24.

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—¿Qué haces aquí bonito? —pregunté tan pronto nos comenzamos a separar el uno del otro. —No me mal entiendas pero me extraña verte aquí y más siendo... —Torpemente busqué con la mirada el reloj que había en alguna parte de mi habitación.

—Las 7 de la mañana —velozmente contestó.

—¡¿Qué?! —exclamé fuertemente a la vez que emprendí rápidamente el paso hacía mi enorme clóset, entrebuscando con ambas manos un par de toallas para meterme a bañar —Bonito, ¿me esperas me voy a bañar? —Sin siquiera esperar una respuesta por parte de Jin, me metí al baño a ducharme.

—Claro

Al cabo de unos quince minutos bajo el agua tibia de la ducha, salí con rumbo a la cocina con sólo una toalla por sobre mi cadera.

Los ojos de Jin inmediatamente se posaron sobre mí torso desnudo, del cuál aún escurrían algunas gotas de agua. Algo a lo que sus mejillas como la parte trasera de sus orejas no pudieron evitar colorearse de rojo.

Con cierta pena, centró su vista en la terraza al otro lado de la sala —Mhm, te hice el desayunó —carraspeo nervioso —Es-esta so-sobre la barra de la cocina. —Los nervios de Jin, lo hacían tartamudear apesar de que su vista ya estuviese en otro lugar.

—Gracias bonito —mencione algo divertido —¿Es interesante lo que vez allá afuera?

—¿Qué? Ahm, sí. E-el día está muy bonito —Algo más que nervioso, Jin emprendió una huída bastante rápida hacía la terraza —Cambiate, s-se hará tarde.

La manera en la que Jin había recorrido mi torso desnudo con su mirada me había hecho sentir más que nervioso, había sido por mucho algo totalmente nuevo pero maravilloso.

Lentamente emprendí el camino hacía Jin quien estaba apunto de correr hasta la puerta de la terraza —¿Porque huyes de mi? —Acorralándolo contra la puerta corrediza, me permití contemplar sus carnosos labios.

—Y-Yo n-no estoy huyendo d-de ti. —La voz de Jin seguía siendo entrecortada. Podía sentir como sus manos y piernas comenzaban a temblar, al mismo tiempo en que sus mejillas tomaban de inmediato un color rosa —Es s-sólo que se está haciendo tarde —el labio inferior de Jin comenzó a temblar también, en cuánto mis labios se posaron sobre los suyos.

—¿Estás nervioso bonito? —Separando mis labios de los suyos, pregunté.

Sabía de sobra que Jin estaba más que nervioso, pero quería que me lo negará para seguir besándolo mientras lo mantenía acorralando entre mis brazos, haciéndolo temblar únicamente con el toque de mis dedos y besos.

—N-no —contesto, moviendo con dificultad su manzana de Adán, de arriba a abajo, al mismo tiempo que miraba mis labios y relamia los suyos.

—Entonces... ¿Puedo...? —pregunte, acercándome, centrándo mi vista lentamente hasta el cuello de Jin, besandolo con delicadeza. Era cálido, un delirio. Con avides fui bajando hasta llegar a su clavícula, la cuál se encontraba un tanto descubierta —Más bien, ¿podemos hacer... Travesuras? —tanto los bellos de la piel de Jin, como los míos, se erizaron por completó.

—¡Mhm! —un pequeño gemido, salió de la boca de Jin, haciéndome sentir aún más nervioso de lo que ya lo estaba —N-no, no —sin siquiera darme tiempo a reaccionar, Jin se escabulló por debajo de mi brazo derecho —S-se nos hace tarde —La vista de Jin, dio un último vistazo a mi torso desnudo, antes de salir de mi departamento —Te espero afuera —mencionó, sonrientemente, guiñandome un ojo a su paso.

Yo quería volverlo loco a él, y él había terminado volviéndome loco a mí.

—Eso sería todo por el día de hoy chicos

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—Eso sería todo por el día de hoy chicos. Recuerden que el día de mañana tenemos examen, así que lleguen temprano. Si llegan cinco minutos tarde ya no podrán entrar, ¿de acuerdo? —pregunté, intentando asegurarme de que todos supieran las consecuencias.

—¡Sí! —gritaron al unísono todos de pie, dentro del enorme salón, listos para salir.

—Bien, ya pueden irse —inmediatamente enseguida, comencé a guardar las pocas cosas que había en mi escritorio.

—Profesor, ¿puedo hablar con usted? —agradecia en verdad, de haber escogido en la mañana, una playera de manga larga, ya que los bellos de mis brazos se erizaron por completó ante el tono de voz grueso de Jin.

—Claro, dame un momento —canturree, levantándome de la silla de metal, en la que me encontraba, buscando velozmente dentro del bolsillo izquierdo de adelante de mi pantalón, mi celular.

Una vez que divisé a todos fuera del salón, miré directamente a los ojos de Jin.

—Ahora sí, ¿Qué se le ofrece jovén Kim? —pregunté formalmente, en dado caso de que aún hubiera alguien fuera.

—Tengo una duda sobre el trabajó de hoy profesor —agregó calmadamente, mientras se dirigía a la puerta del salón —En la última parte, usted mencionó qué... —los dedos de Jin, se deslizaron hábilmente por el picaporte de la puerta, asegurandola por dentro —Mis compañeras no dejaban de comerte con la mirada —las palabras de Jin, eran algo resentidas, todo lo contrario a su rostro, el cuál tenía formado un puchero.

Frente a mi escritorio, un Jin berrinchudo se encontraba, con brazos y piernas cruzadas.

En definitiva, era algo fantástico verlo así... Celoso.

Con cuidado, salí de la parte trasera de mi escritorio, emprendiendo el paso, hacía Jin —¿Estás celoso? —divertido, hundí mi rostro en el cuello amplió y cálido de Jin, acariciándolo con mis labios.

¡Uhm! —un gemido algo estruendoso, salió de los hermosos belfos de mi bonito novio.

—Calla bonito. No querrás que nos descubran, ¿o sí? —Negando suavemente con la cabeza Jin, me aventure a subcionar con algo de fuerza una pequeña área de su cuello. Iba a asegurarme que cualquiera que viera a mi precioso novio, supiera que tenía dueño.


—E-esto, no e-está bien... —agregó, entre pequeños suspiros, por mi toqué delicado, a su maravilloso cuerpo —De-deberiamos parar —las manos de Jin, se encontrarán delineando mi espalda, bajando lentamente hasta mi cintura.

—Tú fuiste quién cerró la puerta con seguro bonito —sonrientemente, lo miré, completamente derretido ante mí.

Con cuidado, lo tomé de las piernas, haciéndolo sentarse sobre mí escritorio, importandome poco que al otro lado, mis cosas cayeran al suelo, estruendosamente.

—¿Quieres que pare bonito? —pregunte, a la par que comenzaba a desabotonar la camisa blanca con rosa, que traía puesta, la cuál se veía espectacularmente sobre él.

—N-no, no lo sé —contestó entre pequeños y suaves jadeos.

Serendipia ꒱ Yoonjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora