Pasé la noche sin poder dormir, pensando en mis posibilidades y observando a esos personajes jugables que tenía delante de mí y que no deberían estar. Por un lado, podía ayudar a Saeran, aprender lo que él quiere enseñarme y hacer como me pide. Así sería útil para él y sobreviviría, pero seguramente eso significaba hacer daño a la RFA y es algo que no quería hacer... Pero... Pero en el juego, si no le sigues la corriente, si le mientes, se deshace de ti. Bad Ending y vuelves a empezar, pero aquí el Bad Ending implica directamente la muerte. Ni siquiera sé por qué pensaba en ello. Estaba claro cuál era mi única salida. Con un poco de suerte, tal vez Saeyoung se daría cuenta de todo esto y no me haría falta obedecer. Quizás eso era lo mejor. Además, si lo que quería enseñarme era a hacer las cosas que hace Seven... tal vez podría enviarle pistas sin que Saeran se enterara.
Pude ver que se pasó la noche ante el ordenador, monitorizando unas cámaras y códigos. ¿De verdad me quería meter en ese mundo? Sí. No tenía alternativa. Conseguí dormir unas dos horas hasta que Saeran me despertó mostrándome una bandeja con comida. Oh, es verdad... No había cenado por su culpa...
― ¿Has pensado en lo que te he dicho? ―dijo mostrándome la comida.
Claramente estaba haciéndome saber que, si no aceptaba, no comería. Miré hacia las otras mujeres. ¿Cuánto llevarían sin comer?
― Sí ―contesté sin mirarle.
― ¿Y bien...? ―sonrió.
― Haré lo que pides... Aprenderé lo que me enseñes ―eso pareció agradarle.
― Bien. Entonces ten tu... ―le interrumpí.
― ...pero quiero compartir esa comida con ellas ―las señalé con la mirada ya que seguía con las manos atadas.
Saeran me miró molesto. Tal vez por interrumpirle, tal vez por exigir algo. Chasqueó la lengua y asintió desatándome las muñecas. Bonita marca me había dejado la maldita soga...
― Termina y luego ven. Empezaremos por lo básico.
Dividí el desayuno. Huevos revueltos, dos tostadas, un zumo, un café y un par de magdalenas... Sonreí al recordar el desayuno que Ray le hace a MC en su ruta. Fui dándoselo poco a poco y, a juzgar por su expresión y por su forma de devorarlo, hacía bastante que no comían. Cuando acabé, me dirigí hacia los ordenadores.
― Ya está ―dije en un tono serio.
― Bien ―me indicó que me sentara en su silla y me subí de un salto―. Primero te mostraré un par de cosas. Luego te memorizarás una serie de códigos que te daré y la semana que viene me demostrarás lo que has aprendido.
― ¿Pretendes que aprenda a hackear de cero en una semana...? ―le miré preocupada.
― Yo lo hice. El pelirrojo también. Así que lo harás ―asentí sin convencimiento ninguno.
Tras mostrarme diversas ventanas, códigos y algoritmos que no comprendía en absoluto, Saeran me entregó un libro enorme. Tranquilamente pesaba cinco kilos. Estaba lleno de algoritmos y explicaciones a su lado. En los márgenes y por debajo de ellos se podían ver anotaciones hechas con la letra de un niño pequeño. Parecían ser más códigos y aclaraciones. También me entregó una libreta vieja. Con las hojas oscurecidas y dobladas. La abrí y vi más y más anotaciones. Entonces recordé.
― Esto... Esto era de Saeyoung, ¿verdad? ―pregunté a Saeran.
― No te importa. Tú apréndetelo.
Estaba claro que lo era. O sea que quería que copiase sus códigos, su forma de hackear igual que había hecho él cuando era pequeño.
Me pasé los días mirando ese libro una y otra vez, practicando en un portátil que me había prestado y tratando de tirar abajo sistemas que él creaba para mí. Era más duro de lo que pensaba y en el fondo sentía pena por los dos, por tener que haberse metido en todo esto. Muchos de los códigos fallaban una y otra vez cuando los metía y las barreras que creaba, Saeran las pasaba sin el más mínimo esfuerzo, repitiéndome que lo hiciera de nuevo. Llegó un momento en que ni siquiera recordaba qué hora era o qué día. Todo cuanto hacía era repetir los algoritmos una y otra vez. Día y noche. Finalmente me caí sobre el ordenador agotada por el cansancio y cuando Saeran me vio, apenas podía enfocar la vista.
― ¿Tan rápido te agotas? ―suspiró y se fue.
Realmente no podía más. Cada vez que cerraba los ojos sólo veía unos y ceros y letras de color verde fosforito cambiando, subiendo y bajando delante de mí. Cuando Saeran volvió traía un bote con un líquido de color celeste, celeste como sus ojos. Estaba claro qué era eso.
― Bebe ―dijo.
― N-No... Puedo aguantar.
Suspiró y seguí. Lo que me faltaba ya era ser drogada con esa cosa como él. Tenía que aguantar cuerda para no perderme por el camino. Mi objetivo era resolver todo esto, decírselo a Saeyoung y sacar de aquí a Saeran. Lo que me parecía más extraño es no ver a Rika. ¿Acaso estaba actuando por su cuenta? Eso no ocurría así...
Llegó un momento en que empecé a olvidarme de quién era antes de que esos tres irrumpieran en mi habitación. Para mí esto ya era la realidad. Era la aprendiz y ayudante de Saeran mientras mi objetivo de seguir siendo fiel a la RFA tanto como pudiera, seguía presente. Ahora no necesitaba revisar los códigos en los libros. Las anotaciones de Seven estaban en mi cabeza, los códigos, el lenguaje binario, todo estaba en mi mente. Saeran creo un parche de seguridad protegiendo una aplicación simulada. Lo tiré abajo en cuestión de un minuto y entré dentro de la aplicación. Le dejé escrito «Tiempo récord» dentro de la aplicación y vino a verme.
― Creo que ya estás preparada ―sonrió apoyándose sobre la puerta.
Notaba los ojos cansados de mirar a la pantalla, pero lo había hecho. Ahora le era útil. Me levanté y le seguí frotándome los ojos hasta el ordenador.
― Voy a cambiar tu apariencia y tu nombre. No pueden reconocerte ―dijo inspeccionándome.
Guo, espera. ¿Para qué? ¿Acaso no iba a trabajar con él desde aquí en lo que quiera que esté haciendo? Vi como se marchaba a una puerta a la que nunca me había dejado pasar y volvía con tinte para el pelo, unas tijeras y lentillas para los ojos. ¿Esto era necesario?
― Espera... Saeran, ¿qué quieres que haga? ―pregunté frunciendo el ceño.
― Te voy a infiltrar en la RFA.
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La teoría del caos: Mystic Messenger
Fanfiction"A la 1:03 de la mañana sonó la alarma del teléfono. Creo que era un chat con Zen y Jaehee lo que me esperaba. Adormilada como estaba, tomé el teléfono y entré en el juego. Nada. Absolutamente nada. El sexto día no había comenzado aún, ¿cómo era pos...