Capítulo 38.

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Cuando desperté a la mañana siguiente y vi que Niall seguía a mi lado no pude evitar que mi corazón se ensanchara. Le amaba más que a nada, no quería, no podía separarme de él.

Él todavía dormía. Sus ojos se mantenían cerrados, su cara reflejaba la felicidad más absoluta mientras sus brazos rodeaban mi cintura. Era un ángel, al menos lo parecía. Así dormido, parecía tan inocente, tan cariñoso y feliz. Ante esa imagen recordaba por qué me había enamorado de él. En esos momentos parecía tan evidente, no entendía cómo se me podía olvidar tan solo un segundo.

Él era todo lo que necesita. Podíamos perderlo todo, menos el uno al otro. Él era todo lo que pedía, no quería nada más.

Sí, había cometido errores, pero yo también lo había hecho y sabía que nos quedaban más por cometer.

Le di un dulce beso en los labios y me levanté de la cama. Temía despertarle, quería que descansara. Al fin y al cabo se lo merecía después de tanto tiempo buscándome por diferentes países.

Di un último vistazo antes de salir de la habitación y cerré la puerta tras de mí. Caminé hasta la cocina, era un camino un poco largo, pero me había acostumbrado a recorrerlo. 

Una vez ahí me preparé un café y me senté en la península para poder tomármelo. Sonreí nada más ver que se acercaba Jonan, el segundo en despertarse. Me había caído muy bien estas dos semanas que habíamos vivido en la misma casa. Se había convertido en un buen amigo.

-Buenos días-saludó con voz ronca. Se notaba que acababa de despertarse.

-Buenos días-sonriente le di un sorbo a mi café y le miré acercarse a la nevera.

-¿Qué tal con el rubio? Ya escuché que la reconciliación iba bien...-rió.

-¡Jonan!-me atraganté-Niall y yo estamos muy bien ahora, supongo que pronto nos iremos a casa.

-Te echaré de menos, ¿lo sabías?

-Eres muy dulce Jonan-dejé mi taza en el fregadero y me acerqué a él para darle un beso en la mejilla-Voy a ponerme el bikini y a ver si ya se ha despertado mi niño, no voy a desaprovechar otro día de sol.

-Yo iré enseguida, quiero comprobar una cosa.

-¿Qué cosa?-me giré justo en la entrada de la cocina.

-Quiero ver si tu niño ha dejado de ser un celoso como él afirma.

-No hagas cosas raras. Yo seré la primera que te pare si veo que te sobrepasas.

-Entendido señora.

Le saqué la lengua y fui directa a mi habitación. Temía lo que pudiera hacer mi nuevo amigo, confiaba en Niall y no pensaba que ponerle a prueba fuera necesario, pero conocía lo suficiente a Jonan como para saber cuan cabezota podía llegar a ser.

**Narra María**

Había sido un día tranquilo. Aitor tenía el día libre y había sido él el encargado de llevar a nuestra niña a la guardería. Después de eso habíamos estado toda la mañana viendo películas románticas o de miedo con tal de disfrutarlas lo más pegados posibles.

Comimos juntos en un restaurante un poco alejado, pero valió la pena el viaje. Había sido tan romántico, tan íntimo y especial. Hacía mucho que no disfrutábamos así de un día juntos. En momentos como estos podía llegar a olvidarme de todos mis problemas concentrándome únicamente en mi felicidad.

-María, he estado pensando...

-¿Qué ocurre mi amor?

-Quiero tener otro hijo... El niño y así tenemos la parejita.

-¿Qué dices Aitor?

-¡Vamos! ¿No te apetece darle un hermanito a Jade?

**Narra Sofía**

Después de años algo se había comprobado. Si algo podía salir mal, saldría mal. Pero había algo más. María, Noelia y yo jamás podíamos ser felices juntas, al menos no por mucho tiempo.

Siempre que dos de nosotras triunfaba en el amor una sufría. Eso se había convertido en una norma entre nosotras. Que las tres fueramos felices con nuestras perejas al mismo tiempo era algo imposible, algo que solo podía durar pocos meses. 

Ahora que Noelia era de nuevo feliz con Niall temía. Temía que mi felicidad fuera la próxima en derrumbarse. O que las cosas entre María y Aitor se derrumbaran. No quería que Noelia y Niall estuvieran mal, pero tampoco quería que quienes estuvieramos mal fuésemos María o yo.

Sabía que mis pensamientos eran extraños. Que no tenían por qué cumplirse. Siempre hay excepciones, tal vez al fin habíamos llegado a una.

Solo esperaba equivocarme. Solo quería que Harry jamás dejara de abrazarme por la espalda para poder susurrárme en el oído cuanto me amaba.

**Narra Niall**

No lo negaré, por supuesto que sentí celos.  Se veía complicidad entre ellos, pero lo más probable es que fueran imaginaciones mías. Solo eran dos amigos jugando en la piscina o bailando en el jardín.

Separarlos era sencillo y bien recivido. Cuando cogía a Noelia entre mis brazos ella solo sonreía y me guiñába un ojo. Ella lo sabía, había percivido mis celos, pero no dijo nada. Lo estaba haciendo bien, estaba reaccionando bien, porque, aunque de vez en cuando la cogía pidiéndole así un poco de atención, le permitía estar con él cuanto ella quisiera. Era su amigo y yo lo respetaba, no le iba a separar de todos los chicos. Era conciente de que no podía ser tan exigente, tan manipulador y controlador con ella. No solo por miedo a perderla, sino porque yo mismo era conciente de que eso era un gesto amominable, terrorífico, un gesto que me convertiría en un monstruo.

Me duché con ella y la ayudé a hacer las maletas. Íbamos a ir a casa, pero esta vez sería a la mía. Compartiríamos juntos mi casa, la cual se iba a deshabitar en cuanto nos mudáramos a nuestro nuevo hogar como un nuevo matrimonio con mucho que compartir.

Nos despedimos de Liam, Sophia y Jonan después de un maravilloso día. Había sido un buen amigo y, aunque él no lo creyera, le debía una muy grande.

Nos metimos en el coche y la llevé hacia nuestro nuevo hogar.Pero tuvimos que aparcar un poco lejos, me habían quitado el sitio después de un mes viajando de un lado a otro.

Cogidos de la mano caminamos hacia casa, aunque unos lamentos nos pararon. Noelia soltó mi mano y caminó pocos pasos hasta encontrar el culpable. Un cachorro se encontraba en un rincón de la calle. 

Mi chica lo cogió en brazos y me miró. Los dos me transmitieron la misma tierna mirada y al instante supe que quería.

-¿Podemos quedárnoslo? Por favor, Niall.

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