Yoosung: ¿Quién es Zen?
No. No. No podía ser... ¡Saeran no dijo nada de esto! Insistí.
Jun: ¡ZEN, Yoosung! ¡Es amigo tuyo! Hyun Ryu... Ese es su nombre real. Por favor. Recuerda.
707: Eh... No sé quién eres, pero deberías buscar a un médico.
Jun: ¡Seven, recuerda! ¡Tú le ayudaste a ser famoso! ¡Hackeaste internet para que todos le vieran actuar! ―me estaba desesperando.
707: ¿Cómo sabes a qué me dedico? ¿Quién eres?
«Jaehee Kang ha entrado en el chat»
Jaehee Kang: ¿Qué está pasando? ¿Quién es usted?
¡Jaehee! La vida de ella giraba en torno al trabajo y a Zen. Ella tenía que recordarle.
Jun: Jaehee, por favor, tú sí recuerdas a Zen, ¿verdad? Sus musicales... Dime que sí, por favor.
Jaehee Kang: ¿Quién es Zen? Luciel, ¿es una broma tuya?
707: Nop. No tengo nada que ver con esta persona.
Esto no estaba pasando... Decidí cambiar mi estrategia.
Jun: Jaehee, ¿cuál es tu pasatiempo?
Jaehee Kang: ¿Pasatiempo?
«Jumin Han ha entrado en el chat»
Jumin Han: La asistente Kang no tiene tiempo para eso. Ahora identifíquese si no quiere que la expulsemos inmediatamente.
Si seguía insistiendo, todo cuanto conseguiría sería que me expulsaran de aquí sin preguntar, y no creo que Saeran me perdonase la vida esta vez.
Jun: Lo siento... Me equivoqué... Realmente no sé cómo aparecí aquí.
Vuelta a empezar. Las mismas palabras. Las mismas dudas. Los mismos códigos. Jaehee parecía no tener alma ahora. Parecía muerta por dentro. Su única dedicación era al trabajo. No tenía hobbies, nada la hacía feliz. Sólo... trabajaba. Tenía ganas de llorar. No. Tenía ganas de exigirle explicaciones a Saeran. ¿Qué coño había hecho? Me resigné a repetir prácticamente las mismas palabras que había usado la vez anterior. ¿Cuál era la razón esta vez para tenerme aquí de nuevo? ¿Qué vida me haría destrozar? ¿A quién tendría que mentir? Sentía pura impotencia. Corrí a la cama y me tiré sobre ella, gritando contra la almohada, tratando de deshacerme de todo el odio que me estaba destrozando por dentro.
― ¿No habías hecho esto tantas veces?
La voz de Saeran. Mi expresión cambió. Sentía odio. Odio profundo por haberme engañado. Además de utilizarme, ni siquiera me había explicado para qué. Me giré bruscamente y mis ojos, cansados y llenos de ira, se encontraron con los suyos, llenos de divertimento.
― ¿Qué le has hecho? ―dije en un tono serio.
Sonrió y negó con el dedo al tiempo que chasqueaba la lengua.
― Aquí las preguntas las hago yo, querida. Primero contéstame y, si estoy de humor, te contestaré yo a ti... ―tenía ganas de matarle― ¿Por qué tienes esa expresión de hastío en la cara, Jun? ¿Acaso no lo has hecho tantas veces? ¿Cuántas fueron?
― No te sigo ―te odio, Saeran...
― ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿Diez? ¿Cuántas veces hiciste el prólogo? ―se divertía... ¡Verme sufrir le divertía!
― No lo sé ―¿sería capaz de tirarme contra él? No... Saldría perdiendo.
― Necesitabas relojes... Nuevos DLCs, nuevos finales, nuevas rutas... ¿verdad? Había que... ¿cómo se llama? Farmear... ―agaché la mirada― No te hagas la ofendida ahora por tener que volver al principio. ¿Cuál es la diferencia, querida?
― Te odio... ―no pude evitarlo.
― Oh... ¡Dios mío! Me desgarras el corazón... ―se rió.
En un impulso me tiré a por él. Gritando. Llorando de rabia. Tenía ganas de hacerle ver que estaba enfadada. Que no podía domarme. Que era fuerte... Me tiró al suelo y se subió encima de mí.
― ¡Suéltame, maldito psicópata!
Su expresión cambió. Parecía irritado. Se acercó a mi oído y me susurró.
― Ten cuidado con lo que dices, Jun. Sabes que podría hacerte pasar por cosas que no te van a gustar. Podría hacer lo que quisiera contigo. Desde matarte hasta...
En ese momento vi claramente mi posición. Podía sentir su pistola dentro del bolsillo de su chaqueta, haciendo presión contra mi muslo. Podía sentir el peligro en el que estaba. Siempre lo olvidaba, pero esto no era un juego. Aparté la mirada, mostrando rendición. Bastante tenía con que me utilizase por mis habilidades. No quería que además abusase de mí de formas más...
― ¿Puedo al menos saber qué ha sido de Zen? ―pregunté de forma dulce, por mucha rabia que me diera.
Acto seguido se levantó de encima de mí y me indicó que me sentase a su lado. Obedecí. Si no iba a poder tener control sobre mis acciones, al menos lo quería sobre mi cuerpo. Era mejor no enfadarle.
― Digamos que... Zen ya no forma parte de la RFA.
¿De verdad su explicación iba a ser tan vaga? ¡Merecía saber más!
― ¿Por qué? ¿Por qué nadie le recuerda ahora, Saeran? ―arqueó una ceja.
― Vigila el tono. Te lo he dicho ―bajé la mirada―. La explicación complicada es que, al resetearse, el sistema del juego ha buscado el código de Zen. Al no encontrarlo, lo ha detectado como un error y lo ha eliminado de todas partes. Es decir, de sus mentes. ¿No es magnífico? ―se rió.
― ¿Y cómo es posible que yo le recuerde? ―mi comentario pareció divertirle.
― ¿Acaso llevas tanto aquí que has olvidado el mundo del que vienes? Tú le recuerdas porque eres tan error como él, sólo que, cada vez que el juego trata de expulsarte, mando un parche por el cual pasas como un archivo más. Si sigues aquí, es por mi gracia ―se levantó de la cama―. Me voy a ir ya.
― ¡Espera! ―se giró― Pero Zen no ha desaparecido... Te lo has llevado a Magenta, ¿no es así? ―asintió― Si Magenta forma parte de esta misma realidad, entonces no lo entiendo. El sistema debería rastrear el archivo de Zen por todo el juego y descubrir que sigue dentro, sólo que se ha movido de sitio... y así le recordarían... ¿no?
Se acercó a mí y me apartó un mechón de la cara. Quería escupirle. Le odiaba. Pero me contuve.
― Eres mucho más lista de lo que parecías, pero no estás pensando en todas las posibilidades. Sigues basándote en lo que conoces de Mystic Messenger y eso es lo que te hace fracasar. Ese traidor te descubrió por confiar en que todo ocurriría como en el juego. Yo te cacé por confiar en mis diálogos en el juego. Y ahora no ves la realidad porque sigues pensando en el juego. Jun, Magenta no está aquí ―sonrió de forma malvada.
― ¿Qué quieres decir? Magenta está perdido en las montañas... cerca de una cabaña... ¿no? ―comencé a temer su respuesta.
― Sí. Magenta está oculto entre montañas, pero no estas montañas. Magenta se ha creado en tu mundo, Jun. Magenta es más real que nunca ahora.
― ¡¿Qué?!
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La teoría del caos: Mystic Messenger
Fanfic"A la 1:03 de la mañana sonó la alarma del teléfono. Creo que era un chat con Zen y Jaehee lo que me esperaba. Adormilada como estaba, tomé el teléfono y entré en el juego. Nada. Absolutamente nada. El sexto día no había comenzado aún, ¿cómo era pos...