13- Maratón 3/3

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13| Karma

"A veces no sé si realmente eres el amor de mi vida o alguna especie de mala jugada del karma en contra mío"

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—¿Tan poco quieres a tu nueva vieja que dejas que monte el caballo de...?—Me separo a la brevedad cuando oigo una voz varonil desconocida—¡A la madre!—El rubor sube a mis mejillas y me separo de Iván cuando dos hombres nos ven atónitos, su forma de vestir es todo lo contrario a la de Iván, traen camisas, jeans ajustados, zapatos estilo mocasines y dos cachuchas. En sus manos traen bolsas que no dejan ver su contenido. Uno de ellos parece reaccionar y se acerca a nosotros.

—Trajimos carne para hacer asada porque tengo un chingo de hambre—El otro golpea al pelinegro viéndolo mal.

—Quiso decir que no sabíamos que estabas ocupado, carnal.

—Pues...Si te incomoda puedo decirles que vengan otro día.—Me susurra y niego, sería descortés y más incómodo aun.

—Soy Alfredo y éste es Ovidio—Señala al que golpeo recién y agradezco que no se acerquen a saludar. Pues pandemia.—Hermanos de Iván.

—Soy Amber.

—La enfadosa de Marietha insistió en venir y traer dos amigas.—Habla Ovidio y a lo lejos reconozco a la mujer de mirada asesina con la que Iván discutió el día en que me llevó a la finca.—No sé por qué no la lanzo de una avioneta, ya me estoy tardand...

—Ya hablamos sobre eso—Iván entrega las riendas del caballo a un empleado y los ojos del animal me conmueven por lo que me acerco perdiendo el miedo, beso su cabeza y lo dejo ir tras darle unas leves palmadas.

Ambos hombres, hermanos de Iván, me observan como si estuviesen viendo un espectro. Por algún extraño motivo no me molesta, me intriga el saber por qué me miran así. No creo que su hermano nunca les haya presentado una muchacha como yo.

Me guardo las preguntas para mí y camino detrás de Iván, ignorando la mano que me extiende para ayudarme a cruzar el cerco, yo puedo por mí misma, no por no estar acostumbrada a este estilo de vida significa que no sepa levantar mis pies y treparme a un pedazo de madera.

—Toda una luchona la cuñada.—Dejo de renegar con la astilla que se enganchó en mi campera y me giro hacia el peligro. «Ovidio»

—¿Cómo?—Me atrevo a preguntar pero Iván me arrastra con él y le ordena a sus hermanos que enciendan el fuego alejándome totalmente de ellos.

—¡Apá! ¿Si me dejas ir a la ciudad con Amber para hacerme las uñas?—Noto como todo el cuerpo del mencionado se tensa y no duda en demostrar su disgusto, su hija insiste con un puchero y se acerca a tomar mis manos enseñándoselas.—Mira nada más, están muy bonitas y todo pero... Sin ofender, Amber—Voltea a verme por breves segundos.—Están muy fresas como para haber estado un fin de semana en Culiacán.

—Si te vas será con seis camionetas escoltándolas y regresas antes del mediodía, sino olvídatelo.

—Está bien—Cede la rubia.

Iván voltea a verla atónito pero no dice nada más que:

—Se me cuidan.


(...)


—Sigo insistiendo en que esto es innecesario. ¿Cómo le explicaré a mis amigos que llego en un helicóptero a la universidad?—Vuelvo a quejarme quitándome los auriculares, los cuelgo sobre el tablero, total no vine escuchando nada en el camino pero tampoco me quería quedar quieta sin hacer nada.

Karma | Iván GuzmánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora