Capítulo 25: Esto es lo que ocurre

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Honestamente, no recuerdo nada más. Lo siguiente que ocurrió fue que me desperté en Magenta. Sí, Magenta. A juzgar por el espacio de la sala, creo que es la habitación en la que se supone que te retiene Ray, pero no es igual. Las paredes, la cama, la decoración... Todo es diferente. De no ser por la cantidad de veces que he hecho a MC pasar por aquí, ni siquiera podría reconocerla.

He tardado varios minutos en aclarar la mente, pero una vez que intento frotarme los ojos para despertar del todo, me doy cuenta de que estoy atada. En serio... Atada. Todo cuando pude hacer es soltar un suspiro y un quejido de hastío. ¿Cuánto pasó? ¿10 minutos? ¿20? No lo sé, pero nadie venía a sacarme de allí... Hasta que Saeran apareció.

― ¿Ya has despertado? ―dijo con el tono de burla de siempre.

― Diría que me alegro de verte, pero no es cierto. ¡Suéltame!

Al momento en que se sentó en la cama me intenté apartar y él hizo un gesto para que me mantuviese callada. Estaba sonriendo. Sin duda le gustaba ganar y eso era lo que estaba pasando... Estaba ganando de nuevo. Miré por la ventana esquivando su mirada. ¿De verdad tenía las manos atadas otra vez? Una vez más iba a ayudar a borrar del mapa a otro personaje... a Yoosung... y todo volvería a empezar... Como dijo Saeran, esto lo había hecho ya miles de veces, pasar por el prólogo... pero era diferente cuando lo vivías. Jugar con sus vidas... Fingir ser un dios... Volví a mirar a Saeran y fruncí el ceño. No sabía cuánto podría hacer, o cuánto me jugaba, pero al menos tenía que intentarlo.

― ¿Y Yoosung? ―pregunté.

― En otra habitación. No quiero que trates de corromper su mente ―hasta ahora no me había mirado―. Yo te enseñé a corromper archivos, al fin y al cabo, ¿no? ―sonrió.

Un archivo... sabía que eso era en esencia... un archivo, un conjunto de datos igual que todos ellos, y aun así no estaba dispuesta a perderle.

Tardó un tiempo en decidir soltarme, pero lo hizo. Me dolía la cabeza, me daba vueltas. Seguramente era consecuencia de esto de cambiar de realidad constantemente. Él lo dijo, ¿no? Magenta estaba en mi mundo ahora. ¿Y si conseguía huir? ¿Y si conseguía escapar de Magenta? A medida que caminaba por los pasillos con Saeran delante de mí guiando el camino veía lo absurdo que era siquiera pensar en tal posibilidad. Tarde o temprano me capturaría de nuevo, y las consecuencias serían peores. Además, tenía que comprobar que ambos estuvieran bien... aunque en el fondo sabía que eso no iba a ocurrir.

Saeran se detuvo delante de la sala del trono, esa sala en la que tantas veces había visto a Rika y no pude evitar mirar alrededor, buscándola a ella tal vez, ya que todo esto era al final culpa suya.

― Quieta aquí ―dijo alejándose hacia la silla y mirando hacia mí sonriendo―. ¿Quieres oír una historia, Jun?

Fruncí el ceño. ¿Una historia? ¿A qué estaba jugando? No quería oír una historia, quería ver a Yoosung y a Zen, quería ver a ambos tranquilos y a salvo, pero sabía que mi negativa no aceleraría las cosas. A Saeran le gustaba hacer esto, jugar contigo hasta desesperarte así que simplemente me quedé en silencio.

― Existió una vez un reino en el que gobernaban las mentiras ―¿un cuento de hadas? ¿Eso va a contarme? Suspiré y se acercó a mí― En ese reino todos eran unos mentirosos, en verdad... Sin excepción, pero un día llegó una princesa ―al decir eso tomó mi pelo en su mano produciéndome escalofríos― haciéndose pasar por una damisela en apuros. Ella en realidad no necesitaba a nadie que le rescatase porque poseía la protección de un ángel, pero así de retorcida era... ¿No te parece retorcida, Jun? ―aparté la mirada― Uno de esos mentirosos, era en realidad un príncipe que se enamoró de ella... ¡Qué estúpido!

La teoría del caos: Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora