36- Persuasive

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-Adiós a los entrenamientos. Adiós al Quidditch. Adiós a ganar la copa en mi último curso.
-Erika, saldremos de esta.
-¿Y el partido contra Ravenclaw? Es dentro de cuatro días. Esta semana teníamos entrenamiento todos los días -le recuerdo.
-Veamos el lado positivo -dice Wood agarrándome por los hombros-. Eres la única del equipo que no puede entrenar, y te vas a perder muchos entrenamientos, pero aún así creo que podrás jugar. Eres buena por naturaleza.
-No sé, Wood. Iba a practicar muchas tácticas nuevas. Y no puedo dirigiros en los entrenamientos.

Se queda pensativo. Llevo la razón, y lo sabe.

-McLaggen jugará en mi posición -digo al fin-. Tú serás el capitán. Y que pase lo que tenga que pasar.

Me mira con pena.

-Daré lo mejor de mí -me sonríe.
-Siempre lo haces.

Me rodea con los brazos y recibo un cálido abrazo por parte de Wood. Con todo lo que lleva pasando últimamente, necesitaba recibir el cariño de alguien que me quiere incondicionalmente.

El mundo se me está cayendo encima poco a poco. Ya no puedo entrenar ni salir sola por el peligro que supone que ser n hijo de muggles con un basilisco por el pasillo ambriento de "sangres sucia". Por consiguiente, si no puedo entrenar tampoco debería jugar. Sería injusto para aquellos que entrenaran duramente pero no pudieran jugar en el partido.

-¿Qué harás mientras entrenamos? -me pregunta Liam.
-Supongo que iré a la biblioteca.
-Está bien. Te acompaño -dice entusiasmado-. No te pienso dejar sola.

Sonrío tras su propuesta. Es tranquilizador saber que Liam me cuidará todo lo que pueda.

-Te dejo ahora en la biblioteca y tras dos horas vengo a recogerte.

Asiento con la cabeza y seguimos el plan ideado por Wood. Irinicamente allí me encuentro con el causante de mis mayores problemas; con la razón por la que ya no puedo ir sóla.

Con máxima cautela y el silencio de la casi vacía biblioteca, me siento a su lado. No espero reacción alguna. Ya conozco demasiado bien a Riddle, no dará indicios de que se haya alterado por mi llegada. Es así de orgulloso.

-Tenemos que hablar.
-¿No era que nuestra relación había acabado para siempre? -dice impasivo, sin apenas desvíar sus ojos.
-La cámara de los secretos me parece un buen motivo para romper ese juramento.

Tras decir esto último, levanta la vista lentamente hasta que nuestras miradas se conectan.

-Cierra la cámara de los secretos -le ordeno todo lo calmada que puedo estar.
-No sabes ni siquiera si he sido yo -me desafía.
-Bueno, asumo que eres el heredero de Slytherin, al igual que Wiglaf de Raven...
-Pero no lo sabes con completa certeza -me interrumpe-. En realidad, ni yo, ni Dumbledore, ni Wiglaf, ni nadie lo sabe con certeza. La única que había descubierto la verdad fue nuestra difunta profesora Sallyand.

Frunzo la mirada. No sé a dónde quiere llegar con todo esto.

-Te recomiendo que no te precipites a acusar sin saber realmente quie...
-Riddle, no me engañas. He trabajado contigo sobre Salazar Slytherin y he visto como se te dilataban las pupilas al leer sobre la Cámara de los Secretos.

Indiferente, comienza a escribir un ensayo de astrología en un pergamino, cosa que me hace estar más alterada, si eso era posible.

-No trates de persuadirme. Esta vez no funcionará.

-¿Ya le has dicho a Wiglaf que nos besamos? -pregunta mirándome molesto-. ¿O has esperado para decírselo junto con lo de que nos tocamos en el lago?

Aparto la mirada bruscamente. Siento que sin establecer un contacto directo como una mirada con él, todos mis problemas se van. No obstante, sigo igual. Con un millón de pesos sobre mi espalda y ningún modo de solucionarlos.

-¿Y tú? ¿Se lo has dicho a Amy?

Al improvisto, Riddle golpea con su puño la mesa provocando un silencio aterrador. En ese preciso instante me doy cuenta de la presencia de una estudiante de Ravenclaw a unas mesas de nosotros. Por lo visto, Riddle también nota la mirada extrañada de la estudiante sobre nosotros, por lo que se levanta bruscamente y se dirige hacia una estantería lejana desde donde la estudiante no le puede ver. Frustrada, le sigo; no voy a dejar esta discusión al aire.

-Amy y yo no somos nada -anuncia impetuoso, una vez no nos encontramos al alcance de la mirada de la Ravenclaw.

-Amy no me dice precisamente eso. Dice estar muy feliz contigo. Aunque... últimamente está muy confusa por lo que hacéis juntos. ¿Seguro que no le estás haciendo algo? -le cuestiono, manteniendo toda la calma posible.

Calla durante varios segundos mientras me mira si apenas parpadear. Después de mucho tiempo, reconozco ese brillo de odio en su mirada que hacía tanto que no me dedicaba. Ese mismo brillo que le surgía cuando me llamaba sangre sucia.

-Tiene una marca atípica en el cuello. ¿Qué le estás haciendo? -exijo expectante. El comportamiento de Amy ha dejado muchas dudas en mí, y no sé cuál puede ser la explicación a todo esta rareza.

-Verás, Erika. La gente cuando tiene relaciones se hace marcas -sentencia dando media vuelta. Sin embargo, atrapo su musculoso brazo evitando que se aleje.

-¿Le estás haciendo daño a Amy? -pregunto perdiendo los nervios-. Joder, Riddle. Contéstame.

-¿Por qué te interesa? -pregunta desconcierto-. Tú no tienes nada que ver con mi relación con Amy -guardo silencio-. A no ser que te interese saber de nuestra relación por otros motivos. Motivos como celos.

Bufo al escuchar a Riddle. Él alza las cejas al ver mi reacción, desconfiando de mi seguridad respecto a mi falta de celos por Amy.

-Preocuparse por el estado emocional y físico de una amiga no es estar celosa. Me da igual lo que hagas con ella, siempre y cuando no le estés haciendo daño.

- No seas ingénua -se acerca y me aparta un meñón de pelo rebelde tras la oreja-. Tú misma le estás haciendo daño. No sé cómo se lo tomará cuando le diga lo que tú y yo hemos hecho en privado.

-Eso nunca sucedió.

-Puedes negar tus sentimientos, pero jamás los hechos, Erika.

heirs & romances [Tom Riddle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora