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Iván

Me despido de mis carnales tras cortar la llamada que mantuve luego de bajar del avión privado, una sola mirada basta para que mis empleados lo tomen como un saludo por lo que me monto en la Hummer donde me espera mi chofer y un escolta más. En la tranquilidad de la troca y con mi iPad encendido, me encargo de buscar el mail que me envió la empresa donde compré el rastreador que envié a poner en el teléfono de Amber, no me tardo más de dos minutos en ubicarla y ordenar dirigirnos hacia esa zona, busco su contacto en mi lista y no dudo en ponerme en contacto con esa castaña de ojos claros que me hace rabiar tanto.

—¿Qué quieres?—Su forma de responderme no hace más que sacarme de mis casillas pero intento ignorar aquel sentimiento de impotencia al no poder domar la fiera que hay en ella, aún. 

—¿Dónde andas?—Intento fingir y creerme el papel de menso pero esto no es lo mío, sé a la perfección donde está, por qué motivo y también estoy muy seguro de que Amber debe comprender cuán fácil me es conseguir todo lo que deseo.—Seamos breves, ¿Por qué te fuiste a Colombia, plebe?

—Por que se me dio la gana, Iván—Aprieto mis labios conteniendome, sé que si la provo haré estallar el enojo y la frustración que al parecer carga.—¿Cómo sabes que estoy aquí?

Sonrío para mi adentros notando cuán inocente es y todo lo que debo de corromper todavía. No me voy con rodeos y la orillo a enviarme su ubicación exacta pues el rastreador da una ubicación aproximada de unos ciento cincuenta metros.

Ternura es lo único que me causa cuando la veo caminar hacia mí con su ceño y nariz fruncidos, apretando sus labios y sus puños a los costados de su cuerpo caminando a paso fuerte, está furiosa y su pequeña silueta la delata, mi momento favorito es cuando sube y me toca controlar el mal genio que normalmente que tengo con el resto de personas y debo de soportar los capricho de la niña fresa.

Me trago las molestias que causan sus malas contestaciones y llega un punto donde me desconozco. ¿Yo, tragándome mi orgullo, mi impulsividad, mi poca paciencia y volando a Colombia simplemente para rescatarla? Respiro hondo notando que Amber es la forma en la que la vida se está cobrando su Karma por el mismo trato que yo les daba al resto de personas que me rodean o simplemente a las mujeres con las que compartía minutos y noches.

Las piernas descubiertas de Amber, quien está empinada en el asiento de la camioneta, es lo que me vuelve a la realidad. Apreso mis labios entre mis dientes al tener la tentación tan cerca y no poder ni siquiera tocarla, la suavidad de su piel provoca que quiera pasar mis manos por sus glúteos y levantar la falda de ese maldito vestido que con cada mínimo movimiento se menea volviéndome loco. Llevo tanto tiempo deseando a esta mujer que parezco un adolescente hormonal con tan solo ver sus piernas. ¿Cuántas piernas desnudas habré visto en mi vida y ninguna me volvió así de loco como lo hacer Amber?

Debo de respirar hondo pero cuando noto que la castaña solo me está provocando y no es tan inocente en ese ámbito como creía, no dudo en dejar una nalgada en su trasero.

Amber

No comprendo a donde se dirige Iván cuando simplemente da una vuelta en U con el carro y se sube a la entrada de la cochera de la mansión que anteriormente estuvimos observando.

La curiosidad me gana cuando el imponente portón completamente cerrado se abre ante nosotros y no puedo evitar preguntar—¿Es tuya?

Él ríe entre dientes pero tampoco me responde por lo que mi confusión es aún peor.

Karma | Iván GuzmánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora