34.

207 30 8
                                    

El cuarto de hospital donde YoonGi se encontraba reposando, en definitiva tenía un ventanal maravilloso, no sólo porque tenía el tamaño perfecto, sino porqué contaba con la vista perfecta de la zona norte de la ciudad.

Quizá, ver el amanecer desde un cuarto de hospital, no era el mejor escenario para algunas personas pero para mí, lo era todo, ya que me encontraba con una persona a la que quería, alguien a quién amaba y eso para mí sin lugar a duda, era maravilloso.

La cama, se había convertido en el escenario perfecto para apreciar el amanecer. YoonGi me hizo tomar asiento en el borde izquierdo de la cama para finalmente sentarse él detrás de mí, rodeando con sus fornidos brazos, mi pequeña cintura. Nerviosamente temble ante su suave y gentil toqué, no sólo estaba erizando cada rincón de mi piel bajó mi ropa, sino todo en mí, desde cualquier cosa que quisiera decir ya que quedaban atoradas las palabras en mi garganta, hasta el pasar saliva era en demasía un tanto complicado.

Su respiración caliente, comenzó a soplar lenta y tortuosamente sobre la zona más sensible de mi cuello —¡Y-yoonGi! —tartamudee nerviosamente, mirándolo de reojo.

La vista de YoonGi se encontraba posada fuera de la habitación, en el hermoso y maravilloso amanecer que no tardaba en aparecer —Mande bonito —respondio tranquilamente, mientras separaba con cautela pero sobre todo con bastante torpeza, mis manos frías de sus cálidas manos.

Lentamente me levanté de la cama, dejando a YoonGi solo, sentado sobre la cama con una ligera expresión de confusión sobre su rostro.

Podía sentir claramente los latidos de mi corazón acelerarse, por lo que estaba a nada de decir. Mis manos, al igual que mis piernas temblaban con tan sólo ver los bellos pero profundos ojos de YoonGi —parecían sin lugar a dudas los ojos de un gato —la forma en la que estos se iluminaban al verme, me provocaba un cosquilleo en la parte trasera de mi cabeza, la sensación era un tanto familiar. Me recordaba tanto a mamá cuando se escabullia por las noches a mi habitación, sentándose a un lado de mi, acariciando suavemente mi cabello por largo rato.

—Acércate —pedí, observando como YoonGi me hacía caso —Tengo que decirte otra cosa —agregué, poniendo mis manos por sobre sus rodillas, serenamente —Necesitó que cierres los ojos —las expresiones sobre su rostro comenzaron a relajarse.

Una vez que YoonGi cerró sus ojos, lentamente acerqué mis manos a las suyas —que reposaban en los lados de la cama —fuertemente sujeté sus manos entre las mías, haciendo mis nervios, mis dudas, desaparecer completamente.

—Nunca me había sentido así con ninguna persona Min —comencé diciendo, después de unos segundos en silencio —Haces que todos mis movimientos se vuelvan torpes con tan sólo oír tu nombre —confesé, admirando la pequeña sonrisa que se empezaba a formar en su rostro —Mis manos sudan, mis piernas tiemblan, a veces siento que hasta respirar me cuesta —con un ligero apretón en mis manos, asintió en silenció para que continuará hablando —Es más, en estos precisos mi corazón está latiendo de manera sin igual —torpemente coloqué su mano, justo donde se encontraba mi corazón, acelerado por mis palabras, por tener a YoonGi frente a mí, por estar demostrándole que habló enserio —¿Lo puedes sentir? Es mi corazón, que late como un loco por ti —podia sentir la adrenalina en mi cuerpo correr —Y es que nunca antes me había sentido así, por nadie. Sólo tú, sólo Min YoonGi, provoca tal cosa en mí —despacio, bajé la mano de YoonGi a su rodilla nuevamente, sin soltarla —Cuando la profesora JiWoo nos secuestro a ambos, sentí un miedo inmenso —las imágenes tan vividas de aquel recuerdo, extremecian mi piel —Pensé que estás muerto, pensé que yo estaba muerto, pensé que nunca te volvería a ver y ciertamente la sola idea me aterraba totalmente porque no te había dicho tantas cosas que debía pero que sobre todo, que quería decirte... —las piernas de YoonGi, pasaron detrás de las mías, haciéndome acercarme calmadamente hasta él —Así que ahora que estamos aquí —suspire —Tú y yo, sólos los dos —mi respiración comenzaba a entrecortarse por lo que estaba a punto de decir —Te-te voy a confesar, que... —inhale y exhale una última vez —¡Te amo! —solté velozmente con algo de miedo, cerrando tan pronto como pude mis ojos —¡Te amo, Min YoonGi! —declaré, sintiendo nervios a más no poder, estaba al borde de un colapsó.

Serendipia ꒱ Yoonjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora