22.

243 47 7
                                    

Mis pies pesan de manera sin igual, por el día tan agotador que se presentó en la Universidad pero ni eso me había impedido pedirle a Jin, que fuéramos a comer saliendo de clases, a casa de mis padres por supuesto.

Era una verdadera fortuna —y no tanto —la amistad que nuestros padres tenían, porqué de alguna manera nos daban la excusa perfecta para juntarnos —al menos para que los padres de Jin no sospecharan nada —pues el que ambos fuéramos herederos de grandes empresas nos daba gran respaldo para nuestras comidas fuera de la escuela.

Me encantaba la idea de tener con quien comer ahora, una pareja, claro que me encantaría más no esconder lo que tanto Jin y yo sentíamos pero teníamos que esperar, por lo menos hasta que Jin terminará la Universidad —que esperaba por mucho, fuera pronto —y así decirles a sus padres.

—¡¡YoonGi!! —de pronto un gritó desesperado, retumbo en todo mi departamento, acompañado de unos fuertes golpes sobre la puerta, rápidamente me levanté del sofá donde me encontraba tranquilamente descansando, al oír aquella escena fuera de mi departamento  —¡YOONGI! ¡POR FAVOR, ABRE!

Tan pronto como abrí la puerta de mi departamento, unos largos y delgados brazos, rodearon mi cuello, haciéndome sobresaltarme —¿Que haces, aquí? —pregunté, apartando la lentamente de mí.

Con calma mis ojos viajaron a la parte baja de su cuello, traía puesta una elegante blusa blanca la cuál estaba algo rasgada, dejando al descubierto parte de su pecho, sus pantalones blancos, de igual forma estaban rotos y sucios.

—Ellos... ellos —para nada entendía la presencia de JiWoo, aquí y menos con la ropa así como la traía. Sus palabras estaban siendo arrastradas por su garganta que carraspeaba insesantemente mientras un par de lágrimas descendian por sus mejillas.

Tenía un mal presentimiento de su presencia aquí, claro que sí.

—Ellos...

—Espera —intenté calmarla lentamente, sin apartarnos de la entrada un solo instante —Respira profundo —no me agradaba que rumbo estaban tomando las cosas hasta ahora, nunca había visto a JiWoo así —¿Quiénes son ellos JiWoo?

—Unos hombres... en la calle... me venían siguiendo —sus ruidosos sollozos me impedían pensar con claridad —, y-yo iba a la altura del edificio abandonado.

—Espera, ¿Y que es lo que hacías por ahí? —pregunte con demasiada intriga, apartando mis manos de sus hombros, para extenderle una pequeña cobija que reposaba encima de mi sofá de cuero.

—Eso, no, no importa. Ellos... querían abusar de mi... —pronunció con dificultad, volviendo a refugiarse en mi pecho —No sabía a dónde más ir —volvio a sollozar, manchando muy seguramente la camisa blanca que traía puesta.

—Tranquila, ahora estás bien —comenté, intentando calmarla. Debía pedirle un taxi para que pudiera irse a su casa pronto.

Lentamente comencé a apartar ha JiWoo, de mí. Esto definitivamente no me agradaba —JiWoo, voy a llamar a un taxi para que te llevé a tu casa, siéntate ahí —le indiqué, señalando mi pequeño sofa negro en un intentando por zafarme de su agarré.

—¡No! Yoongi, por favor. Déjame quedarme hoy, aquí contigo, te prometo que mañana temprano me voy. No quiero estar sola, no hoy —suplicó mirándome directamente a los ojos, algo que odiaba enormemente de ella pues reflejaban lo mucho que me amaba, algo a lo que yo no podía corresponder.

Con cierta rapidez se abalanzó sobre mí, sobre mis labios, haciéndome caer en cuenta a lo que verdaderamente había venido JiWoo, pues al mismo tiempo que me besó, un desconcertado Jin apareció frente a mí departamento, a solo unos metros de JiWoo y de mí.

—YoonGi... —su tono voz era bajo, estaba desconcertado y no lo culpo.

Sabía que todo, estaba mal. 

Sin siquiera decir nada más, Jin salió corriendo. Cómo pude y a toda prisa, quite a JiWoo de encima de mí pues tenía que explicarle a Jin, lo que había pasado, el porque JiWoo estaba aquí, que lo último que quería, era que pensase que estaba jugando con él.

—Jin... Por favor, detente —exclame, tan rápido como podía, al estar bajando las escaleras.

Jin, no me decía absolutamente nada, ni siquiera me insultaba al ir bajando, solo seguía y seguía corriendo, hasta que, tropezó, cayendo fuertemente varios escalones, hasta llegar al lobby.

—¡RÁPIDO! ¡SEÑOR SEUNG, LLAMÉ A UNA AMBULANCIA! —grité histérico —¡POR FAVOR, DESE PRISA! —grité más que nervioso. Una vez que llegué hasta donde se encontraba tirado Jin, alce su cabeza con sumo cuidado, acariciando levemente su mejilla intentando hacer que reaccionará pero no respondía, todo a mi alrededor se tornó peor, en cuánto la parte trasera de la cabeza de Jin, comenzó a sangrar, mis manos grandes y frías, comenzaron a llenarse de sangre, sangre de Jin.

Todo el trayecto en la ambulancia hacía el hospital, le suplique a Jin, de mil maneras que me perdonará por lo que había visto, que despertara aun si ya no quisiera estar conmigo nunca más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Todo el trayecto en la ambulancia hacía el hospital, le suplique a Jin, de mil maneras que me perdonará por lo que había visto, que despertara aun si ya no quisiera estar conmigo nunca más.

Mi amor por él, era aún más grande, más intenso de lo que yo pensaba. Este chico inconsciente, de cabellera castaña y hermosos ojos claros, se había metido en lo más profundo de todo mi ser y lo que menos quería era perderlo, no ahora que por fin, lo tenía conmigo pero si esa era la condición para que el viviera, estaba dispuesto a vivir sin él.

Luego de una muy larga espera de ocho horas, aún no sabíamos nada de Jin, al menos yo no. Los Señores Kim, eran los únicos que sabían a ciencia exacta la condición de Jin.

—¿Señores Kim...? —llamó el pelinegro doctor con la voz un poco más rasposa que cuando lleganos, de inmediato me levanté del enorme sofá color marrón de la sala de espera —Ya está fuera de peligro —mencionó, devolviéndome el aire —Podrán pasar a verlo pero sólo unos minutos. En unos momentos les haré pasar, sigue medio dormido pero es por la anestesia.

—Muchas gracias doctor —le agradecieron al doctor, antes de que se fuera, con al menos cinco reverencias, reverencias que desde luego, también le ejercí —¿Min? —la voz del Señor Kim, me hizo estremecerme y no era para menos, desde que les había llamado para decirles lo que le había pasado a Jin, no me habían preguntado el porqué Jin se encontraba en mi departamento, cosa que en verdad agradecía ya que no tenía ánimo, ni cabeza para nada que Jin se encontrará bien.

—S-sí —contesté con dificultad.

—¿Quieres pasar con nosotros? —preguntaron ambos padres de Jin, tomados de la mano, en definitiva no entendía que estaba pasando pero no me pondría a averiguarlo, no ahora.

—¿Enserio? ¿Enserio puedo pasar con ustedes? —velozmente, comencé una serie de reverencias a ambos. Estar con Jin, era lo que más deseaba ahora.

Al entrar a la habitación, lo primero que notaron mis ojos, fue la expresión desconcertada de Jin, al vernos o más bien al verme.

—Cariño, pensé que te habíamos perdido para siempre —sollozo la madre de Jin, apresandolo entre sus brazos.

—No vuelvas a hacernos pasar un susto igual —le mando su padre en un tono algo autoritario, que se desvaneció al abrazarlo como lo había hecho la Señora Kim, hacía unos instantes.

Yo... Sólo permanecí a un lado de la puerta, en la espera de una señal de Jin para que saliera de ahí.

—Papá, mamá, ¿Quién es él? —me señaló, dejándome completamente sin aire con el cual respirar de nueva cuenta.

Esto no podía estar pasando...

Serendipia ꒱ Yoonjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora