30.

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—¿Porqué demonios no despierta? —exclame bastante exasperado, soltando un largo y fuerte sollozó, rondando fuera de la habitación de YoonGi.

Las pequeñas heridas en las palmas de mis manos, comenzaban a tener marcas de sangre más pronunciadas, por mi desesperación a la situación.

Me negaba rotundamente a que aquellas heridas fueran curadas, si tendría que irme lejos de la habitación de donde se encontraba YoonGi.

Suficientes habían sido las pocas pero largas las horas de angustia y preocupación por él, como para alejarme por unas leves heridas en las manos.

En estos precisos instantes, sólo una cosa me importaba y esa cosa era que mi novio estuviera bien, que despertará, que me mirará con ese brillo tan especial en sus ojos como si yo fuera la mejor persona del mundo en esos momentos, que me besará tan dulce y tiernamente como sólo él sabía hacerlo, que acariciara mis mejillas suave y delicadamente, que besará mi frente al despedirse.

Los rulos de mi cabello, se encontraban exageradamente desordenados, no había parado de remover mi cabello con mis manos, durante las últimas horas.

—¿Cariño? —me llamó la madre de YoonGi, posando una de sus manos sobre mi hombro izquierdo, haciéndome voltear —Mi chófer está afuera del hospital. Te va a llevar a casq —comenzo diciendo tranquilamente —No quiero que tengas problemas con tus padres por no llegar a tu casa —continuo —Deja que mi chófer te lleve a tu casa, descansa un poco. Lo peor ya pasó, yo cuidare bien de él —por unos segundos su vista se centro en YoonGi quien se encontraba aún inconsciente —Estamos muy agradecidos con ustedes chicos —las cálidas manos de la madre de YoonGi, se posicionaron por sobre las mías y las manos de In Jae, al igual que las manos de su esposo —De verdad muy agradecidos, por haberle salvado la vida a nuestro hijo, a tu novio —las palabras de la madre de YoonGi, me hacían estremecerme.

—Gracias por haber cuidado de él —agrego con voz rasposa el padre de YoonGi, mirándome fijamente.

—No tienen nada que agradecernos, en verdad que no —mi espina dorsal se congeló en el preciso momento en que una doctora se adentró a la habitación de YoonGi.

Sabía de sobra que se trataba de la doctora en turno, haciendo un chequeó rápido a los pacientes en su piso. Revisiones meramente de rutina, que generaban en mi un sin fin de nervios.

—S-si, si no les molesta me gustaría quedarme —agregue, fijando toda mi atención a aquella doctora que se encontraba revisando la tabla de chequeó, donde yacían escritos los signos vitales de YoonGi, de las últimas horas.

—Con una condición, Jin —menciono, la madre de YoonGi.

—¿Cuál? —pregunte, intentando prestar atención.

—Que irás a la sala de curaciones a qué te curen esas heridas sobre tus palmas, ¿sí? —una sonrisa de media luna, se formó sobre el rostro de la madre de YoonGi.

—De acuerdo —asegure un tanto distraído, concentrándome más en la doctora dentro de la habitación.

—¿Señor Min? ¿Puede oírme? —La doctora que rondaba alrededor de los cuarenta años, empezó a hacerle un par de preguntas a YoonGi, mientras examinaba sus signos vitales.

Sin pensarlo dos veces, me adentre a la habitación en silenció. No le pregunté a los padres de YoonGi, como tampoco a la doctora de si podía o no entrar a la habitación.

Sólo pensé en lo mucho que deseaba estar cerca de él.

—Está semiconsciente pero es por la anestesia —inicio diciendo la doctora, al verme entrar — En un par de minutos despertará bien —menciono, mientras anotaba lo que suponía yo, eran los nuevos signos vitales de YoonGi, en la tabla de chequeó.

Serendipia ꒱ Yoonjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora