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Después de un arduo viaje hasta llegar a donde reconocí como la casa de montaña de la familia en Canadá, alejada de la civilización y de cualquier medio por donde conseguir volver a mis vacaciones

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Después de un arduo viaje hasta llegar a donde reconocí como la casa de montaña de la familia en Canadá, alejada de la civilización y de cualquier medio por donde conseguir volver a mis vacaciones.

—Es que no puedo creer que hayan interrumpido mis vacaciones y además no me quieran regalar otras en algún lugar con clima caribeño para traerme a Canadá—Lloriqueo siguiendo los pasos de mis padres quienes ya abren las gigantes puertas de la mansión, al ingresar el alivio llega a mí al notar que el ambiente está templado y el frío no cala los huesos como allí afuera donde el otoño azota las montañas con su nevada.

—Ya te dijimos que en cuanto pase el peligro para ti, todo volverá a la normalidad.

—¿Y cómo cuándo será eso?

Papá me mira en silencio unos segundos hasta que se va hasta el ventanal de la sala y toma las cortinas que llegan desde el techo hasta rozar el piso, las abre revelando el mejor paisaje que nos pueden dar las montañas—Disfruta de este maravilloso paisaje, Amber, luego vemos el resto.

—¡No, el resto no! Primero tienen que devolverme mi teléfono, tengo una reputación que mantener. Segundo, necesito regresar para mis clases y tercera, odio este frío, no me gusta Canadá.

—¿No te gusta Canadá o estar alejada de ese criminal?

Abro mis ojos fingiendo estar escandalizada y comienzo mi show de palabras, logrando en pocos segundos que las lágrimas aparezcan. papá hace el intento de acercarse para consolarme pero mi madre con una sola mirada lo detiene.

Sorbo mi nariz llorando más fuerte, sino me harán caos al menos les agotaré la paz mental.

—A como sigas así te mando con los empleados a bajar las maletas del auto, Amber.

—Pero...—Como un recuerdo fugaz, las palabras que Ivanka un día me dijo al contarme como lograba chantajear tan fácil a su padre y a sus tíos, llegaron a mí—Está bien—Suspiro forzosamente—Entiendo su punto por más que no esté de acuerdo.

—Muy bien, mija. Es una actitud muy madura de tu parte.

—Markus—Mamá lo mira como lo hace conmigo cuando me regaña, con cizaña y amenaza—No puedes caer tan fácil bajo la manipulación de tu hija.

—Si salió a ti, Madeline.

—¿Puedo hablar con mis amigas al menos?

—Estás castigada, Amber.

—Pero Mad...—Ella rueda sus ojos y deja su chal tirado antes de irse, papá espera a que la empleada que vino a recoger el trozo de tela se marche y se acerca a mí.—Ten, que nadie se entere cariño—Miro mi mano, donde él deja mi celular—Sé que estás realmente arrepentida del comportamiento que estuviste teniendo y que ese criminal logró manipularte pero me alegra que recapacites, cariño.

Karma | Iván GuzmánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora