Aparecí delante de un ancestral árbol corylus. Alcé la vista hacia sus ramas bajas y colgando de estas había pequeños frutos secos que hacían un relájate sonido cuando el viento los mecía.
Mire alrededor, pero todo lo que había era vegetación. Conocía a la perfección cada rincón de Valheu pero solo a través de mapas, nunca había estado tan lejos de la zona próspera de mi reino.
Comencé a caminar, notando que era mucho más fácil moverme con las prendas de la servidumbre, cuando escuché un ruido provenir del árbol. Cayó una cesta de las ramas, llena de su fruto, y la presidió una pequeña niña.
-Temía que vinieras- dijo a la vez que tanteaba el suelo en busca de su canasta. La agarré y le puse en sus manos. La tomo con una mueca que la hacia verse adorable.
-¿Has venido tu sola?- le pregunté sin saber cómo guiarla. ¿Debía tomarle la mano o empujarla suavemente por la espalda?
-Anila, ¿estás lista?- entre los matorrales salió un joven campesino con varios conejos muertos colgando de su cinturón.
En cuanto me vió cerca de la sacerdotisa, se acercó corriendo a nosotras y me agarró violentamente del cuello de mi vestido.
-¿Quién es usted?
-¡No le hagas daño!- gritó la pequeña, agarrando mi cadera, tratando de apartarme de él. Me di cuenta de que se estaba dirigiendo a mi a pesar de que él se aferraba con sus sucias manos a mí vestido.
Empujé su pecho, mandándolo hacia el suelo, pero sin provocarle heridas graves.
-¿Estás bien?- susurró, esta vez hablándole a él.
Suspiré irritada, pero feliz de que la Sacerdotisa hubiese dado conmigo tan pronto. Esperaba tardar mucho más tiempo en encontrarla, pero había sido tan fácil. Podía adiviar que planificó su salida casi a la perfección, de no ser por el campesino agresivo.
-Si- se puso de pie con el orgullo herido. –¿La conoces?
-Somos cercanas- respondí antes de que ella revelará mi identidad. Ya había corrido con la suerte de que no me reconociera a simple vista, no necesitaba darle más oportunidades de hacerlo. –Tengo que hablar con ella.
El joven la miró, esperando una confirmación de parte de la pequeña. Sentí que pasó una eternidad hasta que susurró una afirmación.
-Tienes cinco minutos- dijo apuntándome al rostro.
Fruncí el ceño ante su descaro, pero dejé que se marchara impune.
-¿Quién era él?
-Aruis Rysthia. No entres en su mente- me advirtió sentándose en el suelo. No me quedó más remedio que obedecerle y acomodarme frente a ella. Esperaba que a Ecnir no le importase las manchas en su vestido.
-Entonces eres del clan Rysthia.
No era una familia sobresaliente en Valheu, se dedicaban a la agricultura a pesar de no contar con extensas zonas de cultivo. A pesar de ello, trataba de valorar el arduo trabajo de cada clan. Si no me equivocaba, estaban asentados en la región suroeste de la nación.
Me había alejado tanto del palacio.
-No, soy del clan Amciss.
Esa parentela era muchos más destacable, sobre todo porque se dedicaban a la minería. Muchas de mis joyas las habían fabricado ellos, pero se agrupaban mucho más al norte de la región.
-¿Y qué haces aquí? Estás a cientos de kilómetros de casa.
¿Había venido hasta acá solo para encontrarme? Suspiré sintiéndome pésima. Había hecho alejarse tanto de su familia a una niña solo porque estaba desesperada por respuestas.
-Rysthia es mi hogar.
-Pero…
-No quiero faltarte el respeto, pero te quedan dos minutos antes de que Aruis regrese. ¿Vas a desperdiciar ese tiempo preguntando por mí o por Dattelo Moniuos?
-¿Quién?- exclamé confundida. No recordaba ese nombre, debía tratarse de alguien fuera de Valheu, pues ningún clan tenía ese apellido.
-Es a quien encontrarás en la dirección que Cálfen te dio. Visitálo sola en tres días después de la media noche.
Se puso de pie, cargando su canasta llena de avellanas. La imité, sacudiendo el polvo de mi vestido.
-¿Qué debo..?
-Pregúntale sobre la fuente.
El joven nuevamente emergió de entre los matorrales, esta vez ya no llevaba los conejos muertos encima. Me siguió viendo con enfado, pero no volvió a dirigirme la palabra, sino que espero a que Anila fuera hacia el.
-No vuelvas a buscarme.
Jadee alarmada por sus palabras. Aun ocupaba de su don, estaba muy lejos de terminar con ella. Si tan solo la siguiente vez se deshiciera del campesino, podríamos trabajar muy bien juntas.
-Te necesito.
Di un paso hacia ella, pero Aruis la puso detrás de él de forma protectora. Aun así Anila no se escondió, sino que se movió para que pudiera verla.
-Dije que no quería servirte y mis sentimientos no han cambiado.
-¿Qué tengo que hacer para que aceptes? ¿No es una razón de peso la inminente destrucción de esta tierra?
El joven campesino miró a la pequeña con una expresión de asombro. Ningún habitante en Valheu conocía la amenaza de Galicia y pretendía mantenerlo de esa forma, esperaba que Anila le advirtiera que mantuviera este encuentro en secreto.
-Vamos, Aruis- tomó la mano de su acompañante y los transportó lejos de mi.Llevándose con ella la posibilidad de vencer.
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CORONA DE VALHEU
FantasyHabía estado tan motivada a producir un cambio significativo durante mi soberanía, tan impactante que incluso sus beneficios perdurarán por generaciones, pero el tiempo que reinaba había sido muy corto y aunado a ello, muy problemático. Primero tuv...