22 - Nueva York

5.5K 279 123
                                        

Narrado por Terry

- Terry no sabía que habían trenes con camarotes tan elegantes-

- Después de hacer giras tan largas, te acostumbras a viajar lo más cómodo posible, aunque este camarote no lo pedí precisamente por comodidad - le susurro al oído mientras la aprieto a mi cuerpo, pensé que después de hacerle el amor tantas veces me iba a sacear de ella, pero qué equivocado que estaba, ahora estoy peor que antes, me mantengo excitado todo el día, me basta verla para que se me ponga dura como una piedra y lo peor es que ella me mantiene el ritmo y se enciende cada vez que me insinúo - quería este camarote para tener la privacidad que necesito con mi recién adquirida y sensual esposa - ella me sonríe.

- ¿Haremos el amor aquí? Pero las paredes parecen muy delgadas - me dice mientras se sienta inocentemente en la cama.

- Esa es la clase que tendremos hoy ¿cómo hacer el amor en silencio?- le digo acostándola suavemente.

- Es imposible que haga silencio si me haces el amor a tu modo -

- Por eso tú me harás el amor a mí - me acuesto a su lado relajadamente - soy todo tuyo, hazme lo que quieras -

- Pero quiero poner mis condiciones- me responde mientras comienza a desabotonar mi camisa.

- Señora Grandchester dígame qué quiere de mí - tomo su trasero y la acomodo encima de mi cuerpo, ella da un gritito y se ríe.

- No quiero que me toques, hasta que te lo pida - exhalo profundo y la suelto resignado.

- Haré lo posible -

- Terry prométemelo -

- Te prometo hacer lo posible-

- Eres imposible-

- No soy imposible, soy sincero y no te lo puedo prometer porque eres como mi juguete nuevo en navidad y aún no me he cansado de jugar contigo a todas horas -

- Pero esta vez soy yo la que voy a jugar con mi juguete  - ella me sube los brazos y me aprieta las muñecas- nada de tocar - me termina de desvestir con manos ágiles, con confianza toma mi mástil haciéndome vibrar, frotando, lamiendo y chupando, cuando sabe que estoy cerca del orgasmo se detiene y me mira intensamente. Ella se baja de la cama y se desviste lentamente hasta quedar en ropa interior, es un juego de encaje muy pequeño y sensual. Quita los pasadores de su cabello y cae esparcido alrededor de su rostro, se vuelve y admiro su trasero, su cintura y sus piernas torneadas. Sus proporciones me ponen a temblar de placer, delineo su cuerpo con mis ojos, tratando de descifrar como es posible tanta perfección. Ella desabrocha su sostén y cae al piso, toma sus bragas y se las quita inclinándose lentamente hacia abajo hasta hacer que salgan por sus pies.

- ¿Puedo preguntar dónde aprendiste a hacer eso? -

- ¿Hacer qué? - ella se vuelve fingiendo demencia y me sonríe. Se sube a la cama y me besa el pecho, sube a mi cuello esparciendo besos hasta llegar a mi boca, me succiona el labio inferior metiendo sus dedos entre mi cabello, estoy con todas las sensaciones al límite, necesito desesperadamente amasar sus pechos, apretar su trasero y acoplarla a mi cuerpo.

- Pecosa me rindo, ya no quiero jugar - trato de tocarla, pero ella me toma de las manos y me las vuelve a poner sobre la cabeza- eres cruel- le digo pero ella sonríe victoriosa, me encanta lo atrevida que se muestra en la intimidad, siempre supe que sería una magnífica amante pero definitivamente ha superado por mucho mis expectativas. De repente se vuelve mirando hacia mis pies y con deliciosa lentitud se introduce mi falo, la imagen es tan excesivamente lujuriosa que me deja sin respiración para luego gruñir extasiado. Ella gime y ronronea, pero no se mueve, se queda estática, siento que el anhelo me matará.

Tu armónicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora