Capitulo 26.

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Desperté en mi cama y con un dolor de cabeza insoportable.

«Nunca volveré a tomar... - Repase la frase. - a tomar las cervezas al seco. Nunca

Me levante de la cama y me tropecé con mis pies.

Mierda.

Esta vez no estaba Ignacio para salvarme, así que le di un lindo abrazo al suelo.

Ignacio.

Mierda, mierda, mierda.

- Maldita Alaska borracha, si sabes que te vas a arrepentir de algo en la mañana, simplemente no tienes que decirlo y ya.

Trate de levantarme del suelo, pero no teníaa fuerza de voluntad suficiente, por lo que estire un poco la mano, busqué una almohada, la tire al suelo y la puse sobre mi cabeza.

- Dormiré— dije somnolienta. - ... en el suelo. - Completé y cerré los ojos.

No se cuanto estuve en el suelo. Tal vez un minuto o una hora, pero un golpe en la puerta logró que abriera mis ojos y me levantará rápidamente del suelo, (esta vez sin tropesarme).

Tenía unas ganas de vomitar asquerosas, y cada vez que daba un paso, sentía que el mundo se me venía en sima. Como ayer en las escaleras.

«Eres guapoLas palabras entraron a mi mente sin permiso y lograron que me sonrojara de vergüenza.

Abrí la puerta y tras ella me encontré con un Sebastián en las mismas condiciones que yo: mareado y con resaca.

Le cerré la puerta en la cara.

- ¡Hey!,- Escuche al otro lado de la puerta. - por favor dejame entrar. Mi cabeza explotará y moriré fuera de tu casa.

- Eres un imbécil. - Grite.

- Te lo dijo...- Resoplo. - Yo—

- Ahorrate el discurso. Estaba borracho y no sabía lo que decía. Por favor perdoname. - Una lágrima callo por mis ojos. - Un amigo..., por mas borracho que este...- Me seque las lágrimas. - no..., no va diciendo por la vida los secretos de su...- Paty...- amiga.

- No me vas a dejar aquí parado todo el día. - Pensé.

- Tienes razón, - Caminé hasta el cuarto de invitados. - no te puedo dejar ahí todo el día, pero tampoco quiero que entres, - Tome las maletas de Sebas y comencé a meter toda su ropa. - así que te irás de aquí.

Abrí la puerta y le tire la maleta.

- Als...

- Nada de Als. - Estaba furiosa, pero no lo demostraba. - Solo, vete.

Suspiro. Pidió perdón. Hasta creo que lloro un poco. Pero no lo deje entrar. Así que se fue al perder la paciencia.

Lo que hizo estuvo mal.

Y lo que yo hice estuvo peor.

Por eso hice lo que hice.

Ya basta de mentir.

El pelirrojo y yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora