Capítulo 11.

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Pasado un mes desde aquella noche, llegó el momento en el que parecía podía sumirme en la mayor desesperación.

De forma demasiado prematura me mudé con él y nunca nos separamos desde entonces. Teníamos una razón, la gira se acercaba, lo sabíamos y queríamos aprovechar los segundos. Pero de esa forma la despedida se hizo más dura.

Desde el día de nuestra primera cita mi cara volvió a ser noticia. Todo el mundo pareció recordarme y por ello todo el mundo, todo/a directioner que pudiera encontrarme, me odiaba. Por supuesto había gente, tal vez un 10% de las personas me apoyaba; pensaban: "Si a pesar de todo Niall la quiere por algo será, ¿no?" Pero el número era demasiado reducido.

Junto a Niall esto era fácil. Él lo hacia así. Siempre a mi lado, mimándome con pequeñas caricias, dulces palabras y suaves besos que hacían que todos los insultos y todas las pérdidas de respeto se esfumaran por completo de mi mente.

Además, también tenía el apoyo de mis amigos. Aquellos que defendían la verdad y no la suposición. Aquellos que confiaban en el amor mútuo entre dos personas. Aquellos que habían visto el dolor de nuestra separación.

Pero, ¿cómo lo hacía yo en ese momento? Ese instante en el que no tenía aquel apoyo junto a mí. Lo entendía tenían una vida, no podían estar siempre pendientes de mí, no quería que así fuera.

Todas teníamos un trabajo, algunas tenían una familia ya formada. Era mucho más importante a mi parecer. De mis problemas debía encargarme yo.

Pero Niall no estaba a mi lado. Se mantenía de gira, conociendo mundo. Visitando diferentes países donde, lo más seguro, también me odiarían.

Me sentía sola. Sola y odiada.  

Volví a mi diminuto apartamento el mismo día que Niall comenzó la gira. Seguía trabajando en la cafetería y en la tienda donde trabajaba cuando llegué a Londres. A pesar de todos mis estudios no había llegado a mucho más, seguía buscando y recaudando dinero para crear mi propio sueño. Seguí desayunando en el restaurante de Miriam, encontrándome con Steve cada mañana. Me sentía como al principio. En mi llegada a Londres cuando todo parecía sencillo, unas simples vacaciones, cuando Niall seguía siendo un sueño.

Y por eso, en mis solitarias noches, lloraba. Mi almohada se mantenía húmeda, demasiadas lágrimas derramadas.

Parecía que mi sueño se estaba transformando en una pesadilla. Un mundo de color de rosa comenzaba a teñirse de negro.

En mis solitarias y lúgubres noches sentía que estaba sola. Que no tenía nada, ni a nadie. Muchos me odiaban. Las conversaciones con mis padres se besaban en las peticiones de mi vuelta a España. Mis amigos, igual que yo, tenían su vida, no podíamos quedar siempre. Mi novio se encontraba cada día en un lugar diferente del mundo. Se me acumulaban demasiadas cosas que, de no tener el problema del famoseo, tal vez no tendrían importancia. No estaría tan pronunciado, no me habría percatado.

¿Mejoraban los días? No lo creo. Trabajaba mañana y tarde de lunes a viernes sin descanso. Aunque eso era lo mejor. No tenía tiempo de pensar y aunque mis trabajos eran de cara al público y a veces tenía malas experiéncias, los fines de semana los pasaba en casa, aunque no siempre en la mía. Muchas semanas los pasaba en casa de María y me encargaba de la pequeña Jade mientras la pareja aprovechaba para irse a cualquier otro lugar juntos.

Me gustaba pasar tiempo con esa niña. Era feliz y, sabiendo que no entendía nada, podía desahogarme sabiendo que ella estaba concentrada en sus juegos, sus profundos sueños e incluso en sus propios pensamientos.

Había aprendido a fingir sonrisas. Ha responder con una ámplia sonrisa cada insulto, cada mal pensamiento que se presentaba en público. Pero en solitario no podía fingir más. Necesitaba mi apoyo, necesitaba a Niall a mi lado. 

Me dolía escuchar su voz cada día y sentirle tan lejos. Odiaba tener todo esto encima y que él no estuviera a mi lado. Necesitaba sus besos, sus abrazos, sus susurros en mi oído, sus te quiero, sus note preocupes mi amor. Eran tantas cosas las que él me aportaba, tantas cosas de las que él, sin darse cuenta, me protegia con sus actos. Con las pequeñas cosas de nuestra relación.

Y, aunque solo quedaba un mes de gira. Aunque sabía que pronto podría verle y estar a su lado. No podía alegrarme, no podía ser feliz. Porque seguía lejos, porque todavía veía demasiado lejos el día. 

Todavía, algunas noches, creía haber vivido un sueño. Pensaba que finalmente había despertado y, aun notando las consecuencias, no me había percatado de la acción. Pensé que tal vez la relación entre Niall y yo había sido solo una ilusión. Una fantasia que mi mente había necesitado crear. Tal vez así el odio que recibía no podía explicarse, pero no importaba. La negatividad que durante años había esquivado había aprovechado un momento de debilidad para atacarme y había ganado la batalla manteniendose ganadora durante meses. Solo Niall podía vencer, y solo estando a mi lado.

**Narra Niall**

Al acabar el concierto me sentí eufórico. Como siempre, la adrenalina seguía recorriendo mis venas. Había salido estupendo. Los fans habían estado como nunca.

Cada uno se había ido a su camerino. Después de años ya ninguno lo compartía. Era extraño porque, en realidad, solo estábamos en nuestro propio camerino durante 15 minutos, después nos reuníamos en uno para poder comentarlo todo. 

Pero ese día fue extraño. Era la primera vez que no llamaba a Noelia antes del concierto, entre una cosa y otra no había podido y ahora no quería despertarla. Pero Louis sí lo había hecho. Como su mejor amigo pensó poder hacerlo y su cara reflejó preocupación tras la llamada.

-¿Qué pasa? ¿Qué te ha dicho?-pregunté preocupado. Solo ese gesto me puso en alerta.

-Ha dicho que es feliz. Que los insultos no le afectan. Y que está deseando vernos, sobretodo a ti.

-¿Y por qué esa cara Tommo?-preguntó Harry.

-Porque no me lo creo.

-¿Y por qué iba a mentirte?-continuó Liam.

-Por no parar la gira. Por mantener a Niall feliz. Por no preocupar a nadie.

-¿Por qué no te la crees?-dijo esta vez Zayn.

-Por su tono de voz y porque, aunque ha jurado que no, había llorado.

No quise escuchar más. Debía hablar con ella. Sabía que tendría que habérmela llevado a la gira. Debería haberla mantenido a mi lado. Miles de remordimientos me invadían en esos escasos minutos. ¿Por qué me la creí cuando me dijo que todo iba bien?

Llegué a mi camerino y cogí mi móvil. Necesitaba saber la verdad, necesitaba verla feliz.

Lo cogió y menos mal, porque hubiera estado insistiendo hasta que lo huberia hecho. No dijo nada, solo pronunció un "hola" y esperó a que yo continuara. Parecía que se había cansado de fingir, tal vez solo le costaba. Le hablé de mil cosas para distraerle, le pregunté mil cosas para ver lo que pasaba, pero siempre conseguía evadirse. Pero entonces acerté en la pregunta, la derribé, conseguí que mostrara lo que realmente sentía.

-¿Qué necesitas mi vida? ¿Qué puedo hacer yo?

**Narra Noelia** 

Miles de ideas podían pasar por mi mente pero solo una era válida.

-Lo único que quiero es que estés a mi lado y me abraces bien fuerte-respondí sin poder reprimir mis lágrimas.

Ready To RunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora