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La fuerte tormenta que había iniciado alrededor de las 5 de la tarde, seguía constante y sonante fuera del departamento del profesor Min YoonGi. Parecía ser una total y completa broma del destino que dicha tormenta nos hubiera juntado a ambos —casi desconocidos—, bajo el techo de aquél edificio abandonado, y sobre todo que ahora inclusive nos tuviera en el mismo departamento. Aunque si lo pensaba mejor esto ultimo había sido mi propia decisión, ya que, pude negarme pero no quise hacerlo, ¿por qué? ¿por qué perdería tan maravilloso privilegio?

El profesor estaba fuera de ser una mala compañía pero el silenció abrumador que inundaba su sala de estar, comenzaba a ponerme aún más nervioso de lo que ya me encontraba.

Hacía tan sólo un par de minutos que el profesor había tomado una canasta de color vino —la cuál contenía su ropa y la mía que se hallaban sumamente mojadas por la tormenta que a ambos nos había empapado—, y emprendió el camino al centro de lavado que se encontraba en su departamento de al lado.

Con calma encendí mi celular que se encontraba encima de la barra de la cocina, ya que seguramente tendría varios mensajes de desespero por parte de TaeHyung y In Jae.

Sorpresivamente para mi sólo había un par de mensajes, y estos eran únicamente de TaeHyung quién fuera de estar molesto por mí —tan repentina desaparición de las redes—, se leía con suma preocupación. Con las manos en extremo frías y los latidos de mi corazón por demás acelerados, teclee unas cuantas palabras explicando de manera simple y algo poco sencilla que me encontraba bien. Y es que aunque me moría de ganas por contarle a mi mejor amigo donde me encontraba en el preciso momento que le enviaba el texto, definitivamente esa era una conversación que tenia que darle en persona.

Luego de unos segundos, volví a mirar el pasillo que llevaba al centro de lavado, exactamente por donde el profesor se había ido y de donde ya se había demorado en salir. En silenció y con calma di pequeños pero certeros pasos adentrándome en aquél pasillo con paredes blancas por el que había visto al profesor andar.

Mis pies descalzos titiritaron por contacto con el suelo de mármol frío y lo hicieron aún más cuando un ligero rastro de agua abordó la planta de mis pies.

Rápidamente corrí hasta el cuarto donde provenía dicha agua. Mucha fue mi sorpresa cuando ví recargado de lado y con la mirada pérdida al profesor, sobre la única lavadora que había en su centro de lavado. El agua y espuma caían silenciosamente a sus pies.

—¡Profesor! —grité un poco asustado, haciéndolo reaccionar prontamente en un movimiento torpe que lo hizo caer al suelo cuál costal.

—¡Maldición! —exclamó con dolor mientras permanecía en el suelo sumamente mojado y lleno de espuma.

—¡¿Se encuentra bien?! —velozmente pose mi vista llena de preocupación y angustia sobre el profesor Min, quién se sobaba lentamente su hombro izquierdo.

Algunos estudiantes en la Universidad comentaban que mucho antes de que el profesor empezará siquiera su carrera había tenido un accidente automovilístico donde había quedado mal herido del hombro, mismo que no pudieron operarle de inmediato y que si él llegaba a hacer algún movimiento brusco le volvía levemente el dolor.

—Sí, estoy bien —contestó sin más, asustándome aún más el hecho de su hombro, el cuál seguía sobándose cuidadosamente —No te acerques Jin. No quiero que te vayas a ca... —Sin el más mínimo cuidado, di un pasó hacía el frente, cayendo rápidamente al suelo y al frente del pelinegro quién me miraba con cuidado, directamente a los ojos.

Serendipia ꒱ Yoonjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora