-¿No vas a defenderte?- exigí cuando solo se quedó observándome, conservando ese brillo burlesco en sus facciones.
Dió un paso hacia mi y está vez evité retroceder, lista para cualquiera que fuese su golpe defensivo.
-En realidad, me siento halagado de hacer que su Majestad se rebaje tanto para golpearme- contestó estirando sus labios, haciendo que el corte en estos se abriera aún más. Una gota de sangre resbaló por su barbilla, perdiéndose entre el cuello de su camisa.
La energía crepitaba entre ambos, y no podía decir con seguridad que se trataba de furor.
-Me niego a creer que mataste a toda tu familia por menos pero no eres capaz de responder a mi ataque.
Detuvo su acercamiento, borrando cualquier rastro de risa de sí. Parecía que mis palabras habían llegado más hondo que mis golpes, porque su mirada se volvió oscura.
-¿Eso es lo que quieres probar? ¿Qué soy tan desalmado como me pintan?
Me quedé callada, pero no hubo necesidad de que lo afirmara. En realidad quería probarlo, llevarlo más allá de su límite para convencerme de su salvajismo. Si el demostraba ser igual que los rumores que lo describían, entonces podía deshacerme de mis absurdos y confusos sentimientos hacia él. Su furia probaría que las notas enviadas y su cariño hacia sus bestias no eran más que mentiras, una simple actuación para atraerme y poder incrustarse en mi vida hasta destruirme desde el interior.
Sería aún peor que su padre, pero no me sorprendería. Más bien, anhelaba que así fuera. De lo contrario, no estaba segura de lo que haría.
-Muy bien, su Majestad- extendió su mano hacia mi de forma rápida, tanto que no pude verlo hasta que sus dedos se envolvieron alrededor de mi cuello, sin ejercer presión, pero sosteniéndome firmemente. –Si eso es lo que quiere, estoy a sus órdenes.
Tomé su muñeca con ambas manos, sin quitar mis ojos de los suyos.
-Lo que quiero es la verdad- gruñí sin decoro. Aun la ira no me había abandonado. –¿Por qué te empeñas en acercarte tanto a mí? ¿Son órdenes de tu padre o lo haces por tu propia voluntad para demostrar tu valía como futuro emperador al conquistarnos?
-Me sorprende cuan rápido va su mente y sin embargo, cuan lenta es para comprender- me acercó hacia sí, jalando mi cuerpo por el cuello y me levantó del suelo sin esfuerzo hasta que nuestros rostros estuvieron a la misma altura. Por más que estire mis pies no fui capaz de rozar el suelo. Utilicé mi agarré en su brazo, para impedir que me cortará la respiración. –Tal parece que nunca ha sido cortejada.
Sin necesidad de la fuerza, cualquier suministro de aire fue bloqueado por sus palabras.
Todo mi cuerpo entró en un estado inmóvil, al igual que mi mente. Lo único que podía hacer era observar sus ojos, sin vestigios de mentira.
No supe cuánto tiempo me quedé en esa misma posición, sin respirar siquiera, hasta que observé sus labios moverse.
-¿Asya?
Parpadeé aturdida, dándome cuenta que ya me había dejado en el suelo, y que la mano que rodeaba mi cuello, ahora se mantenía en mi espalda, estabilizándome.
Tenía planes.
Uno de ellos, tal vez él más crucial, era el matrimonio entre Esrrian y Elise. ¿Y ahora osaba confesarme que tenía un interés romántico en mi?
Había un millar de razones por las que nuestra inadmisible unión jamás llegaría a ser. Comenzando con que cada uno tenía sus respectivos reinos que dirigir. Yo misma planeaba ayudarlo para que accediera al trono lo antes posible.
Era totalmente ilógico que estuviera diciéndome aquello. Debí haber escuchado mal.
Negué con la cabeza, apoyando las manos en su pecho para alejarlo de mi, pero se rehusó a apartarse.
-¿Eres consciente de que eso jamás será posible?- pregunté, no solo para él, sino para convencerme a mi misma de ello.
-Hay muchas cosas que se creían imposibles que ahora son una realidad- respondió sin verse afectado ante mi evidente rechazo.
Volví a negar por el positivismo que irradiaba. ¿Cómo podía gustar de mí si apenas nos conocíamos? Ésta sería la cuarta vez que lo viese en persona. A pesar de todas las notas que nos mandamos, me parecía que no era suficiente.
Siempre había creído que el amor de mis padres fue instantáneo, pero después de la cruda realidad que mi madre expresó, era inconcebible basar un sentimiento tan singular sobre la nada.
-¿Por qué me trajiste aquí?- pregunté aún en estado de confusión.
Si no hubiera estado tan alterada con sus palabras, habría hecho la pregunta correcta. La cual respondería a cómo habíamos llegado a Galicia en cuestión de minutos. Sin embargo, estaba más deseosa de conocer sus motivos ocultos.
-Quería probar que confiaba en mi- respondió en un susurro, su aliento acariciando mis sienes. –Antes de depositar mi confianza en usted.
Fruncí el entrecejo, volviéndome a encontrar con su mirada.
-¿Qué gano con tu confianza?- inquirí recelosa y a la vez intrigada por lo que tenía por ofrecer.
-Mi lealtad, su Majestad.
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CORONA DE VALHEU
FantasyHabía estado tan motivada a producir un cambio significativo durante mi soberanía, tan impactante que incluso sus beneficios perdurarán por generaciones, pero el tiempo que reinaba había sido muy corto y aunado a ello, muy problemático. Primero tuv...