Tres años después.
Es navidad, mi fiesta favorita. Me peleo con el horno intentando sacar las galletas quemadas, mientras echo un ojo al pollo que se hace con lentitud. Menos mal que mi madre traerá comida al igual que mi hermana.
Cojo el móvil por aburrimiento, y recibo un mensaje de Kate, que está entrado en la casa. Cuando nos casamos decidimos comprar una casa a las afueras, tiene un jardín increíble y un parque para que los niños puedan jugar.
Toco mi barriga, ya abultada por la pequeña Evangeline. Soy sincera, los primeros meses desee no haberme quedado embarazada, estaba constantemente vomitando, y los mareos eran de primera. Pero pasado el segundo trimestre todo mejoró.
Un pitido me saca de mis pensamientos maternos. Huelo primero el olor a quemado y luego veo como el pollo tiene una capa negra.
—¿Cómo va la comida, reina? —Pregunta mi médico favorito. —Veo que mal.
Pongo una mano en mi espalda suspirando frustrada.
—Se supone que tu eres el que sabe cocinar. —Refunfuño acariciando mi vientre. —Las galletas a la basura, y el pollo también. ¿Puedes hacer algo?
Alcanzó con una manopla las bandejas y las desecho.
—Creo que sí, pero te comprometiste a hacer la comida Beth...
—Te amo, Alexander. —Le beso con vehemencia cuando llaman a la puerta. —¡Ya voy!
Voy pegando saltos como si fuera una niña, recorro el pasillo largo y entro al recibidor. Abro la puerta y salto a los brazos de mi amiga. Toco su barriga que choca con la mía, y le recuerdo que tenemos que grabar un par de videos del antes y el después. Saludo al amigo de Alexander que es el marido de Kate. Me ofrezco para coger el carrito donde duerme Mark, le dejo un beso en la mejilla sin que su madre me vea, ya que me reñiría diciendo que lo voy a despertar.
—Pasad, Alex está preparando la comida. —Mi amiga me mira riéndose. —Se me ha quemado.
—¿Las dos?
—Efectivamente.
Pasamos a la cocina donde mi marido está cocinando, se ha quitado la chaqueta del traje y lleva un delantal rosa. Les sirvo una copa de vino a los chicos y nosotras tomamos un refresco. Vuelve a sonar el timbre y ya no corro tanto, pasan mi madre y su pareja, mi hermana, su marido y los tres niños.
—Un besito a la tita ¿No? —Digo en español.
—La tita esta gorda. —Dice un mellizo.
—Muy gorda, va a explotar. —Alega el otro.
Mi sobrina que ya tiene siete años salta a mi brazos y llena de besos mi vientre.
—Aprender de vuestra hermana jovenzuelos. —Les regaño atosigándolos a besos.
—Ya nadie dice jovenzuelos tita, tienes que actualizarte como el teléfono de mamá.
Suelto una risa verdadera despeinándolos. Saludo a mi madre, que está radiante con un vestido azul navy, y luego beso a mi hermana que la maternidad la tiene estresada. Les acompaño a la cocina cuando vuelve a sonar la puerta.
Abro sonriendo, y el hombre que me mira desde el otro lado se ríe juguetón.
—Ven aquí. —Exclama. —Pero que guapa estás.
Benedict me abraza con afecto al tanto que besa mi frente, se entretiene un rato en buscar cualquier movimiento que el bebé pueda hacer, y yo saludo a su esposa. Beso la mejilla de la pequeña Elsa que tiene ya cuatro años. Lleva un vestido de princesa azul, y su madre, la paciente Bethany, me dice que ha sido imposible quitárselo.
—Mira Eliza, soy la princesa Elsa, pero la de verdad, por eso mamá me puso el nombre, dice que se vino a este mundo porque su hermana esta reinando en el otro, pero yo iré y tomaré el trono. —Canturrea la canción entrando en la casa.
Su madre le sigue agotada mientras yo charlo con Benedict en la entrada.
—¿Cómo estás? —Es el único que sabe lo que sentí en el hospital.
—Llena de alegría, pero todavía pienso en ello, es como si formara parte de mi.
—Fueron cinco años, no intentes olvidar lo que fue tu salvación, solo recuerdalo con nostalgia.
Pasa una mano por mi cintura y me acompaña a la sala donde todos están compartiendo momentos de las navidades pasadas. La familia de Benedict siempre saca un día para pasarlo con nosotros, saluda a mi madre con varios besos y esta le sonríe sorprendida.
—Hola, querido, ni me acordaba que venías.
—Venga, fui el mejor yerno que tuviste.
—No quiero llevarte al hospital, Benedict. —Amenaza Alexander.—Además, a mi me tiene en alta estima, no es por ofenderte.
Pasamos al salón, donde cenamos tranquilamente. Después de unas cuatro horas les despedimos. Recojo mi pelo cuando Alexander llama mi atención.
—¿Te he dicho lo bien que te queda ese vestido rojo?—Musita meloso.
—No, señor Johnson, pero le aseguro que es solo un envoltorio, el verdadero regalo está dentro.
Se acerca coqueto quitándose la corbata y la camisa.
—Imagino que llevaras ese conjunto de lencería rojo, que deja ver todo tus pechos.
Bajo la cremallera del vestido y desvelo lo que él ya sabía. Toma mi boca con ansias al tiempo que bajo sus pantalones, me encuentro con su erección y la masajeo por encima del boxer.
Deja mi boca para besar mis senos, luego baja besando cada hueco que encuentra, y desliza mis bragas.
—¿Papa Noel ha dejado esto para mi?
—No, han sido los reyes magos. —Bromeo atrayéndolo a mi.
—Pues benditos sean.
Hacemos el amor con fuerza, llenando la casa de música celestial compuesta por nuestros gemidos ahogados.
—Elizabeth. —Gruñe mi nombre.
Nos tumbamos en la cama, desnudos y con el mundo en nuestras manos.
—Recuérdame porque eres mía.—Ordena mirándome.
—Porque sin conocerme robaste mi corazón y lo arreglaste. Porque a pesar de amarte, te necesito. Porque eres mi vida, mi sol y mis estrellas. Porque cuidas de mí, en esta vida y en otras, porque después de todo me elegiste, enseñándome primero como amarme a mi misma. Por eso soy tuya, y lo seré aunque me duerma cinco años más, porque lo que una vez ardió, siempre quemara.
Me doy cuenta, de todo lo que he aprendido, de como me supere, y de cómo tropecé cien veces con la misma piedra. De que le ame, le ame hasta el punto de sentirme desesperada y amada al mismo tiempo. Y aunque muchos afirmaran que estoy loca, yo seguiré diciendo que el hombre que salvó mi vida se llamaba Alexander Johnson, mi amante desesperado.
FIN
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Amantes Desesperados
RomanceEl deseo acumulado y las traiciones resentidas harán que la vida de Elizabeth Taylor se sume en un caos abrumador. Dentro de un mundo de lujos y trajes caros tendrá que hacer frente a un pasado incierto y a un futuro lleno de problemas. Elizabeth in...