Capítulo 5

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Veo el brillo en la mirada de Alexander, y no puedo evitar sonreír. ¿Que sea suya? Debería parecerme una locura pero es lo que deseo ahora mismo.

Bajo la cabeza y me invade la vergüenza.

-Nunca me prives de tus ojos. - Me coge de la barbilla y me levanta la cabeza- Es lo más grande que he visto en la vida.

- ¿El qué?

-Tu corazón.

Una lágrima corre por mi mejilla y me la seca con el pulgar.
Tengo miedo a sentir demasiado las cosas,  porque luego el vacío es aún mayor.

-No puedo. -Confieso cabizbaja.

-Si puedes, tienes que ver esto de una forma diferente.

-No necesito más problemas -murmullo cabilosa por mis palabras- No te preocupes

-No te dejaré, no ahora.

-No entiendes cómo me siento.

-Explícamelo. -Murmulla calmado.

-Las palabras no explican nada. -Me encogo de hombros y retengo el aire- No lo puedo entender, menos explicar.

-Dejame que hable por ti. Hay una chica en una habitación, que decide quedarse en un lugar muy roto y oscuro.  -Dice con lentitud.

Suspiro frustrada y más lágrimas caen.

-Se queda porque ella se siente indigna, no amada. -Digo con la voz rota.

Sonrío con pesar al darme cuenta de mi realidad

-Indigna de ser amada.

-Déjame entrar en tus sombras. - Me coge las manos y me besa los nudillos. -Puede que así, juntos, logremos sacarte de ahí.

Me separo de él y me revuelvo confusa.

- ¡No quiero sentirme así! -Exclamo en su cara- De verdad que no quiero.

-A veces no es suficiente con querer.

- ¡Pues debería serlo! -Reprimo mis ganas de gritar y me trago el nudo que tengo en la garganta. -Estoy perdiendo la paciencia conmigo misma. Soy una mentirosa.

-No, no lo eres. -Dice intentando calmarme.

- ¡Sí lo soy! Me levanto por las mañanas hecha una mierda, y me obligo a sonreír. Finjo estar bien, cuando me muero por llegar a lo más oscuro de mi casa y llorar hasta ahogarme.

Llevaba demasiado tiempo aguantando. Era cuestión de tiempo que mi cabeza dijera basta, y necesitara desahogarse. Pero esta vez no me siento en paz, solo siento que estoy envenenando a la única persona que me está intentando querer.

-Me da miedo amar y que me lo arrebaten. -No está asustado ante mi ataque de nervios, está tranquilo con la mirada ausente en mí. -No lo soportaría otra vez.

-Iremos despacio, no hace falta correr cuando andando también se avanza. Tú marcaras el ritmo, Elizabeth. -Me acaricia la mejilla y yo me aferro a su tacto. -Tengo toda una vida para esperarte.

- ¿Por qué siempre hablas como si vieras un futuro juntos?

-Hay cosas que no tienen explicación. Simplemente te miro a los ojos y veo mi alma reflejada en la tuya. Como si estuviera destinado a ti, Elizabeth. Nunca había sentido esto por nadie.

- ¿Con qué eres romántico? -Digo enarcando una ceja

-¿Quién ha dicho que no lo fuera? -entrelazo mis manos con las suyas. -Anda, ven aquí.

Amantes DesesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora