar donde no pudiera herir a nadie, era casarla con Esrrian lo antes posible. Así tendría un trono y alguien en quien volcar todos sus sentimientos explosivos. Él era lo bastante fuerte como para soportarla.
-No quieres a la princesa Daeva- le dije girando mi rostro hacia él, tuve que inclinar la cabeza hacia atrás para mirarlo al rostro.
Frunció sus cejas y desee poder leer sus pensamientos.
-¿Por qué está tan segura?
-Porque- dije con un suspiro volviendo mi vista al frente. –Shadyc quiere a Myrill, y desde que la vió entrar no se ha separado de ella.
-Tal vez encuentro más interesante la compañía de una reina ebria.
Sonreí, sintiendo la calidez de la bebida asentarse en mi estómago. Estaba ganando simpatía con él, si seguía así sería más fácil convencerlo de volverlo mi cuñado.
-En lugar de hacer lazos con Everuna podrías hacer lazos con Valheu.
Sentí su mirada caer en mi, y volví a girarme hacia el. A pesar de haber estado conmigo todo este tiempo, había evitado a toda costa mirarme. Y ahora lo hacía con tanta intensidad, como si quisiera grabarse cada una de mis facciones. Traté de poner mi mejor cara, intentando que no se notará mi debilidad y mi ebriedad, pero no creí que estuviera haciendo un gran trabajo, puesto que suspiró, negando con la cabeza.
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CORONA DE VALHEU
FantasyHabía estado tan motivada a producir un cambio significativo durante mi soberanía, tan impactante que incluso sus beneficios perdurarán por generaciones, pero el tiempo que reinaba había sido muy corto y aunado a ello, muy problemático. Primero tuv...