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—¿Bueno?

—¿Se puede saber... dónde.. estás que no me contestas?—No me hace falta demasiado para notar como Iván está conteniéndose y esforzándose para preguntar de un buen modo.

—Muy lejos de México.

—¿Te parece bonito, Amber? Yo esperándote como un pendejo y tu prefieres andar de viajecito con tus amiguitos. ¿En ves de estar aquí conmigo?

—No seas dramático Iván, ya hemos compartido mucho tiempo.

—Contigo nunca será suficiente tiempo, Amber.—Por un instante sus palabras provocan una revolución dentro de mí peor me obligo a volver a la normalidad. ¿A cuántas más le dirá lo mismo? Además ¡Es Iván!—Mándame tu ubicación en tiempo real que voy a ir a buscarte.

Inconscientemente aparto el teléfono de mi oreja frunciendo mi nariz. ¿Y este quien se cree?

—Escúchame bien, rancherito. (He visto que en otras novelas de Iván también le llaman así, ahí me disculpan)—Siempre me caractericé por ser una persona respetuosa, responsable y comprensible, hasta pacífica se podría decir, pero así también quien me conoce sabe cuanto me molesta que intenten darme ordenes o mantenerme controlada. Desde pequeña me crie sin que alguien me pusiera mis límites por lo que no dejaré que nadie quiera hacerlo a mis veintitantos años. Muchísimo menos un hombre y que además no conozco, por lo que llegó mi momento de hacerle saber a Iván quien mandará de los dos si insiste con seguir buscándome, aun más aprovechando que estamos a miles y miles de kilómetros, tan lejos que no puede hacerme nada.—Ni mis padres, ni mis abuelos ni mis nanas han logrado que les de explicaciones y mucho menos que les de el lujo de hacerles caso, así que vete borrando de la mente la idea de que voy a ser tu sumisa porque eso no será así, ahí ves como me encuentras cuando regrese.—No le doy el tiempo suficiente a que me responda porque finalizo la llamada, sé que nada de mis palabras le agradará peor no estoy aquí para agradarle al mundo sino para hacerme valer, respetar y que todos tengan muy en claro mi forma de ser si quieren tenerme cerca. Por lo que sintiéndome mejor que nunca, apago el teléfono y voy hasta donde Alba y Ana Sofía sacuden sus manos invitándome a sumergirme en el agua y observar como los chicos usan las motos de agua.

(...)

—Solo una más y te prometo que ya nos vamos al hotel.—Suplica Alba y me rindo aceptando, le tomo tantas fotos como quiera con el atardecer de fondo y el agua cristalina que le llega hasta la cintura, posa de diversas formas y yo busco diferentes ángulos hasta convencerla y dejarla satisfecha pero como siempre, Alba no se conforma e insiste en que me tome las mismas fotografías.

Acepto ya que debo de admitir que lucían muy bonitas y que quedarán muy bien en mi feed de Instagram donde constantemente comparto los retratos que me hago en los paisajes paradisíacos, urbanos o completamente tecnológicos alrededor del mundo a donde voy constantemente. Gracias a saber utilizar mis redes y hacer valer tantos factores para tener fotos tan bonitas y exclusivas, me he ganado miles y miles de seguidores en ellas.

Me atrevo a ir más allá de lo que hizo mi amiga y asegurándome de que realmente ya no quede ningún visitante más, me pongo de espaldas a la cámara y me quito la parte inferior de mi bikini. Alba grita emocionada por mi atrevimiento y comienza a indicándome como posar para favorecerme, mi cabello cae por mis hombros pegándose a mi espalda al estar mojado, el viento comienza a soplar y me inquieto con el hormigueo por el frío.

Un paro cardíaco les dará a mis hermanos cuando vean estas fotos, inconscientemente también me imagino una escena donde Ivanka se encuentre con mis redes y le enseñe esto a su padre, Iván también moriría.

Karma | Iván GuzmánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora