Capitulo 30.

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- ... y al final muere. - Me tapé la boca y reí. - Perdón.

- Alaska..., te pedí un resumen, no un súper hiper mega spoiler.

Ignacio dejo el libro en su lugar y me miró con odio.

- Es que me encanta hacerte spoilers, Ignacio.

Caminó hasta un pasillo y busco un libro.

- ¿Lo haz leído?. - Dijo mostrándome un libro. Negué. - Excelente, porque yo sí, y quiero decirte que el principal muere por salvar a su amada.

- Maldito desgraciado. - Le di un puñetazo en el codo y le di la espalda. - Te odio.

- Te quiero.

- Yo también..., - Reí. - yo también me quiero.

- Oh, vamos Alaska, era una broma, no muere, - Me di la vuelta, lo miré a los ojos y levante una ceja. - solo... - Miro el techo. - Perdón, no tengo otra palabra para describir la muerte. - Río.

- Te perdono, - Sonrió. - solo si me invitas un helado.

Puso los ojos en blanco y dijo: - Okey...

Salimos de la librería y caminamos hasta el puesto de helado.

Entrelazamos las manos y cuando estábamos a pazos del mostrador dónde estaban todos los sabores de helado se me quito el hambre.

- Ya no tengo hambre... - Separe bruscamente muestras manos y me di media vuelta.

- ¿Que pa– Paro en seco y gruño. - Alaska..., ¿cuando lo vas a superar de una vez por todas?. Ustedes ya terminaron, ya no son novios, no están más juntos... Él pudo encontrar a alguien más, ¿por qué tu no?, ¿por qué no puedes superarlo de una vez?.

Me giré para ver a Ignacio y un poco enojada dije: - ¿Sabes porque no puedo superarlo?, porque aún lo amo. Porque mientras él estaba quién sabe haciendo con ella, yo lo esperaba afuera de tu tienda a las 1 de la mañana para por lo menos sentir sus brazos, sus labios o solo escucharlo hablar. - Cerré los ojos tratando de que la rabia no me consumiera tanto. - Fue lo mejor que me paso en mi vida, y alguien tan fantástico no puede solo salir de tu mente y ya. - Giré un poco mi cabeza y vi que Fabián y Andrea aún se estaban besando. - No puedo encontrar a nadie mas cómo él, porque, lo que vi en él, no lo vi en nadie más, y no, no hablo solamente de su color de pelo. - Reí un poco, tal vez para espantar un poco las lágrimas. - Nadie me ha amado como él, y tal vez nadie lo haga nunca más.

- Tal vez si hay alguien Alaska..., solo que estas tan embobada por ese estúpido que no te das cuenta.

- ¿Y quien es?, ¿Daniel?, sí, claro. - Reí casi histérica.

Estaba furiosa. Y por el gesto que hizo Ignacio unos segundos después, deduzco que él también lo estaba.

- Tengo que irme. - Se dio media vuelta y camino unos pasos antes de que lo tomara por el brazo.

- ¿Que pasó?, ¿es por algo que dije?. - Él puso los ojos en blanco.

- Tengo que hacer algunas cosas, nos vemos otro día. - Y se fue. No lo detuve.

Mi estómago reclamaba comida, así que, después de asegurarme de que Andrea y Fabián no estaban, compré un helado y me senté en una de las mesas.

El pelirrojo y yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora