Capítulo 30.

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**Narra Miriam**

Miré hacia el techo decepcionada conmigo misma. No podía creerme que hubiera dejado que esto ocurriera. No era una escusa decir que él se abalanzó sobre mí, igual que no podía llamarlo violación, porque sabía que en el fondo yo consentí que eso pasara.

Podría haberlo evitado. Separarme y ayudarle en lo que fuese que le había llevado hasta tal situación, pedirle explicaciones de su comportamiento y enfadarme por repetir aquel acto al que él llamaba error, pero no lo hice, le dejé continuar e incluso le guié hasta mi habitación.

De igual forma no podía negar que me gustó. Él tenía todas las pruebas, mis gritos, suspiros, súplicas, las reacciones de mi cuerpo; todo le indicó el placer que me invadía con cada caricia o envestida que él me proporcionaba.

Y cada recuerdo que tenía me hacía sentirme peor. Era una persona horrible. Sofía no se merecía esto.

Giré la vista hacia mi derecha pudiendo ver así a Harry. Todavía dormido se había destapado. Se encontraba desnudo, completamente expuesto ante mí. Después de lo ocurrido no tendría que avergonzarme tal vista, pero aun así lo hizo.

Se me rompió el corazón solo meterme en la piel de Sofía. Y la tristeza, el agobio y decepción  me invadieron solo pensar en lo que acababa de hacer. Comencé a llorar, aunque quise pararme al instante. No quería arriesgarme a que Harry despertara y me encontrara así.

Recogí mi ropa del suelo para ponerla en el cesto de ropa sucia y enseguida fui a mi armario para poder coger algo que ponerme. Miré hacia atrás una vez ya estuve lista y pude ver que él todavía dormía, así que simplemente me marché. 

Tenía miedo y me sentía avergonzada. No quería estar junto a él, solo mirarle a los ojos me hacía revivir la noche anterior. Esa noche que deseaba con todas mis fuerzas borrar de mi mente.

Dejé a Harry durmiendo en mi casa mientras yo me dirigía en busca de consejo. En busca de la única chica en la que podría confiar, la que sabía que me daría su consejo más sincero y no lo iría contando en cada rincón.

**Narra Maura**

No podía esperar el momento. No podía simplemente quedarme callada mientras hablaba con mi hijo o cuñada.

Ayudé en su reconciliación porque sabía que Noelia era verdadera, porque sabía que ella realmente amaba a mi niño, sabía que ella lo haría feliz.  Por eso, ver que se habían comprometido me hacía la mujer más feliz del mundo. Sabía que era extraño, toda suegra odia a su cuñada, odia a aquella chica que la separa de su hijo, pero yo me había mantenido años en paises diferentes a los que se encontraba mi hijo y, aunque ahora no habían aumentado en exceso sus visitas a Irlanda, agradecía que Noelia le trajera de vez en cuando. Ella amaba jugar con Theo, llevarselo al parque y mi nieto amaba a su tía. Mientras que yo aprovechaba para pasar los días abrazando y atacando con besos a mi pequeño. 

Hacía meses que no los veía. Fui a ver a Niall en uno de sus últimos conciertos y desde entonces las llamadas eran lo único que nos unían, por eso mismo me encontraba en un aeropuerto junto a mi exmarido, hijo, nuera y nieto.

Todos nos habíamos mantenido callados. Se suponía que era una sorpresa por el cumpleaños de Noelia. Estaba cada vez más cerca y queríamos celebrarlo en familia, nosotros ya la considerábamos parte de la nuestra.

Pedimos un taxi desde nuestra ubicación y dimos una dirección cercana a donde vivía mi hijo. Ni siquiera queríamos dar direcciones exactas, aunque ya mucha gente sabía dónde vivía.

Nos quedaba una hora de camino por delante todos juntos en el taxi. 

**Narra María**

Llegué a Londres nada más enterarme de que mi amiga también estaba de vuelta. En los escasos meses que llevaba en Irlanda ya las echába muchísimo de menos. Aitor tenía una semana libre y quise pasar ahí las vacaciones, cosa que él me concedió sin rechistar.

El primer lugar que visite al llegar fue la casa de Sofía. Quería que me contara su experiencia en LA, igual que quería que me contara cómo había sido conocer a Nash y Cam, esos dos chicos que durante tanto tiempo ella había amado.

Dejé a Aitor con la niña yendo hacia casa, aquella que habíamos mantenido en Londres y, mientrastanto, fui directa a su casa. 

Llamé a la puerta y me sorprendió ver un rostro tan destrozado y lleno de dolor cuando finalmente ésta fue abierta. Me preguntaba que había ocurrido en su llegada a nuestro país para que su estado de ánimo hubiera cambiado tan drásticamente.

**Narra Harry**

Me desperté solo en la habitación de Miriam y toda la realidad me golpeó en la cara. Lo había vuelto hacer. Me había dejado guiar por lo impulsos y había vuelto a dañar a las mismas personas. 

Había cometido otro error, esta vez muchísimo más grave. Yo solo me estaba alejando de las personas a las que quería. Sin ayuda de nadie, yo solito me encargaba de cagarla una y otra vez sin diferencia de más de un día entre errores. 

Eso debía ser un don, no mucha gente podía ser tan gilipollas como yo. Llevaba dos días martilleandome con la idea de haber besado a mi mejor amiga y no se me ocurría nada mejor que esta vez acostarme con ella. Todo un genio.

Me levanté de la cama y me vestí de nuevo. Ella se había ido y no me extrañaba. Después de lo que había ocurrido ni yo podía mirarme a la cara.

Cogí mi coche y esta vez me dirigí a mi casa. Aquella que, desde que había empezado con Sofía, no había vuelto a pisar. Era el único sitio donde me apetecía estar en aquel momento. Un lugar tranquilo en el que poder pensar y autocastigarme por mi comportamiento infantil.

Tenía ganas de golpear, llorar, detrozar y dormir. Todo al mismo tiempo.

Mi timbre sonó y lo primero que hice fue preguntarme quién había tocado, quién podía saber dónde me encontraba. Pensé en Sofía y no supe si abrir o mantenerme callado fingiendo que no estaba. Pero fue insistente y acabé yendo a abrir la puerta.

No me dio tiempo a ver nada antes de recibir una fuerte bofetada. No entendía nada. Me acaricié la mejilla que había obtenido el golpe y miré a la culpable.

-¿¡Qué coño haces, Noelia!?

-¿¡Cómo has podido!?-gritó-¿Estas son tus soluciones? ¿Acostarte con una amiga?-continuó con lágrimas de impotencia recorriendo su rotro.

Ready To RunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora