- ... y al final muere. - Me tapé la boca y reí. - Perdón.
- Alaska..., te pedí un resumen, no un súper hiper mega spoiler.
Ignacio dejo el libro en su lugar y me miró con odio.
- Es que me encanta hacerte spoilers, Ignacio.
Caminó hasta un pasillo y busco un libro.
- ¿Lo haz leído?. - Dijo mostrándome un libro. Negué. - Excelente, porque yo sí, y quiero decirte que el principal muere por salvar a su amada.
- Maldito desgraciado. - Le di un puñetazo en el codo y le di la espalda. - Te odio.
- Te quiero.
- Yo también..., - Reí. - yo también me quiero.
- Oh, vamos Alaska, era una broma, no muere, - Me di la vuelta, lo miré a los ojos y levante una ceja. - solo... - Miro el techo. - Perdón, no tengo otra palabra para describir la muerte. - Río.
- Te perdono, - Sonrió. - solo si me invitas un helado.
Puso los ojos en blanco y dijo: - Okey...
Salimos de la librería y caminamos hasta el puesto de helado.
Entrelazamos las manos y cuando estábamos a pazos del mostrador dónde estaban todos los sabores de helado se me quito el hambre.
- Ya no tengo hambre... - Separe bruscamente muestras manos y me di media vuelta.
- ¿Que pa– Paro en seco y gruño. - Alaska..., ¿cuando lo vas a superar de una vez por todas?. Ustedes ya terminaron, ya no son novios, no están más juntos... Él pudo encontrar a alguien más, ¿por qué tu no?, ¿por qué no puedes superarlo de una vez?.
Me giré para ver a Ignacio y un poco enojada dije: - ¿Sabes porque no puedo superarlo?, porque aún lo amo. Porque mientras él estaba quién sabe haciendo con ella, yo lo esperaba afuera de tu tienda a las 1 de la mañana para por lo menos sentir sus brazos, sus labios o solo escucharlo hablar. - Cerré los ojos tratando de que la rabia no me consumiera tanto. - Fue lo mejor que me paso en mi vida, y alguien tan fantástico no puede solo salir de tu mente y ya. - Giré un poco mi cabeza y vi que Fabián y Andrea aún se estaban besando. - No puedo encontrar a nadie mas cómo él, porque, lo que vi en él, no lo vi en nadie más, y no, no hablo solamente de su color de pelo. - Reí un poco, tal vez para espantar un poco las lágrimas. - Nadie me ha amado como él, y tal vez nadie lo haga nunca más.
- Tal vez si hay alguien Alaska..., solo que estas tan embobada por ese estúpido que no te das cuenta.
- ¿Y quien es?, ¿Daniel?, sí, claro. - Reí casi histérica.
Estaba furiosa. Y por el gesto que hizo Ignacio unos segundos después, deduzco que él también lo estaba.
- Tengo que irme. - Se dio media vuelta y camino unos pasos antes de que lo tomara por el brazo.
- ¿Que pasó?, ¿es por algo que dije?. - Él puso los ojos en blanco.
- Tengo que hacer algunas cosas, nos vemos otro día. - Y se fue. No lo detuve.
Mi estómago reclamaba comida, así que, después de asegurarme de que Andrea y Fabián no estaban, compré un helado y me senté en una de las mesas.
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El pelirrojo y yo.
RandomAlaska Black siempre estuvo enamorada del mismo hombre sin darse cuenta, aunque su mente no recuerda el nombre Fabián como algo importante, su corazón se acelera cuando lo escucha. ¿Y si un día todo cambia?. ¿Y si un día aquel nombre vuelve a tener...