Capítulo 28.

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**Narra Harry**

Después de un mes en LA decidí volver a casa. Ver a mis amigos y familiares de nuevo y, además, separar a Sofía de Nash y Cam. Le presenté a los chicos pensando que sería un gran regalo para ella, pero en ese momento vi que había sido un gran error. Me la robaban. Poco a poco podía ver como ella se alejaba de mí por poder estar más tiempo con sus "nuevos amigos".

Pero, eso solo era el plan, ya que mi queridísima novia decidió quedarse en LA en el último momento, dejándome a mí solo en el avión de camino a casa.

Llegué a la hora de cenar y, sin pasar si quiera por la cocina, fui directo a dormir. Estaba cansado, sentía que podría dormirme en cualquier lugar en el que me encontrara. Mis parpados pesaban demasiado. Así que en el preciso intante en el que mi cuerpo tocó el colchón, quedé completamente dormido.

**Narra Noelia**

Comencé a caminar por las calles londinenses cogida de la mano de mi prometido. Me sentía muy feliz, le quería más que a mi vida.

La fotografía de mi anillo tardó un escaso día en salir a la luz. Al principio temí la reacción, pero me sorprendió ver que, poco a poco, esta nueva noticia creaba un nuevo punto de vista hacia mí. "#ForgiveusNoelia" apareció en twitter, miles de menciones explicando que, al fin, me creían y veían tan claro como yo el amor que sentía hacia Niall.

Y curiosamente, aunque agradecía todo aquello, no podía llegar a entender por qué ahora se daban cuenta, es decir, creían que salía con Niall por fama y riqueza y no pensaron igual del matrimonio.

Igualmente no iba a quejarme, yo era feliz y Niall también lo era. Todo lo que me importaba estaba bien, así que el resto me daba igual cómo fuera. Me bastaba con saber que la persona más importante de mi vida seguiría por siempre a mi lado.

**Narra María**

-Hace una semana que lo sabes, deberías llamarla ya-me aconsejó Aitor por vigesimoquinta vez esa semana.

-Ya te lo he dicho, nos peleamos y ahora no creo que quiera saber nada de mí. Ni siquiera se alegrará de mi felicitación.

-Yo ya la he llamado, mi vida. Están super felices y lo primero que preguntó es si tú estabas conmigo.

-¿De verdad?

-De verdad, llámala. Yo me encargo de Jade.

-Está bien.

**Narra Miriam**

Nada más acabar mi jornada fui a buscar mis cosas. Me sentía agotada después de un día de trabajo en el mismo lugar en el que llevaba trabajando 10 años. Todavía me preguntaba cuando cambiarían las cosas, cuando conseguiría un trabajo mejor o cuando conseguiría que alguien se fijara en mí.  Veía un montón de parejas a mi alrededor, todos mis amigos tenían a alguien a quien amar y yo seguía sola. No lo entendía, yo era buena persona, amable, cariñosa, honesta, amiga de mis amigos... ¿Por qué nadie se fijaba en mí? Tal vez el destino me reservaba a alguien tan especial que para compensar debía sufrir años de soledad, quién sabía. Solo podía preguntarme cuánto faltaba para saber esa respuesta.

Miré mi móvil y vi que tenía "3 mensajes de 2 contactos". Lo leí rápidamente y, sinceramente, uno en particular me sorprendió mucho.

Noelia: "Hola peque... Hace mucho que no hablamos. Tenemos que quedar ya o ya :)"

Harry: "Hola guapísima"   "Oye, estoy solito en Londres, ¿te apetece quedar?"

Al final ese día iba a ser mucho mejor de lo que pensaba. Le dije a mi amiga que de quedar otro día y le respondí a Harry con un efusivo "Sí". Al final quedamos esa misma tarde, tan solo dos horas más tarde.

**Narra Harry**

Me apetecía quedar con mi mejor amiga e igualmente no tenía nada más que hacer. No es que ella  fuera mi última opción. En realidad, prefería quedar con ella antes que irme con Noelia a alguna parte. Sonaba horrible porque era la prometida de uno de mis mejores amigos, pero Miriam siempre se mantuvo a mi lado, apoyándome, aconsejándome, siendo una verdadera amiga.

La cuestión es que, finalmente fui a por ella. Ya me esperaba, enfrente de su casa. Con un conjunto de invierno lo suficientemente tapado para no pasar frío y a la vez lo suficientemente escotado para llamar la atención de cualquier hombre con gusto.

La saludé con dos besos y juntos comenzamos a caminar sin destino fijado. Hablabamos de poca cosa, ningun tema luchaba por predominar y, durante bastantes minutos temí que esa quedada fuera la más aburrida de la historia, pero para cuando quise darme cuenta ya estabamos en mitad de una entretenida conversación interesante, pero absurda al mismo tiempo.

No podía parar de reír, es más, no paré en toda la tarde. Ni siquiera pensé en si en ese momento Sofía seguía con sus grandes amigos por LA.

Caminamos durante horas visitando tiendas de las cuales ni nos fijábamos en su contenido. Tomamos un chocolate en un centro comercial. Y, sentados en unas mesas que había colocadas en medio de la nada de ese mismo establecimiento, pasamos horas hablando de nuestras vidas.

Era increíble todo lo que escondía. Todas esos maravilloso detalles que le hacían una persona mucho más atractiva de lo que ya era de por sí. Mientras ella hababa contándome sus experiencias y gustos, a mí se me ocurrió una idea. Sabía con quién podría pegar Miriam. Sabia quién era su media naranja. Siempre lo había tenido ahí, ¿por qué no caí antes?

De camino a casa me tocó a mí contar mi historia, mis anécdotas e inseguridades. Acabé hablando sin pensar siquiera qué historia salía de mia labios, sin preocuparme de lo que podría ser desvelado. Porque yo sabía que todo lo que ahí se decía, ahí se quedaría.

Sin darnos cuenta acabamos en el portal de mi casa y como todo un caballero le dejé entrar. Al fin y al cabo ella me había ofrecido una tarde extremadamente agradable y lo menos que ella merecía era una pizza para cenar mientras veíamos algo en la tele.

Discutimos un poco sobre el sabor que escogeríamos, pero finalmente elegimos la de barbacoa, la dejé ganar. Igualmente a mí cualquier sabor me iba bien.

Dejamos la tele puesta y, para mi suerte, había maratón de comedia. Así que antes y después de la llegada de la pizza observamos atentos la pantalla y compartimos risas y comentarios haciendo la noche cada vez más especial.

Se sintió extraño cuando, después de ir a por un vaso de agua, me quedé depié justo enfrente suya. Me miraba fíjamente, ilusionada por el tiempo tan agradable que compartíamos y extrañada por la mirada que yo le transmitía.

No sabía que me pasaba. Era como, si después de un mes siendo ignorado (tal vez dramatizo demasiado, pero yo me sentí así) finalmente encontrara a esa persona que realmente me quería, me escuchaba y se preocupaba por mí. Hacía todo lo que Sofía no había hecho durante demasiado tiempo.

La miré encandilado, apasionado y sufriendo una dura lucha interna que acabé perdiendo cuando, por impulso, acorté la poca distancia que nos separaba y la besé con todas mis ganas.

Pero no era a Sofía a quien estaba besando sino a Miriam. Estaba cometiendo un error y lo sabía.

Ready To RunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora