CAPÍTULO 10: La base

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Me dolía la cabeza. Podía sentir un trozo de tela en la boca y las muñecas atadas en la espalda con lo que supuse que sería una soga, picaba. Tenía los oídos taponados y apenas podía oír por ellos. Me sentía mareada y por más que abría los ojos, no podía ver nada, algo me tapaba la vista. Me sentía completamente atontada. Apenas recordaba qué había pasado, pero poco a poco fui recuperando los sentidos. No muy lejos de mí, yo diría que justo enfrente, se oían ligeros sollozos ahogados y más lejos ruidos de tecleo. Sí, sonaba como los dedos al contacto con las teclas de un ordenador. Sin embargo, había un matiz en todo ello extraño. Podía escuchar eco. Tanto los sollozos como el teclear se escuchaba con eco así que intuí que me encontraba en algún sitio bastante grande, pero sin muebles contra los que chocara el sonido. Una nave industrial, tal vez. Concentrándome un poco más, pude escuchar una voz masculina hablando en coreano. No oía otra que le contestase, así que debía ser por teléfono. Diablos... En momentos así estaría bien saber más idiomas. Los sollozos no cesaban y me impedían tratar de adivinar alguna palabra o el rumbo de la conversación por la entonación. Entonces oí cómo los pasos se acercaban hacia mí y comencé a ponerme nerviosa. Mi corazón empezó a acelerar sus latidos y noté cómo los pasos se detenían justo en frente de mí, pero no podía ver absolutamente nada.

― ¿Ya estás despierta?

Esa era la voz de Saeran. Automáticamente, los sollozos se hicieron más fuertes y mostraban más miedo que antes. No se me ocurrió en ningún momento que esa pudiera ser MC. Esto era la realidad, al fin y al cabo. Pensé en la posibilidad de que se tratase de otras jugadoras, pero, ¿con qué fin? ¿Acaso había copias de la RFA repartidas por ahí y Saeran estaba coleccionando a aquellas que tenían la fortuna de encontrarse con ellos? Esto no tenía ni pies ni cabeza.

― ¡Cállate! ―gritó en la dirección de los sollozos haciendo que terminasen en un grito ahogado.

Acto seguido oí cómo las pisadas se dirigían a la parte de atrás de donde estaba yo. Me di cuenta al poco tiempo de lo que estaba haciendo. Poco a poco, se fue destensando la tela que cubría mis ojos hasta caer sobre mis piernas. Traté de abrir los ojos lentamente mientras me iba acostumbrando poco a poco a la luz de nuevo. Me estaba volviendo loca. Me estaba volviendo completamente loca. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver lo que tenía delante de mí. Efectivamente me encontraba en una especie de nave industrial, pero ante mí no había una única persona como creí. Allí estaba MC. Pelo castaño liso y largo, con un flequillo tapándole los ojos que tenía vendados y vestida con un jersey como aparecía en el juego. Pero había otras tres mujeres más. Una rubia, una pelirroja, y una morena de tez más oscura y con el pelo corto. Esto tenía que ser una broma. Si no recordaba mal, tu avatar podía ser cualquiera de las 5 imágenes predefinidas que claramente eran ellas, pero faltaba uno... Miré hacia atrás frunciendo el ceño.

― Oh, ¿las reconoces? ―Saeran se rió. Asentí con la cabeza, ya que seguía amordazada―. Bien. Ven conmigo.

Me obligó a levantarme tirándome del brazo, pero apenas podía seguirle el ritmo. Aún me dolía la rodilla y las piernas casi no me respondían por haber estado inconsciente tanto tiempo. Saeran me sentó delante de un montón de pantallas llenas de códigos que supuse que sería donde le había oído teclear antes y me quitó el trapo de la boca. Me humedecí los labios, pero no me atreví a hablar.

― ¿Cuánto sabes de esto? ―señaló las pantallas.

― Nada ―contesté.

― Mentira. Lo diré una vez más: ¡¿cuánto sabes de esto?! ―gritó.

― ¡No sé nada, Saeran! Yo no sé hackear ―aparté la vista de él.

― Entonces te enseñaré.

― ¿Quién te ha dicho que quiera aprender...? ―murmuré.

Automáticamente, Saeran giró la silla de forma brusca y me volvió a sentar delante de las MCs de un empujón.

― Si realmente crees que tienes opción, es que no me conoces ―dijo en un tono agresivo―. Si yo digo que aprendas, aprendes ―aparté la mirada y se agachó delante de mí―. Veo que aún piensas que esto es ese estúpido juego. No lo es. Estás en la realidad. Si tienes algo dentro de esa cabeza tuya, empieza a ser más cuidadosa con lo que dices porque, si no, vas a sufrir tu propio Bad Ending, y ese no podrás resetearlo.

Vale. Estaba claro que este Saeran no era el Saeran que yo había conocido. Este Saeran... Este Saeran sabía acerca de todo y eso no podía ser. Miré hacia las mujeres que tenía delante. ¿Era algún tipo de broma? Ahora mismo todas ellas estaban allí, ¿el unicornio era yo entonces? Me reí de mi propia tontería. Quería pensar que Saeyoung se daría cuenta de que algo iba mal, pero Saeran me había quitado el teléfono. Estaba incomunicada, así que a no ser que me hubiera puesto un chip... Dios, pero ¿qué digo? Todas estaban muertas de miedo. ¿Cuánto llevarían aquí? Miré a mi alrededor. No había nada que pudiese usar. No, pero, aunque lo hubiera... ¿a quién quiero engañar? No me atrevo a hacer nada... Saeran tenía razón... Esto no era un juego. Tenía que empezar a ser precavida. No había ni pizca de Ray en este Saeran, y eso era un problema. Tal vez debería obedecer y asentir a cuanto me dijera... eso es lo que se tiene que hacer en un secuestro...¿no?

La teoría del caos: Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora