Capítulo XI

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-Su Majestad, la reina de Valheu, Asya Shevasi Valheu Regina- entré en el gran salón en cuanto anunciaron mi nombre.

Caminé con la frente en alto, a pesar de que solo quería dar media vuelta y volver a la seguridad de mi carruaje.

Dado que esta era una zona de paz, ninguno de mis guardias me acompañaba. Me encontraba completamente sola. Se suponía que mi padre debía de estarme acompañando, pero si el viviera sería mi primo quién ocupará mi lugar. Y como aún no tenía herederos, no tenía a nadie que pudiese servirme para tranquilizar mis nervios.

Había ensayado con Cálfen algunos pasos de baile para estar ocasión, pero ni siquiera él tenía permitida la entrada. Nadie que no fuese el rey o el futuro soberano de su tierra podían asistir a la Asamblea de los Quince Reinos.

Cada año se escogía a uno de ellos para que fuese el anfitrión y en esta ocasión fue turno de Diaesia acogernos. Agradecía que mi primera asignación fuese aquí, pues este reino tomaba un papel neutral en todos los conflictos, así que esperaba que ese espíritu de paz se extendiera por todos sus invitados.

Cálfen me había advertido que los demás reinos desconocían los poderes de los habitantes de Valheu, así que no podía hacer uso de mi fuente en este lugar.

Me preguntaba, así como mi tierra tenía sus secretos, ¿qué secretos tendrían los otros territorios?

Siempre había tomado como algo normal utilizar mis habilidades, jamás había pensado que era algo que no todos podían hacer.

Tener ese pequeño truco bajo la manga no me aseguraba que fuese suficiente para defenderme de los demás.

Pasé mi vista por el lugar, tratando de identificar a alguien que reconociera cuando mis ojos se toparon con los de Shadyc. En cuanto me descubrió mirarlo, se aproximó a mi.

Sus galantes ropas no podían esconder su corazón roto.

-Su Majestad- hizo una reverencia ante mi y no me quedó más que imitarlo.

-Su Alteza.

Antes de que conociera a Myrill ya nos habíamos topado en otros eventos que realizaban nuestros reinos en común, mi padre no lo tenía en su lista de pretendientes para mí, dado que en Everuna gobernaban rey y reina, y eso era algo desagradable para mi padre, a pesar de los beneficios que nuestro matrimonio pudo haberle traído.

Se quedó inquieto, sin saber que decir a continuación. No tenía que entrar en su mente para saber que la única razón por la que se había acercado a mí era para saber sobre Myrill.

-Ella está bien- le respondí a su pregunta no formulada. –O al menos lo está físicamente. Sé cuánto le duele la situación en la que ambos se encuentran.

Tuvo el atrevimiento de agarrarme del antebrazo para dirigirnos hacia un rincón de la habitación y así conseguir más intimidad.

-Se lo suplico, su Majestad. Ayúdeme a hacerla entrar en razón, sé que me ama tanto como yo a ella, pero no sé porque…

Ni siquiera podía pronunciar el rechazo que había sufrido por parte de ella. Quité mi brazo de su agarre y le sonreí de manera tensa. No me gustaba que me tocaran, por más desesperado que estuviese, él sabía que era una acción penada.

Sin embargo, por la tranquilidad de Myrill, lo pasé por alto.

Además, si la duquesa de la tierra sur cambiaba de parecer respecto a su matrimonio, Valheu se vería beneficiada en gran manera. Pero no podía obligarla a tomar esa decisión, nadie podía.

-Reina Asya, es un placer verla- saludó el padre de Shadyc, su madre venía con él.

-El placer es mio- respondí haciendo una leve reverencia en contestación a la suya.

Delante de mí se encontraba mi mayor aliado si quería protegerme de Galicia.

-Veo que mi hijo está contándole sus penas, ¿no es así?- le dio unas palmadas un tanto rígidas en la espalda y empujándolo lejos de mi. –¿Por qué mejor no vas con los otros príncipes? Tenemos mejores asuntos que atender.

Hizo una reverencia de despedida antes de obedecer a su padre. Aun quería seguir intentando convencerme de que influenciara a Myrill, pero no era el momento ni el lugar para esa conversación.

Regresé la vista a sus padres, quiénes lucían un tanto nerviosos. Se suponía que la única inexperta aquí era yo, ¿por qué parecían ir de un pie a otro?

-¿Qué asunto quería tratar?

Noté como su esposa le apretaba el antebrazo, del que iba colgada, animándolo a hablar.

-Queriamos aprovechar esta oportunidad para anunciar el matrimonio de mi hija, la princesa Daeva con el príncipe Essrian.

La sonrisa se me borró del rostro. ¿Iban a casar a su hija con el heredero de Galicia? No podía ser cierto, ellos debían conocer la personalidad tan despiadada de esos monarcas, ¿por qué aprobarían una unión así?

Y si esos dos reinos estaban conectados por línea familiar…Everuna no intervendría. Tal vez ni siquiera se mantuviese en pie nuestro acuerdo comercial. Si perdíamos ese apoyo significativo, estábamos a merced de la poderosa Galicia.

-¿Y cuando se llevará a cabo esa asombrosa boda?- pregunté volviendo a poner una sonrisa en mi rostro.

Ellos debían de conocer la amenaza de Galicia, ¿cómo podían permitir que siguiera conquistando más reinos? ¿Es que acaso no temían que ese imperio también los subyugara?

Tuve que recordarme que Myrill tenía mi afecto y no podía obligarla a nada, sino iría inmediatamente con ella y la coaccionaría para casarse con Shadyc lo más pronto posible, y con ellos en el poder lograrían no solo anular esa boda, sino pelear contra Galicia.

-No sé preocupe, su Majestad, aún falta tiempo para que eso pase. Solo le avisamos con antelación para que no tenga excusa de rechazar la invitación- respondió la reina con camaderia, como si hubiésemos sido amigas íntimas desde siempre.

Está sin duda no era una invitación, sino una advertencia de todo lo que estaba por perder.

Antes de que pudiera pensar en una respuesta que no revelará mis pensamientos, uno de los sirvientes anunció la cena.

Los tres nos dirigimos hacia el amplio comedor, y no me quedó más remedio que tomar asiento a su lado.

-Es una fortuna que viniesemos aqui, no hay mejor comida que la que sirven en Diaesia.

-Permitame contradecirla pero la comida de mi reino no tiene comparación.

Alisé la falda de mi vestido antes de poner la servilleta en mi regazo sin molestarme en incluirme en esa conversación. Mi cabeza estaba dando vueltas, esperaba que no fuese a vomitar delante de todos los soberanos, eso dejaría una muy mala impresión de Valheu.

Si Myrill no cambiaba de opinión no me quedaba más remedio que casar a Elise con Kancell, tal vez el lazo que unía a mi tierra con Everuna se fortificara con ello.

A pesar del rechazo de la duquesa, ¿aún así el príncipe Shadyc convencería a su padre de aliarse con nosotros?

Solo estaba pensando en maneras de defendernos, pero no me había estado enfocando en una solución para que no hubiese un ataque.

Quizá debía utilizar esta ocasión para encontrar al rey y convencerlo de alguna forma de que retirará su amenaza.

-Usted siempre tan engreído, rey Hafiz.

Alcé la vista de golpe cuando caí en cuenta de quién se había sentado a mi derecha.

Cuando giré mi rostro hacia él, el emperador de Galicia estaba sonriéndome.

CORONA DE VALHEUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora