― No irás a ningún lado sola ―dijo adoptando un tono aun más dictatorial si cabía.
― Jumin, sólo quiero salir a la calle, nada más ―sabía que tratar de gritar que me soltase empeoraría las cosas, luchar empeoraría las cosas y la única forma de convencerle era tratar de razonar con él.
― No podemos estar seguros de que el hacker no sepa que estás aquí. No voy a arriesgarme a que te pase algo, Jun ―dijo soltándome. Suspiré.
El hacker no puede hacerme nada porque YO soy ese hacker, pero ¿cómo mostrar que estoy a salvo sin desvelar eso? Me calmé y pensé detenidamente.
― Ese mensaje que estoy esperando es muy importante. Por alguna razón, no hay conexión aquí y...
― ...No hay conexión porque coloqué un inhibidor. Así no podrá detectarnos si te ha hackeado el móvil.
― ¡¿Que has hecho qué?!
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Eso significaba que cabía la posibilidad de que Saeran hubiese estado enviándome mensajes sin recibir una sola contestación, y lo conocía lo suficiente como para saber que eso iba a enfadarle. Miré a Jumin con resentimiento, pero tratando de parecer calmada.
― Necesito que lo desactives. Ahora ―exigí.
― Eso no sería inteligente después de haberlo activado, ¿no crees? ―cuantas más palabras salían por su boca más enfadada me sentía― Si realmente necesitas contactar con esa persona...
― ¡...SÍ! ―le interrumpí desesperada.
― Entonces puedes bajar a la calle y salir del círculo dentro del que funciona para comprobarlo ―¡por fin!
― Eso quiero. Mi móvil ―volví a extender la mano.
― Siempre y cuando vayas con un guardia de seguridad.
― No necesito niñera.
― No irás sola.
No sé cuántos minutos pasé discutiendo con ese hombre con tal de no tener que ir con alguien para que al final tenga a este hombre al que no conozco justo a mi lado, sin apartar la vista de mí. Obviamente no podía dejar que viese el mensaje, pero al menos intentaría deshacerme de él.
― ¿Dónde termina el efecto del inhibidor? ―pregunté nada más poner un pie en la calle.
― Al final de la calle ―contestó.
― Bien. Iré hasta allí. Puedes quedarte aquí, me verás de todos modos ―lo sé, un intento un poco tonto de alejarle.
― Lo lamento, el señor Han me ha dicho que no me separe de usted.
Dios... Puse los ojos en blanco. ¿Cuánto más soportaría de esto? Continué caminando y comprobando el teléfono cada poco tiempo hasta que por fin aparecieron las primeras rayas de cobertura.
― ¡Sí! ―dije pegando un pequeño salto mientras el móvil comenzaba a vibrar, mostrando todos los mensajes uno tras otro. Miré al de seguridad― ¿Te importa? ―dije levantando una ceja.
― Señorita Jun... ―le corté.
― Sólo necesito que te quedes quieto aquí. Son privados.
Tras verle asentir la cabeza procedí a leer, no sin tragar saliva antes temiéndome lo peor:
Saeran:
Ya estás dentro??
Jun
Contesta
...
Supongo que quieres que haga sufrir a estos imbéciles
...
Como quieras. Te dije que no me desafiaras.
No... ¡No, no, no! Empecé a ponerme nerviosa. Contesté a sus mensajes, explicando que no era culpa mía, pero no recibía respuesta. Comencé a pensar que seguramente estaría haciéndoles algo y por eso no contestaba. ¡Todo por el puto inhibidor! Decidí esconderme tras una esquina y llamarle, aunque el guardaespaldas comenzó a buscarme. Por suerte descolgó la llamada.
― ¡SAERAN! No es culpa mía, ha sido...
― ¿...Te has dignado a contestar? ―me cortó con su tono de siempre.
― No ha sido culpa mía, Jumin puso un inhibidor ―expliqué rápido.
― ¿Un inhibidor?
― Sí, he conseguido que me dejase salir fuera del ratio al que afectaba, pero he tenido que venir con un guardia y no tengo mucho tiempo.
― El guardia... Eso no es problema.
― ¡Señorita Jun!
Un segundo después, el hombre me encontró, y automáticamente se quedó... en pausa delante de mí. Probé a pasar la mano delante de él y no se movía, era como una estatua.
― ¿Qué cojones...? ―pronuncié en bajo.
― Ya no molestará. ¿Va todo bien? ¿Ha habido algún problema? ―preguntó sin darme ninguna explicación. Supongo que es el mismo proceso que utilizó para tumbarme con un dolor de cabeza aquella vez.
― N-No... ninguno... ―seguía mirando al hombre congelado delante de mí― ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Seguir tratando de que se tranquilice? ¿Que todo vuelva a la normalidad...?
― No.
― ¿...No? ―pregunté temiendo que efectivamente tuviese que hacer ESE Bad Ending. En un juego es divertido, en la vida real es... ¿es acaso esto la vida real? En cualquier caso, no quería.
― No. Aguanta dos días más. Después de dos días, vuelve a escaparte y estaré esperándote en el portal para decirte lo que tienes que hacer. Ya que está ese maldito inhibidor, tendré que confiar en que hagas lo que debes... ―asentí como si pudiera verme― Ahora vete.
― ¿El hombre...?
Antes de poder preguntar por el señor delante de mí, Saeran colgó el teléfono y él se descongeló. Como si nunca hubiese pasado nada, miró la hora y me hizo un gesto hacia el teléfono, como preguntando si había terminado, a lo que asentí enérgicamente.
― S-Sí... podemos volver ―dije. Me seguía asustando ver las cosas que podía hacer.
No hubo preguntas, cosas raras ni nada que diese a entender que algo había cambiado. Era como si nunca me hubiese escabullido. Cuando estábamos de vuelta, me detuve un segundo al ver un árbol que pareció... ¿pixelarse? Pixelarse por un segundo y fruncí el ceño.
― ¿Señorita? ―preguntó el guardia viendo que me había detenido.
― Vamos, vamos ―dije con la vista fija en esas hojas.
Se me había olvidado que cuanto más trastocas un juego, más bugs y errores aparecen. Cuanto más tocas sus códigos, más desconfiguras el mundo. El propio mundo no tardó en recordármelo cuando al cruzar la puerta del edificio, el hombre a mi lado desapareció. Me quedé quieta unos segundos mirando a mi alrededor, buscándole, hasta que desistí y seguí mi camino hasta el apartamento de Jumin.
― Señor, hay aquí alguien que dice ser de la RFA. Dice que se llama Jun.
Al oír esa oración quise pensar que estaba teniendo un déjà vu de esos.
― ¿Jun...?
Pero era escalofriantemente idéntico a lo que acababa de vivir.
― ¿La dejo pasar?
Demasiado idéntico. El guardia hizo el mismo gesto. Jumin tenía la misma expresión. Estaba exactamente en el mismo sitio que antes.
― Jun...
Y su voz sonaba igual. No me atreví a moverme por miedo a que fallase todavía más.
― Disculpa, me quedé mirándote a los ojos.
¡¿Qué demonios había hecho Saeran?! ¿Iba a tener que repetirlo todo?
---------------------------------------------------------------
[N/A]: Siento que no sea un capítulo muy allá, gente 😢
ESTÁS LEYENDO
La teoría del caos: Mystic Messenger
Fanfic"A la 1:03 de la mañana sonó la alarma del teléfono. Creo que era un chat con Zen y Jaehee lo que me esperaba. Adormilada como estaba, tomé el teléfono y entré en el juego. Nada. Absolutamente nada. El sexto día no había comenzado aún, ¿cómo era pos...