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El único sonido que acaba con el silencio del interior del carro es el de la radio, Iván había bajado a cobrar una deuda con un viejo amigo, según él, y además compraría refrescos en su tienda antes de ir al rancho.

—Por la tarde tenemos cita con mi doc de confianza—Dice una vez que sube y me entrega un vaso.

—¿Es necesario? Te he dicho mil veces que aun no me hago la prueba.

—Tienes náuseas, Amber, te mareas estando sentada, cariño.—Suspiro dándome por vencida, está obstinado en no entrar en razón.—¿Qué otra prueba más necesitamos?

Asiento. Ya no discutiré más con él, cuando lleguemos al rancho, Ivanka se hará esa prueba de embarazo y si sale positiva se hará cargo del asuntito.

Mis manos temblaban con nerviosismo desde que comencé el día. Ya no puedo seguir cargando más con esta mentira.

A mitad del camino, en medio del aburrimiento que me generaba ver prácticamente desierto puro y el cielo oscuro por la tormenta que se avecina, tengo el valor de dejar de ver el logo en la guantera del Mercedes para ponerle fin a esta mentira.

—Iván.

—Dígame mi chula.

—Yo tengo que de...—El ruido de un rayo me pega el susto de mi vida.

Afortunadamente pasamos el último anillo de seguridad cuando la tormenta comienza. 

—Necesito dormir lo que resta del día—Digo dejándome caer sobre la cama. Iván, quien no aceptó irse a su cuarto, me imitó.

Corrió un mechón de cabello que tapaba mi rostro y por curiosidad lo miro luego de unos segundos. Estuvo viéndome así todo este tiempo, con un brillo único en sus ojos y una sonrisita que no se le ha borrado desde hace días.

—Te tengo un regalo.

—¿Qué es?

—Ábrelo—Dentro de la cajita roja que contiene un moño en su tapa, hay una con el claro logo de Rolex, dentro hay un fino y precioso reloj muy parecido al que recién noto que también trae él—Para que vayamos combinados.

Sonrío y le agradezco, está muy bonito la neta. Y combina muy bien con el resto de mis joyas.

Una vez que llegamos al rancho, el jefe de seguridad de Iván lo demora unos minutos lo cual agradezco internamente, me da la posibilidad de ir a hacer esa vuelta con Ivanka. Sin embargo, me canso de buscarla y nada que aparece.

Respiro hondo, tocará hacerlo más tarde.

Vuelvo al cuarto donde me sorprende ver a Iván quitándose la camisa.

—¿Qué haces?

—Prepararme para dormir—Dice como si fuera una obviedad.

—¿No comerás?—Digo al mirar por la ventana, está nublado y la tormenta sigue azotando La Sierra.

—Amber, vamos a dormir.

—Voy a almorzar y luego regreso.

—No te creo, mentirosa.—Río e}y hago el intento de salir pero es más rápido y se impone delante de la puerta. Hago un puchero y me rehúso hasta que deja caricias en mis brazos. Suelto un suspiro y no puedo resistirme mucho cuando hace un camino de besos por mi hombro, mi cuello y mandíbula.

Puedo sentir su sonrisa sobre mi piel cuando rodeo su cuello con mis brazos y me dejo consentir.

Al final no tenía tanta hambre.

Correspondo sus besos y no me quejo cuando me empuja delicadamente hasta la cama. Sus manos recorren todo mi cuerpo mientras me encargo de quitar mi vestido.

Karma | Iván GuzmánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora