Tu armónica

34 - Fiesta Blanca para dos

Narrado por Terry

- Pecas, hoy tendremos nuestra segunda fiesta blanca para dos -

- Es precioso Terry... -

- Feliz primer mes de casados Señora Grandchester, ha sido sin duda el mes más feliz de mi vida - le digo mientras comienzo a desvestirla.

- También ha sido el más feliz para mí - quito la peineta de su cabello y sus rizos dorados caen como una cascada de oro, mientras su aroma a rosas va despertando cada uno de mis sentidos.

- ¿Te acuerdas cuando te pedí que esperáramos juntos el amanecer? - ella asiente sonriendo - moría por besarte y acariciarte así - con mis manos la toco desde el cuello, bajando por sus senos, luego a su cintura para terminar en su perfecto trasero. Ella cierra los ojos y gime mientras hago el recorrido de vuelta hasta terminar de nuevo en su cuello - quería demostrarte que te amaba, pero no sabía cómo, esa insinuación fue una manera desesperada de decirte algo sin decirte nada, solo esperando que me entendieras, aunque no fue así - ella se ríe, mientras le quito el sostén y lo tiro al suelo.

- Terry... yo era sumamente inocente... jamás pensé que querías hacerme.. ahhhh - ella exclama cuando comienzo a lamer sus pezones que ya están endurecidos - ...hacerme esto - ella me toma del cabello mientras me turno lamiendo entre sus dos botones rosas.

- Sí que quería... - la alzo en brazos para llevarla frente a la chimenea- si hubiera sabido que me amabas tanto como yo lo hacía en aquel verano, estoy seguro que cuando nos expulsaron del colegio hubiera hecho algo muy impulsivo- miro las mantas que han dejado sobre el sillón y las bajo para acomodarlas sobre la alfombra.

- ¿Qué hubieras hecho? -

- Te hubiera llevado conmigo - digo sin titubeos.

- Yo quería irme contigo - le sonrío, mientras me siento sobre las mantas y le extiendo mi mano para que haga lo mismo.

- Lo sé, pero no podía darte la vida que merecías, tenía poco dinero y un futuro incierto- la acuesto suavemente sobre las mantas, la oscuridad solamente iluminada por la luz del fuego y las velas la hacen ver aún más hermosa, casi como si no fuera real. Me desvisto ante su atenta mirada.

- Yo hubiera sido feliz solo estando contigo -

- Ahora lo sé - acaricio su brazo - si viviera de nuevo, haría las cosas diferentes y nunca, nunca me separaría de ti - tomo sus bragas con los dedos pulgares y lentamente las bajo por sus piernas, miro lo mojadas que están, así que mi miembro brinca ansioso. Las saco por sus pies dejándola totalmente desnuda, abro sus piernas y las levanto colocándolas sobre mis hombros, le daré el mejor sexo oral de su vida.

Me acerco a su dulce femineidad. Ella jadea por la anticipación, así que le sonrío, admiro su rubor y sus esmeraldas oscurecidas por la pasión. Tomo su perla entre mis labios, el sabor de su néctar me hace gruñir mientras ella gime largamente por la caricia de mi boca. Saco la lengua y comienzo a lamerla rítmicamente, ella comienza a contraerse y rodea mi cuello con sus piernas presionándome aún más contra su intimidad, así que la tomo con el mismo ímpetu y la succiono completa. Juego con mi lengua explorando movimientos para tratar de hacerla vibrar como nunca antes. De repente ella explota en un profundo orgasmo, gritando de placer, la miro sorprendido por la intensidad de su liberación, mientras ella queda laxa sobre la alfombra - Ven - la cargo hasta sentarme sobre el taburete del piano - Sabes ¿cuántas veces imaginé haciéndote el amor en este piano? - ella niega con la cabeza - miles - se ríe - así que necesito que me hagas el amor tú a mí exactamente como lo imaginé - ella se levanta volviéndose de espaldas, admiro su redondo trasero y sin poder contenerme le doy una fuerte nalgada.