Me encontraba en la sala de reuniones, con el Parlamento a mi alrededor, todos los miembros viéndome como si me hubiese vuelto loca.
Probablemente una parte de mi lo estaba.
Cálfen se encontraba a mi lado, que aunque molesto, se mantenía firme sin cuestionar mis decisiones. Era la primera vez y agradecía que fuera en este preciso momento, cuando le comunicaba al Parlamento mis planes sobre restituir la adoración en Valheu.
No podía tomar esta clase de decisiones por mi cuenta, y dado que aún no me había encargado de sustituirlos, tenía que informarles con anterioridad antes de llevar a cabo cualquier acción.
-¿Está al tanto de la lucha que se llevó a cabo para volver laica está tierra?- me preguntó el barón Rodhen, siendo el portavoz de los demás miembros.
Apreté los dientes, tratando de no reaccionar ante su tono de voz tan irritante. Me estaba haciendo quedar como la reina tonta e ingenua que todos creían que era.
-Lo estoy- respondí. -Pero la monarquía siempre ha estado ligada con la teología. Si nos deshacemos de esos principios, todo el sistema se ve afectado. Incluso podría desaparecer.
-Tal vez lo que en verdad teme, su Majestad, es dejar de ser reina. Porque le aseguro que la realeza se mantendrá a fin de seguir siendo parte de la asamblea de los reinos.
Mantuve mi vista clavada en él, recordando que no debía sucumbir de nuevo a la fuente para ponerlos a todos y cada uno de esos miserables en su sitio.Si asesinaba a cada persona que amenazaba mi posición no quedarían más valheumitas pisando esta tierra.
Pude sentir a Cálfen y a mis soldados más allegados irradiar molestia. Me confortaba saber que contaba con su apoyo, y envalentonada, los encaré a todos ellos.
-¿Están atacando mi corona?- pregunté con una sonrisa, mostrando mis dientes. Tuvo el efecto que esperaba, pues se estremeció ligeramente. Antes de responder miró hacia los demás miembros para asegurarse de continuar.
-En absoluto- respondió de manera nerviosa. -Ninguno de nosotros puede reclamar su título.
La sonrisa se me borró del rostro cuando caí en cuenta del verdadero significado detrás de sus palabras. Ellos aún mantenían la creencia de que Elise pudiera reemplazarme. Todos los que estuvieron apoyándola para que accediera a enfrentarme en un duelo con ella, aún persistían en su idea de destituirme.
Vino a mi memoria el evento que ella organizó, se aseguró de invitar a todas las personas influyentes en el reino y estuvo llenando sus cabezas con su deseo de gobernar. Seguramente endulzó sus oídos, prometiendo ser indulgente con ellos si tenía el poder.
Yo intentaba crear un cambio en Valheu que beneficiará a todos. Y ella prometía continuar con las injusticias, siempre y cuando ella se viera beneficiada.
Me puse de pie, dando por terminada la reunión.
-Sé hará un comunicado en todos los clanes, el pueblo decidirá si desea permanecer sin doctrina o quiere restablecerla.
Dejé la sala con pasos apresurados, mis guardias y Cálfen tuvieron que caminar de prisa para poder alcanzarme.
-Estuviste muy bien- me felicitó mi consejero. -Pero sigo creyendo que está no es la decisión correcta. ¿Realmente esperas que la fe salve a Valheu de Galicia?
Asentí sin querer entrar en detalles con él. Necesitaría todo un día para comunicarle todos mis planes y juntar todas las piezas para brindarle un panorama completo de lo que esperaba hacer.
-¿Investigaste lo que ordené?
-Si, ¿quieres que ahora te...
-No- respondí cortandolo. -Tengo algo que hacer.
Sin decir o esperar a nadie, me transporté a la habitación de mi hermana. Se suponía que a esta hora debía estar en sus lecciones, pero la encontré rodeada de seis jóvenes, por su aspecto podría decir que provenían de familias con prestigio.
En cuanto Elise me vió, dejó de reír para ponerme esa cara fruncida como si hubiera olido algo podrido.
-¿No te enseñaron a tocar?- dijo de manera mordaz a lo que sus acompañantes rieron.
En lugar de sentir la fuente recorrerme, sentí una inmensa furia. Por un segundo se me nublo la visión por la cólera contenida.
Le había sido notificado que no podía ingresar a nadie al castillo sin mi permiso. Y encima osaba burlarse de mi frente a estas personas, denigrándome.
Dudaba mucho que la visión de la pequeña Sacerdotisa fuera a cumplirse, yo estaba a punto de matarla.
-Fuera de aquí- dije en voz, que aunque baja, estaba cargada de furia.
Sus burlas cesaron y rápidamente salieron de la habitación haciendo torpes reverencias.
-¿Con qué derecho corres a mis invitadas?- gritó, poniéndose de pie y caminando hacia mi.
No dejé que terminara de avanzar y me aparecí delante suyo, tomándola por el cuello, arrastrándola hacia atrás hasta que chocó con la pared que comenzó a agrietarse por la fuerza con la que la sostenía.
-Pues veras- dije entre jadeos. -Resulta que soy la reina de esta nación y este es mi palacio.
De inmediato trató de poner resistencia, pero era mucho más fuerte que ella. Me pregunté cómo se suponía que planeaba matarme, si enfrentarme no resultaría y era bastante estúpida como para idear un complot.
Aun no se daba cuenta de que lo único que los nobles estaban haciendo con ella era manejarla a su antojo.
-Esta corona significa que todos en Valheu me deben honra, incluyéndote. Y si no estás dispuesta a hacerlo, más vale que te marches antes de que...
-¿Qué?- rugió con brutalidad. -¿Vas a matarme?- se burló. -Si eso quisieras ya lo habrías hecho.
Había tenido tantas oportunidades de acabar con su vida. Incluso ahora podía ponerle fin y sin embargo, no era capaz de ello.
La arrojé al suelo, molesta por no tener el coraje de hacerlo.
-Tal vez solo espero el momento oportuno.
Rió, tratando de recuperar el aire que había perdido y se puso de pie con bastante facilidad tomando en cuenta que había roto una pared con su cuerpo.
-Adelante- dijo extendiendo los brazos, invitándome a atacarla. Cuando vio que no me moví de mi lugar, escupió en el suelo con desprecio. -No deberías soltar amenazas si no piensas cumplirlas, hermanita.
Se dirigió hacia mi con esa risa que me hervía la sangre. Sus ojos dorados me miraban con malicia.
-En cambio yo si pretendo cumplir esta- puso una mano en mi hombro, acercándome con brusquedad hacia sí y susurró en mi oído. -Te mataré.
A pesar de la seriedad de su amenaza, me reí en su cara. Pude notar como hervía en cólera por mis burlas.
-Voy a quitarte esa corona- prometió con la mandíbula tan apretada que apenas fui capaz de entenderle.
En parte, estaba furiosa y a su vez, sentía compasión por ella. Jamás lograría llevar a cabo sus promesas, ni en un millón de años.
-Para reinar tendrías que ser yo- le susurré en el mismo tono que ella había usado. -Y no eres más que escoria real.
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CORONA DE VALHEU
FantasyHabía estado tan motivada a producir un cambio significativo durante mi soberanía, tan impactante que incluso sus beneficios perdurarán por generaciones, pero el tiempo que reinaba había sido muy corto y aunado a ello, muy problemático. Primero tuv...