Capitulo 32.

84 8 3
                                    

La ida al estadio, fue el camino más largo de mi vida.

Con Ignacio esperamos 15 minutos un taxi, y cuando por fin llego uno, ¡Sorpresa!, solo quedaba un espacio libre, así que tuve que sentarme en las piernas de mi amigo e ir a dos centímetros de su cara y muy apegada a la ventana.

Sentía su respiración en mi mejilla, y no puedo negar que eso provocaba que me dieran unas enormes ganas de besarlo. ¿Que acabo depensar?. Estupideces Alaska..., siemprepiensasestupideces...

- Eso te pasa por hacerme enojar y darte cuenta de tu error 2 horas antes del concierto Alaska... Si eso no hubiese pasado no...— Pero después de eso no seguí escuchando, estaba muy concentrada en el movimiento que hacían sus labios.

Apuntenme con una pistola, y cada vez que diga una estupidez, disparen.

- ..., ¿no lo crees Als?.

¿¡Que carajos dijo!?.

"Di Als otra vez, tu boca se ve provocativa cuando lo dices". Alaska copiando frases de libros desde que aprendió a leer.

Ya va un tiro.

- ¿Qué?. - Pregunté ya mirando sus ojos.

- Dije que creo que si dejaras de mirar mis labios sólo por un momento, sabrías de lo que estoy hablando. - Me sonroje al máximo, y doy gracias a Dios de que en el lugar de la fila en dónde estábamos no había mucha luz.

- No estoy mirando tus labios. - Dije aún sonrojada. - Solo estoy mirando tus dientes, son muy derechos y blancos.

Puso los ojos en blanco. - Claro Als...

Boca de Ignacio siendo provocativa... ¡AHORA!

Ya van dos tiros.

- No seas idiota. - Le pegué un puñetazo en el brazo.

La fila comenzaba a avanzar, poco, pero avanzaba.

Éramos casi las últimas persona en la fila, así que aunque avanzara un centímetro, éramos felices.

- ¿Peso mucho?. - Pregunte de la nada. Los temas de conversación se habían acabado y era un poco aburrido estar solo esperando que la fila avanzara.

- ¿Ah?.

Reí. - Que si soy muy pesada. - Reímos.

- Pesas como dos elefantes y un hipopótamo juntos.

- Oh..., gracias. - Miré al suelo y a los segundos sentí que su boca se acercaba a mi oído izquierdo.

Te desvíaste, esos labios ya deberían estar sobre los míos.

Ya van 3 tiros. Ya estoy muerta.

Una vez en el colegio, una profesora dijo que aveces lo que sentía el corazón, no era lo mismo que pensaba la mente. Obviamente no lo creí: "¿como alguien puede no sentir y pensar lo mismo?, es algo muy estúpido". Claro, pensaba de esa manera porque nunca había estado en una situación así. Pero ahora que estoy en ella, estoy completamente de acuerdo con mi ex profesora.

El pelirrojo y yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora