No estaba soñando con nada, pero el sonido de unas voces comenzó a entrometerse entre mis pensamientos. Eran voces que me sonaban, pero que no fui capaz de reconocer.
― ¿Dónde dices que estamos?
― Esto... No lo sé exactamente, pero parece que este es el lugar correcto.
― ¡Esta es la habitación de una chica! ¡¿Qué has hecho, Seven?!
Al oír eso último me levanté como un resorte haciéndoles gritar a los tres. Como cualquier persona racional, al ver a tres hombres rodeando mi cama, grité yo también. Estaba oscuro y no fui capaz de enfocar sus caras, así que me poseyó el miedo.
― ¿Quiénes sois? No tengo dinero... Lo juro... ―me tapé con la manta.
― Estamos... buscando a alguien ―esa voz...
― ¿Z-Zen...?
¿Pero cómo podía ser tan estúpida? Por supuesto que no era Zen. En primer lugar, porque no existía.
― Oh~ ¿Eres mi fan?
― ¿Tu... fan?
Eso no podía ser. Me aproximé a la mesita y encendí la luz. Juro que el corazón se me paró en ese momento. Uno de ellos tenía el pelo plateado y los ojos rojos, otro era rubio con los ojos morados y otro era pelirrojo con los ojos amarillos. Al menos en mi mundo, eso no era normal y, sin embargo, no había nada en ellos que indicase que eran un maldito dibujo.
― No puede ser... ―estaba boquiabierta― ¿De verdad voy a soñar con esto? Tengo que dormir.
Me volví a meter en la cama ante sus extrañadas miradas y apreté fuerte los párpados para tratar de dormir mientras repetía "esto no es real".
― Oye ―sentí una mano sobre mi hombro por encima de las mantas―, necesitamos tu ayuda.
Abrí los ojos. El chico con los rasgos de Zen me estaba mirando extrañado. Suspiré y me incorporé en la cama. Una pregunta, estúpida cuanto menos, se pasó por mi cabeza.
― No seréis la RFA... ¿verdad? ―no me atreví a abrir los ojos.
― Oh~ ¿Conoces nuestras fiestas? ¡Qué bien!
― La dulce e inconfundible voz de Yoosung... ―dije en alto.
― ¿Q-Qué...? ―se empezó a poner nervioso.
― ¿Cómo sabes su nombre? ―el que parecía Saeyoung estaba preguntando.
― Si os lo digo, jamás me creeríais... ―se miraron entre sí.
― Escucha, ¿conoces a Katariah?
Ante las palabras del Zen de mentira no pude evitar echarme a reír. Aquello no podía ser verdad. No podía ser.
― ¿Se está riendo...? ¿Por qué te ríes? ―preguntó el rubio extrañado.
― Es que... Katariah... soy yo, pero no puede ser... ―no despegaba la vista de mis sábanas.
― No, no es posible. La Katariah que yo investigué tiene el pelo ligeramente azulado y los ojos de otro color y... ―me reí de nuevo al oír a Saeyoung.
― Sí, así la cree yo. Es mi alter ego en la red. Como tú con 707, ¿no? ―le miré esperando que desvelase que era una broma, pero frunció el ceño.
― ¿Cómo sabes eso? ―suspiré.
― Si queréis os puedo decir lo que yo creo que está pasando, pero no vais a creerme ―los tres asintieron―. De acuerdo... ―tomé aire― Sois parte de un juego otome para móviles... los tres. Bueno, no sólo vosotros, también están Jumin, V y S... ―me detuve. Quizás no era buena idea mencionar a su hermano― y Unknown.
― Definitivamente está loca ―Saeyoung se echó a reír.
― P-Pero... los juegos otome s-son... ―Yoosung se empezó a poner rojo― de... citas...
― Am... sí... ―me llevé la mano al cuello avergonzada― Estoy muy sola, ¿vale? De todos modos, vuestro juego no es como los demás. Tiene una profunda historia y... ―cada vez me miraban más extrañados.
― ¿No vas a decirnos la verdad? ―Zen me interrumpió.
― ¡Esa es la verdad, Zen!
No me podía creer que realmente les estuviera llamando como a los personajes, pero el parecido era inconfundible. Entonces se me ocurrió hacer como en las películas.
― Si os digo algo de vosotros que nadie más sabe, ¿me creeréis? ―asintieron con cautela―. Vale, pero igual no queréis que lo sepan los demás.
― Nos conocemos desde hace mucho, no hay problema ―dijo Zen.
― Vale, empezaré por ti ―le miré fijamente―. Eres actor de musicales, lo que es tu sueño. Tu verdadero nombre es Hjun Ryu, pero todos te llaman Zen y estás acostumbrado a eso. Tienes 24 años.
― Por favor, eso está en su blog de fans ―me interrumpió Saeyoung.
― Sí, pero también sé que siempre busca reafirmar lo atractivo que es porque desde que era pequeño sus padres le dijeron que era feo y minaron su autoestima para que no se dedicara a la actuación y se centrara en estudiar ―miré hacia Zen―. ¿Sí o no?
― S-Sí... pero eso no se lo he dicho a nadie. ¿Cómo puedes saberlo tú?
― Te lo he dicho, eres un personaje de un juego...
― Espera, espera, ¿y de mí que sabes? ―preguntó Yoosung.
― ¿De ti? Es curioso porque estoy en tu ruta ahora... ―me avergoncé al decir eso.
― ¿E-En mi ruta...? E-Entonces... ¿tengo novia?
―Oh... Entonces conseguiste al miembro más joven de la RFA... ―esa frase de Saeyoung...
― ...Respeto tus increíbles habilidades de caza ―repetí a la vez que él. Me miró desconcertado.
― ¿Cómo sabías que diría eso? ―frunció el ceño.
― Porque llamas en la madrugada y dices exactamente lo mismo. Os lo he dicho... sois parte de un juego.
― Ibas a decir lo que sabías de Yoosung. Dilo ―ese es el Saeyoung serio y desconfiado, no hay duda.
― Sí. Yoosung... Empezaré por lo básico. Estás traumatizado desde que murió tu prima porque fue la única que te dio cariño, además de que la admirabas. Yo creo que estabas enamorado de ella porque en Navidad... ―miré hacia Yoosung y él estaba completamente rojo.
― ¡E-Era mi prima! ¿Cómo iba a estar enamorado de ella?
― Pero no de sangre... Ella era adoptada, ¿no? ―arqueé una ceja.
― Vale, ¡basta! ―Saeyoung parecía enfadado― ¿Y qué sabes de mí?
― Hmm... Agente secreto 707, nombre de bautismo Luciel Choi... 22 años...
― Eso lo saben todos en la RFA ―dijo Zen.
― Sé... más... pero creo que no debería decirlo delante de vosotros, ¿no, Luciel? ―se cruzó de brazos y le indiqué que se acercase para susurrárselo. Cuando se acercó, lo hice― Yo sé tu verdadero nombre y sé que tienes un hermano gemelo, Saeran...
Se alejó y me miró enfadado.
― ¿Cómo es ese juego? ―preguntó.
Yo sonreí. Bien, me creía.
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La teoría del caos: Mystic Messenger
Fanfiction"A la 1:03 de la mañana sonó la alarma del teléfono. Creo que era un chat con Zen y Jaehee lo que me esperaba. Adormilada como estaba, tomé el teléfono y entré en el juego. Nada. Absolutamente nada. El sexto día no había comenzado aún, ¿cómo era pos...