El estaba en la cama, con sus ojos volteados mirando hacia la puerta, aunque sabía que el poder mental no existía intentaba abrir esa puerta y salir de su infierno. 2AM... Nadie preguntaba porque no dormía, nadie si quiera pasaba por su cuarto a saber que hacia. A nadie le importa, era una basura, un idiota, un estúpido. Miles de cosas pasaban por su mente y entre ellas, muerte. Si, era la solución a su problema, tomó unas pastillas de su mesa y las regó sobre su almohada, pero antes de ingerirlas tenía que sufrir.
La cuchilla en su muñeca, creaba lindos cortes con sangre brotando, se recordó cuando era niño y odiaba cortarse pero ahora con 20 años era lo que más amaba. Mientras la sangre corría hacia sus dedos tomó todas las pastillas que pudo y las metió en su boca sin agua, sin jugo sin nada... Se obligó a pasarlas, cuando por fin cayó sintió una enorme felicidad, no más chicos en la escuela molestándolo y burlándose de el y no más el dolor de ver a la mujer que ama en los brazos de otro. Como leves manos aliviando su dolor así se sentía por fin largándose de este mundo, sus ojos se nublaron y por fin perdió la respiración ahogándose con sus propias manos, fue ahí cuando se sintió por primera vez libre.
Las paredes del hospital y los tubos conectados le hicieron entender que un estúpido lo había salvado, Eres un idiota ni para morir sirves. Después de unos momentos meditando al ver a su mamá llorando y a su padre consolándola entendió que no podía verlos sufrir así que este maldito intento de suicidio fue en vano pero que solo fue un intento, para que la próxima vez lograra por fin matar a sus demonios llevándolo al infierno que sería más lindo a comparación de su mundo.