Desperté en mi cama y con un dolor de cabeza insoportable.
«Nunca volveré a tomar... - Repase la frase. - a tomar las cervezas al seco. Nunca.»
Me levante de la cama y me tropecé con mis pies.
Mierda.
Esta vez no estaba Ignacio para salvarme, así que le di un lindo abrazo al suelo.
Ignacio.
Mierda, mierda, mierda.
- Maldita Alaska borracha, si sabes que te vas a arrepentir de algo en la mañana, simplemente no tienes que decirlo y ya.
Trate de levantarme del suelo, pero no teníaa fuerza de voluntad suficiente, por lo que estire un poco la mano, busqué una almohada, la tire al suelo y la puse sobre mi cabeza.
- Dormiré— dije somnolienta. - ... en el suelo. - Completé y cerré los ojos.
No se cuanto estuve en el suelo. Tal vez un minuto o una hora, pero un golpe en la puerta logró que abriera mis ojos y me levantará rápidamente del suelo, (esta vez sin tropesarme).
Tenía unas ganas de vomitar asquerosas, y cada vez que daba un paso, sentía que el mundo se me venía en sima. Como ayer en las escaleras.
«Eres guapo.» Las palabras entraron a mi mente sin permiso y lograron que me sonrojara de vergüenza.
Abrí la puerta y tras ella me encontré con un Sebastián en las mismas condiciones que yo: mareado y con resaca.
Le cerré la puerta en la cara.
- ¡Hey!,- Escuche al otro lado de la puerta. - por favor dejame entrar. Mi cabeza explotará y moriré fuera de tu casa.
- Eres un imbécil. - Grite.
- Te lo dijo...- Resoplo. - Yo—
- Ahorrate el discurso. Estaba borracho y no sabía lo que decía. Por favor perdoname. - Una lágrima callo por mis ojos. - Un amigo..., por mas borracho que este...- Me seque las lágrimas. - no..., no va diciendo por la vida los secretos de su...- Paty...- amiga.
- No me vas a dejar aquí parado todo el día. - Pensé.
- Tienes razón, - Caminé hasta el cuarto de invitados. - no te puedo dejar ahí todo el día, pero tampoco quiero que entres, - Tome las maletas de Sebas y comencé a meter toda su ropa. - así que te irás de aquí.
Abrí la puerta y le tire la maleta.
- Als...
- Nada de Als. - Estaba furiosa, pero no lo demostraba. - Solo, vete.
Suspiro. Pidió perdón. Hasta creo que lloro un poco. Pero no lo deje entrar. Así que se fue al perder la paciencia.
Lo que hizo estuvo mal.
Y lo que yo hice estuvo peor.
Por eso hice lo que hice.
Ya basta de mentir.
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El pelirrojo y yo.
RandomAlaska Black siempre estuvo enamorada del mismo hombre sin darse cuenta, aunque su mente no recuerda el nombre Fabián como algo importante, su corazón se acelera cuando lo escucha. ¿Y si un día todo cambia?. ¿Y si un día aquel nombre vuelve a tener...