Capítulo 13

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Estoy hecha un manojo de nervios. Alexander hace esto.

Enfada me levanto del taburete y me encamino en su búsqueda. ¿Por qué me ha besado? Sera insolente. Me ha gustado ¡Oh sí! claro que me ha gustado, pero no soy conformista.

Está hablando con tres mujeres, le cojo del brazo y lo arrastro detrás de una columna. Me mira. Le miro. Le cojo del cuello y él suelta un rugido ronco.

—Que sea la última vez que me besas sin mi consentimiento. —Farfullo extasiada.

Sus ojos me piden explicaciones, pero va de listo si cree que se las voy a dar.

—No tengo que pedir permiso.

—En lo que a mí respecta sí.

Clava su mirada en mis labios y luego en mis ojos.

Estoy caliente. Calor, calor, mucho calor...

—Deja de mirarme así.

— ¿Así como? —Ladea la cabeza y sonríe. Pasea su dedo por mi labio inferior y luego por el superior. Jadeo. Ardor. —No me calientes Elizabeth.

—Deja de comerme con la mirada Alexander.

—No me provoques.

—No sabes nada Johnson. —Susurro acercándome a sus labios.

—Sé lo suficiente como para no besarte delante de todos. —Voy a hablar, pero pone un dedo en mi boca haciéndome callar. — No lo voy a hacer porque no quiero que nadie te vea jadeando en mis brazos, esa visión solo la puedo tener yo.

Joder, joder, joder... ¿pero este hombre solo suelta fuego por la boca o qué?

—Así que deja de sofocarte.

Me toca las mejillas, que están ardiendo. Aflojo mi mano que todavía está en su cuello.

— ¡Modelos a plato! —Grita una mujer a lo lejos.

La sonrisa de Alexander me saca de quicio. ¿Por qué me vuelve loca? Ufff no puedo hacerlo.

Saco el carácter que he heredado de mi madre y me enderezo. Le pego un puño en el costado y él ríe a lo bajo. Frunzo el ceño y me voy.



Ando sin rumbo hasta que Maddison me para.

—Aquí esta Señorita Taylor. —Odio que me diga señorita. —Vamos, vamos no hay tiempo que perder.

Al ver que no reacciono me coge del brazo. Pero bueno... ¡Espabila Elizabeth! Pestañeo con presteza y sigo como un pato a mi mamá pato.

La maquiladora cuando me ve y casi le da un patatús. Sus bufidos me ponen nerviosa, muy nerviosa y no es lo que necesito. Me regaña, como si fuera una niña.

Me trago el orgullo y le miro impasible.

—Por dios la hora que he pasado contigo para nada. Tienes todo el pintalabios corrido y el rímel también. —Musita intentando mantener la calma.

Si estuviera Alexander se reiría, y yo con él.

—Bueno puedo hacer algo. —Me vuelve a echar mil potingues en la cara y hace una mueca de satisfacción. —Lista, no hagas nada que pueda dañarlo, o me despedirán.

Por un momento me siento culpable, pero se me pasa al momento, no es mi culpa. Miro a mi alrededor y no encuentro lo que busco. ¿Dónde narices se ha metido? Maddison me vuelve a coger del brazo y me pone donde están los focos.

Empiezo a hiperventilar. ¡Madre mía que bochorno!

Todo el mundo me mira. Estoy paralizada a la par que irritada. Quítate la bata estúpida, me desahogo de la tela y todos sigue mirándome, pero ahora con la boca abierta.

Amantes DesesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora