38 - Castigo

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Narrado por Candy

Tres horas antes

- Rrrrrr - estoy tan molesta, pensé que los años lo habían hecho madurar pero ahora resulta que se pone celoso de Albert ¡Por Dios de Albert! ¡De mi papá adoptivo, del hermano mayor que nunca tuve! ¿A cuál loco se le ocurriría emparejarnos? Definitivamente era lo único que le faltaba imaginar a mi marido, una relación incestuosa.

- Marquesa hemos llegado - el chófer me abre la puerta. Entro al hotel directo a la recepción y pido una habitación adicional, no pienso dormir con el energúmeno de mi esposo.

- Señora solo le podemos dar la habitación de al lado por políticas del hotel, además su esposo pidió seguridad en ambas puertas de las habitaciones para resguardar su seguridad-

- ¿Cómo? No puede ser posible... necesito una habitación del otro lado hotel, no al lado- digo firmemente.

- Lo lamentamos Marquesa, lo que nos pide es imposible- tomo las llaves molesta y un séquito de tres guardaespaldas me siguen, entro a la habitación y cierro la puerta fastidiada. De repente miro una puerta interior abierta ¡Es imposible! Me asomo solo para confirmar que conecta con nuestra habitación, esto debe ser todo plan de Terry. Exhalo profundo para tratar de calmarme, entro resignada por mi maleta y miro mis compras de la mañana, mi "babydoll" francés que compré para darle una sorpresa a Terry, el enojo se me baja de repente y comienzo a añorarlo, cuando lo compré quería verme sensual para que pasáramos una noche increíblemente apasionada.
<<¿Qué dices Candy? No seas débil, no puedes ceder, ese hombre te dijo>>

- "Quiero estar solo" - digo en voz alta simulando su voz. Me enojo de nuevo, entro a mi habitación y busco el seguro de la puerta, pero ¡No tiene! ¿Qué clase de broma es esta? Miro al otro lado de la puerta y ahí sí hay cerradura. Por supuesto la del esposo tiene cerradura y la de la esposa no, a un estilo muy arcaico. Solo espero que no se atreva a entrar sin llamar a la puerta o sabrá quien es Candice Granchester.

Entro al baño para preparar la tina, esperando que el agua caliente logre relajarme, enciendo unas velas y agrego agua de rosas, eso siempre funciona. Sostengo mi cabello en un moño alto, entro a la tina, me acomodo descansando mi cabeza sobre una toalla pequeña y cierro los ojos. Inmediatamente comienzo a imaginar a Terry haciéndome el amor << Por Dios soy muy débil >> Pero la fantasía me rebasa y se va volviendo cada vez más erótica. Imagino sus manos acariciándome completa con toques mezclados entre ternura y pasión. Su húmeda lengua succionándome en los lugares correctos hasta llevarme al delirio. Siento como inconscientemente mis dedos ya están en mi entrepierna, así que comienzo a tocarme imaginando como su miembro se abre paso entre mi intimidad con fuerza avasallante, para luego salir casi del todo y volver a penetrarme con ímpetu. Una bola de fuego comienza a formarse dentro de mi cuerpo, así que elevo las sensaciones apretando suavemente mi pezón y haciendo que un delicioso e intenso escalofrío me recorra la piel. Mis jadeos se vuelven incontenibles mientras me contraigo rítmicamente. Aprieto mi zona G y el clítoris exactamente como él me ha enseñado, mis movimientos se hacen cada vez más ansiosos y el agua se comienza a salir de la tina, aunque es lo menos que me importa ahora mismo. De repente imagino sus profundos ojos azules mirándome con lujuria, lo que me lleva directamente a la cúspide. Jadeo largamente mientras disfruto de los escalofríos, la electricidad y la sensación de libertad que me ha causado el orgasmo. Salgo de la tina renovada, tanto que en lugar de mi camisón me coloco la más sensual de mis lencerías, es un conjunto de corsé, liguero y medias altas. Cuando me miro al espejo me gusta mi reflejo, a veces no puedo creer en la mujer que me he convertido, sé que la manera tan espontánea y tan natural en la que Terry adora mi cuerpo, ha hecho que disfrute al máximo mi sexualidad y me sienta cada vez más hermosa y poderosa.

Tu armónicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora