Capítulo 27.

138 9 3
                                    

**Narra Niall**

Estaba sumida en un profundo sueño, al parecer, agradable. Sonreía ámpliamente hecha un ovillo entre mis brazos. Sinceramente, sí me había cagado ante la reacción de su madre. Noelia me había estado enseñando español durante años y, aunque nunca lo usaba, me consideraba un experto, por lo que todo lo que la Sra. Jonson dijo me chocó mucho. La charla posterior con los familiares ya fue mucho mejor. Era una familia agradable, aunque descontenta por el estado de su hija meses atrás.

Le acaricié el pelo observando embelesado su maravilloso rostro. Era un hombre afortunado por tenerla e iba a mantenerla por siempre a mi lado. Algunos recuerdos aprovecharon los minutos de harmonía para invadir mi mente y recordarme cómo había llegado hasta ese preciso intante. Estaba decidido, debía hacerlo. Una idea me vino a la mente y me pareció perfecta, aunque me aseguraría de ellos preguntándole al que una vez fue su novio.

Sus ojos comenzaron a abrirse y sonreí como un tonto. Era tan dulce y delicada.

-Buenos días-dijo con su voz ronca, la cual me encandilaba.

-Buenos días-le sonreí-¿cómo ha despertado la mujer más maravillosa del mundo?

-No sé, pregúntale-respondió ella conociendo perfectamente cómo se desarrollaría la conversación.

-Eso he hecho-junté nuestras frentes.

-Pues... He despertado junto al ángel que me alegra los días.

-Somos muy empalagosos, ¿lo sabías?-reí.

-Podríamos ser peores.

-Muchísimo peores-respondí antes de, al fin, darle el primer beso del día.

Se había levantado más cariñosa de lo normal y eso me agradaba, me iría muy bien para lo que tenía pensado.

Cuando fuimos a desayunar nos encontramos con que los padres de Noelia ya estaban acabando. Así que, en silencio, nosotros nos unimos. No tardaron mucho en unirse los otros tres y, de dos en dos, nos fuimos marchando.

Íbamos a tener un día ajetreado; Víctor y Adrián pasearían a Michelle por la tierra de sus abuelos, mientras que mi novia me enseñaría donde se crió.

Los padres no habían querido acompañarnos y, aunque me sabía mal, me alegraba bastante. Todavía se notaban un poco reacios conmigo y me incomodaban, aunque eso no pararía mis planes.

Mientras Noelia se preparaba para nuestro día fuera fui a hablar con Víctor. Le conté mis planes y esperé paciente su opinión. Entre él y Adrián explicaron que era una idea maravillosa y que, si lo hacía bien, los padres me aceptarían al fin.

Durante horas caminamos por las calles toledanas, cada una tenía una historia diferente que contar. Algunas increíbles conociendo la personalidad de quien las contaba.

Se veía la emoción en sus ojos a cada lugar al que íbamos. Sus ojos brillaban y, maravillada, saltaba y hablaba sobre lo sucedido ahí.

Comer en un restuarante nos ayudó a continuar el paseo durante un par de horas más. No paramos ni un solo instante hasta que, a las 19:00 nos sentamos en los bancos de un parque cercano al hogar.

Vimos a niños jugar, corretear de un lado a otro. Ambos sonreíamos y, mientras ella se mantenía callada con una sonrisa mirando las escenas, yo solo pensaba en crear, de aquí pocos años, una familia junto a ella.

Volvimos a casa poco después, no podíamos llegar muy tarde o los padres me matarían. Mientras me acercaba a casa cada vez me notaba más nervioso. En mi cabeza no dejaba de aparecer la imagen del lugar donde aquel diminuto objeto se mantenía a buen recaudo. No podía creer que el momento estuviera cada vez más cercano.

Ready To RunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora