― ¡¿Qué?! ―temblé por sus palabras.
― Si Zen ha sido eliminado es porque ahora está en la otra dimensión. Esto es demasiado grande y complicado para ti.
― No es complicado. Simplemente es mezquino, ¿qué le has hecho? ¡Quiero ver a Zen!
Acto seguido estaba arrinconada contra la pared mientras sentía el frío de la hoja de la navaja de Saeran sobre mi garganta.
― Estás siendo muy molesta, Jun. Aún te necesito con vida, pero puedo torturarte hasta que te doblegues. Sólo olvídate de él y tráeme a Yoosung si sabes lo que te conviene.
¡¿Yoosung?! No... Yoosung no...
― E-Espera... Por favor, haré lo que sea, pero no le hagas daño a Yoosung ―creo que era la primera vez en toda mi vida que me tiraba a los pies de alguien suplicando―. Por favor...
― ¿Qué es esto...? ―sonrió complacido― ¿Me estás suplicando por ese desecho humano? ¿Acaso te importa? ¿No era sólo un personaje? ¡¿No eran sólo datos?!
― ¡Basta! ¿Es un castigo? ¿Me estás castigando por jugar? ¿Es eso? ¿Es una pesadilla por haber sacado tu Bad Ending?
Era eso. Estaba soñando. Estaba soñando esto por haber fallado. Por no haber sentido nada al sacar ese Bad Ending. Era mi conciencia. Por una vez desee estar teniendo una pesadilla, pero su carcajada era demasiado real.
― No seas estúpida. Esto no es ningún sueño. ¡Y deja de arrastrarte! ―me empujó y caí al suelo― Eres patética, Jun. Tú sólo tráemelo.
Mis días pasaban defendiendo a Yoosung mientras la agonía de ver cómo nadie se daba cuenta de que un miembro de la RFA faltaba me desgarraba por dentro. Había prometido salvarle antes de que esto pasase. Saeran tenía razón. La información que tenía de antemano no servía de nada. Yo no era nada. Sólo su marioneta. Su... juguete... Qué irónico. Sin embargo, nunca me había rendido. Corrí al ordenador. Sabía que, si Saeran lo veía, se enfadaría, ¿pero acaso me quedaba alternativa? No iba a permitir que nada le pasase a Yoosung, no por mi culpa. Conseguí colarme en su escritorio. No en sus archivos, pero en su escritorio. Un mensaje. Una nota. Con eso bastaría para sembrar la duda en él.
S̵͖̻͙̽͆̿a̴̦͚͍͒͆͌é̸̠͕̓͠ŕ̴̼̺̞͝͝à̵̫̦̺̾͒n̵͔͚̙̈́͊̚ e̵̺̓̽͜͝s̵͚͖̦̐̿͝t̵̼̟̙͊͆͆á̸̡̺̞̽̾͠ ë̴̦͔͇́̓́n̵̡͎̙͊̓́ p̴͚͎̘͊̈́͘è̴̡̪̟̿̀l̵̝͉͇̐̓̐i̴͓̘̞̐͒̔g̸̢̢͔̒͌͝r̸̢͚͓͐̐o̴͍̦̞̐̒̽.̵̠̻̺̿̈́͋ S̴͍͔͆͊͘͜a̴͛͛e̸͉͕͚̔̽̈́r̴̼͇̾̐̽a̸̺͚̓͜͠n̸̢̝͚̿͋͝ t̸̼̘͇͛͐͘i̸̦̙̫͆͊̐ë̸̠͍́̾͘͜n̵͐̾e̸̡̺͊̀͆͜ a̴̼̪̒͆̚ Z̴͙͉̠͆̈́e̵͉̘͇̿͠͠n̵͎̟̪̾̓͝.̴͖̠̺̈́̈́̚ D̵͔͚͛̐̈́é̴͚͚̾̈́͜͝j̵̝̔͐͜a̴̟͓͆̒͛͜m̵̻̼̈́̔͜͝e̵̡̫͋̾̐͜ à̵͍͉̽͠y̸̻̟͓͋͋͛u̸͎̠̠͒̒̒d̴̢͖͖͊͆͌a̵͖̪͐͊͝r̵͔̼͉̈́͠ẗ̸͔̘͓́̓e̴̞̺̿̒͋,̸̙͎̟̈́̿͝ Ä̵̻̼́͌͝g̸̠͔͙͌͆e̵̪͇͓͆̈́͌n̸̟̞̞͒̀͝t̴͓̼̼̽̾e̴͙͍̻̓̽̚ 7̵̒0̸̪͔͔̽̽̒7̸̠͎͙͒͒.̵̡̞̻̿͊̒
Mi dirección IP fácilmente rastreable. Mi seguridad reducida a cenizas para que el Dios Seven pudiese irrumpir en mis datos. Dejaría también las fotos que hice con Zen el día que fui a su casa. Dejaría las que el propio Seven me envió. Tenía que verlo todo. Sí. Esto haría peligrar terriblemente mi vida, pero mi vida de traidora y mentirosa a cambio de la de Yoosung... No era tan mal intercambio.
Sabía que no fallaría. A las pocas horas, recibí el mensaje que esperaba de Seven. Quería reunirse conmigo. Sospechaba de Saeran, no había recibido noticias suyas, pero lo importante ahora era la ayuda de Seven. Tenía que ocultar mi identidad hasta que viese cuál era la reacción de Seven al verme, así que utilicé mi capucha y mi máscara, como Saeran me había enseñado. Habíamos quedado en un lugar apartado, un parque. Por alguna razón, los parques son buenos sitios para estas cosas. A las 12 de la noche. Esa era la hora que él había puesto en el mensaje. La lluvia, el frío, el viento que soplaba en mi contra... ¿Cómo pude no verlo? Tal vez... Tal vez Jun no era tan sensible a eso como yo lo era antes... Al fondo estaba de nuevo con esa sudadera, pero esta vez no era para cazarme. Sonreí. ¿Y si por una vez todo iba bien? ¿Y si por una vez conseguía lo que me proponía? Todo había empeorado desde el momento en que me convertí en una parte más de todo esto. Es gracioso pensar en cómo mi optimismo aún no se había disipado después de ver como cada plan que tenía se rompía en pedazos ante mis ojos. ¿Cuánto tardó? Ni siquiera pude clamar su nombre. Ni siquiera... pude verle la cara.
― ¿Te has divertido jugando? ―tuve un escalofrío. Saeran...― ¿No crees que es hora de volver a casa, Jun? ―se rió.
Agaché la mirada. Había fallado de nuevo. Otra vez. Nunca iba a poder hacerlo, ¿no era así? Él siempre estaba ahí para arruinarlo todo.
― La aprendiz que supera al maestro, ¿no? ―soltó una carcajada― De verdad pensé que eras más lista, Jun. O igual eres demasiado arrogante para ver que no puedes conmigo, que soy más fuerte que tú.
Se hizo un silencio de la que volvía amenazada por él al apartamento. Le miré de reojo, ¿acaso no iba a castigarme?
― ¿Es que no vas a contestarme? ―¿para qué iba a hacerlo?― Vas a hacerme enfadar, Jun... ―entonces diré lo que esperas oír de mí, eso quieres, ¿no? Así funciona...
― No sé en qué pensaba... Perdóname, Saeran ―sonrió.
Una vez en el apartamento entró él también. Eso fue extraño. No solía entrar. Solía desaparecer desde la puerta. Si entraba era por un asunto importante. Le observé detenidamente. Dejó la chaqueta de cuero en la cama y se dirigió a la cocina, donde se sentó. Le seguí.
― Saeran... ―no quería preguntar, pero sería peor sino...― ¿No estás enfadado por hablar con Saeyoung...?
― ¡Ugh...! No digas ese nombre, me pone enfermo ―hizo un gesto de asco. Fruncí el ceño. ¿No iba a hacerme nada?
― ¿No vas a vengarte...?
― ¿Vengarme? ―sonrió. Se levantó de la silla y yo retrocedí― No voy a vengarme, si por ello entiendes torturarte o... algo peor... ―aparté la mirada― Sin embargo, parece que no he sido claro contigo, dado que aún no lo entiendes ―algo malo iba a hacerme, ¿verdad? Retrocedí.
― ¿Qué es lo que no entiendo...? ―le miré con desconfianza. Sonrió.
Me empujó contra la pared, aprisionándome y tomando un mechón de mi pelo en su mano.
― Tú me perteneces a mí, tú eres mía ahora y harás cuanto te diga.
― Yo no soy tuya ―golpeó la pared haciéndome cerrar los ojos.
― Lo eres. No entiendo cómo puedes seguir pensando que eres la heroína. Eso querrías, ¿no? ―se rió― Salvarlos a todos, acabar conmigo, con Magenta, un final feliz... Todos felices lejos de aquí ―aparté la mirada―. Ya no eres... ¿cómo era? ¡Ah! "El ángel". Ya no eres el ángel que ha venido a sanar las heridas de la RFA al completo, ahora eres la villana que se infiltra dentro y lo destruye reduciéndolo a cenizas. Cuando todos se enteren de cuáles han sido siempre tus intenciones, tendrán la misma reacción que ese pelirrojo, ¿recuerdas? ―«Debería matarte ahora mismo», esas fueron sus palabras― Asúmelo ya y deja de cabrearme, Jun, tu voluntad está ahora supeditada a la mía. Eres tan mala como yo ―eso sí que no.
― ¡Porque no me has dado otra opción! Me has secuestrado y convertido en tu maldita asistenta personal, Saeran. No me intentes meter en el mismo saco que tú porque nunca me has dejado opción.
No sé de dónde sacó el cuchillo. Tal vez siempre lo tuvo oculto, pero me golpeó la cara con él haciéndome caer al suelo con una herida en la mejilla que no dejaba de sangrar. Fruncí el ceño. Estaba claro que mi respuesta no le había agradado.
― Como quieras. Si te niegas a obedecer, te encerraré aquí conmigo ―abrí los ojos como platos.
― ¡¿Encerrarme?!
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La teoría del caos: Mystic Messenger
Fanfiction"A la 1:03 de la mañana sonó la alarma del teléfono. Creo que era un chat con Zen y Jaehee lo que me esperaba. Adormilada como estaba, tomé el teléfono y entré en el juego. Nada. Absolutamente nada. El sexto día no había comenzado aún, ¿cómo era pos...