Capítulo 18.

143 9 0
                                    

**Narra Noelia**

Era increíble la velocidad con la que Niall dejaba de confiar en mí. Llevábamos casi un año saliendo, nueve meses a distáncia y no le había dado ninguna razón para desconfiar de mí. Aún así lo había hecho y, aunque amaba verle celoso, en ese momento me había enfadado. Me había cabreado muchísimo. Había sido muy injusto y maleducado por su parte el gesto que había hecho. Había sido brusca la manera con la cual me había separado de Víctor y en igual proporción, había sido muy insolente al hablarme de esa manera.

Reconozco que irme con Víctor fue un impulso. Solo quería demostrarle que no era él quien mandaba en esa relación, sino que ambos teníamos el mismo poder el uno sobre el otro. Pero aun así no me arrepentí, le echaba muchísimo de menos y teníamos muchas cosas que contarnos. Des del día que rompimos no habíamos compartido muchas palabras. Trabajaba todos los días exceptuando el domingo el cual quería descansar. Así que me dedicaba un par de minutos a la semana. Pero eso fue al principio, puesto que llegó un momento que, igual que mi hermano, desapareció y toda información sobre ellos desapareció.

Ahora que no reencontramos me contó mucho sobre su vida. Había empezado a salir con una chica llamada Adriana la cual era española, pero la había conocido en LA. Tenían una relación seria  e incluso habían adoptado a una niña de 5 años llamada Michelle. La habían adoptado un año atrás y se había adaptado muy bien. Ahora ella se encontraba junto a los padres de Víctor en LA mientras él y su novia paseaban por las callen londinenses.  Al enterarme de la estancia tan cercana de Adriana pedí conocerla y él dijo que pronto lo haría. Dijo que su pareja le recordaba a mí. Con ojos marrones y pelo castaño, con facciones parecidas y carácter a veces complicado. En ese momento temí mucho esa explicación. Semanas después de nuestra ruptura él confesó no haberme olvidado y aunque ahora cada uno había seguido su camino creando su propia historia, temía que la suya tuviera una protagonista demasiado similar a la mía.

Aún así yo no dije nada y desfruté del viaje.  Era mi amigo, un exnovio con el que había compartido miles de experiencias. No había secretos ni incomodidades entre nosotros, nunca los hubo y yo misma me iba a encargar de que así continuara. 

Estuvimos paseando juntos durante toda la tarde. Visitamos calles del centro londinense mientras nos contábamos lo sucedido durante los 5 años transcurridos. Hicimos algunas compras aprovechando el paseo y pasamos por Nando's. Sabía que no había actuado bien con Niall y le debía una cena, aunque él no había actuado del todo bien tampoco.

Víctor me acompañó hasta casa. Había oscurecido y, a pesar de las miles de veces que yo había caminado por esas calles a lo largo de mis casi 6 años ahí, él no quiso dejarme sola por las calles.

Me despedí de él a la entrada de mi edificio y, preguntándome qué iba a pasar a continuación, subí los 3 pisos a pié cargando las bolsas.

Abrí la puerta y me encontré con que todas las luces estaban apagadas. Niall no estaba ahí y, conociéndole, ni siquiera había aparecido por ahí.

Guardé el contenido de las bolsas y intenté llamarle, pero no me lo cogió. Apagado o fuera de cobertura, decía.

Comencé a sentirme culpable. Es decir, me había avalanzado a Víctor nada más verlo y después había pasado todo el día con él sin importarme nada más que mi propio orgullo.

Me di una ducha rápida y me cambié el conjunto. Me lo acababa de comprar, mi idea era regalarle una noche especial a Niall, pero algo me decía que la comida de Nando's no iba a ser suficiente ese día. Tal vez no fuera mucha cosa, tal vez sí, pero sabía que a Niall le gustaría y eso era lo que a mi me importaba.

Después de vestirme cogí las bolsas del restaurante y las llaves del coche. Tenía el presentimiento de que sabía dónde podía encontrarlo. 

**Narra Sofía**

Al final cumplimos todos los planes. Al llegar a casa lo primero que hicimos es jugar a cualquier juego de mesa que encontráramos por mi apartamento. Era increcíble que en el último viaje a España hubiera recogido esos juegos que me entretuvieron durante mis tardes infantiles. Después comimos juntos, algo rápido que tenía por la nevera. Al acabar nos sentamos juntos en el suelo y nos pusimos una película. Todo estába siendo mágico.

Durante los juegos estuve sentada en el regazo de Harry, el cual se mantenía sentado en el suelo de mi apartamento. Jugamos al Scrabble y al Monopoly, claramente ganando a uno y dejando la partida del otro en empate.

Era impresionante lo mucho que podían cambiar las cosas, porque de vez en cuando Harry me concedía un delicado beso en los labios intentando distraerme, pero simplemente consiguiendo que miles de mariposas revolotearan libres por mi estómago.

La comida tuvo de acompañamiento besos coquetos y pícaros. Harry estaba más cariñoso que nunca y lo estaba disfrutando. De postre le di mis pasteles, los cuales devoró en escasos minutos. Le encantaban y a veces dudaba si le gustaban más mis pasteles que yo.

La película que pusimos era de terror. Él la había escogido y he de decir que había acertado. Un pretexto perfecto para poder abrazarle y acurrucarme en su pecho. Una escusa para poder besarle y "distraerme".

Nos perdimos el final de la película, pues los besos se habían intensificado y durante incontables minutos nos habíamos mantenido con los ojos cerrados disfrutándo únicamente del roce de nuestras lenguas y labios.

Un solo instante de distracción me sirvió para saber que la película había acabado y con un rápido movimiento la apagué sin llegar a separarme de Harry.

Nos encontrábamos en el suelo y comencé a inclinarme dejando a mi espalda resposar en él mientras Harry se colocaba encima mío.

-No hemos vuelto a intentar llamar a tu primo o a la pareja-comentó entre beso y beso.

-¿De verdad eso te importa ahora?-susurré sintiéndome deseada y sin poder evitar soltar un suspiro placentero.

-Tienes razón-casi exclamó antes de quitarse la camisa y volver a abalanzarse a mí.

Dejándonos llevar por el instinto. El amor. El deseo. El placer.

Ready To RunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora