42- The Chamber

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Aún sin haber procesado la conversación con Wiglaf, y en medio de todo el caos por el cierre de la escuela, hallo una carta posada sobre la almohada de mi cama.

    -Nos vemos en el baño del segundo piso -susurro-. Tom Riddle.

Aquella persona que juré no volver a ver de alguna forma ha logrado entrar en mi habitación para continuar aquello que tan bien se le da; arruinar mi vida. Suspiro sonoramente. A estas alturas no tengo nada que ganar ni que perder. Mañana pondré rumbo junto con mi hermano y mis amigos de vuelta a Londres, probablemente a algún mugriento hostal que pagaremos con lo poco que nos han dejado mi madre y su novio. Ni siquiera han hecho el intento de venir desde Alemania para acogernos hasta la reapertura del colegio. Es en estos momentos en los que más echo de menos a mi padre; mi guardián y protector en todo momento.

A la llegada de la noche ya he dejado preparada mi bolsa de viaje con lo imprescindible, acompañada por la ligera esperanza de que el colegio nos pueda volver a acoger en el menor tiempo posible y sin ninguna criatura mágica que suponga un peligro para los estudiantes. En vista del encuentro nocturno con Riddle, decido ponerme un antiguo chándal negro y granate, y recojo mi cabello en una coleta a media altura. Me alisto de forma cómoda por si me tengo que pelear con Riddle o por si tengo que salir corriendo del basilisco.

A pesar de la innumerable lista de potenciales acontecimientos malos, salgo de mi habitación decidida a convencerle de que ya es momento de terminar con sus egocéntricas y dañinas actividades. La apertura de la cámara de los secretos ya se ha llevado la inocente vida de una estudiante, y su muerte me pesa cada vez más a cada minuto que pasa.

Una vez atravieso el umbral de la puerta que da al baño de la segunda planta me doy cuenta de que se me saltan las lágrimas. Posiblemente indicadores del estrés sufrido en las últimas horas; la discusión con Amy, la ruptura de Wiglaf, la muerte de Myrtle... A veces siento que no importa cuánto me aleje de Riddle, los problemas nunca se erradican. Siguen ahí y se agrandan cada vez más. Y siento que todo ello se debe a mi falta de iniciativa y tendencia a huir de los problemas en vez de confrontarlos.

De la nada, y entre el barullo de pensamientos culpables que flotan en mi cabeza, la puerta tras de mí se cierra y al girarme me encuentro con un Tom Riddle que lleva la camisa del uniforme arremangada y sin la corbata

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De la nada, y entre el barullo de pensamientos culpables que flotan en mi cabeza, la puerta tras de mí se cierra y al girarme me encuentro con un Tom Riddle que lleva la camisa del uniforme arremangada y sin la corbata. Consigo girarme a tiempo para secarme el rastro de lágrimas y lo miro durante un periodo de tiempo que se me asemeja a una eternidad. Su mirada se posa en cada facción de mi cara y en apenas una milésima de segundo, su mano se apodera de la mía y tira suavemente de ella.

    -Ven conmigo.

Aún sorprendida por la suavidad y calidez del tacto de sus dedos, lo sigo hasta uno de los lavabos, pensando en la espontaneidad del acto y en lo bien que encajan sus manos con las mías. Me fijo en el grifo del lavabo, del cuál asoma una diminuta figura de una serpiente, y las piezas comienzan a encajar en el puzzle que se ha organizado en mi cabeza.

heirs & romances [Tom Riddle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora