15.

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Dos días habían pasado desde que mi noviazgo con el profesor Min YoonGi comenzó, al igual que mi confesión a In Jae sobre mi orientación sexual se había hecho presente y afortunadamente todo pintada de maravilla, algo que realmente me asustaba, ya que generalmente las cosas que hacía en su mayoría no me salían del todo bien.

Mientras ese momento aún no llegará, me encargaría de disfrutar cada segundo que tuviera con el pelinegro.

—¡Chicos! —El pelinegro comenzó a alzar un poco más de lo normal su voz para llamar la escasa atención de los alumnos que se encontraban hasta atrás del salón —No olviden que mañana deben traer el proyecto que les encargué desde el día Lunes. —nos recordó por tercera vez desde que inició la clase.

Hoy se veía aún más guapo que de costumbre y no solo lo decía yo sino también las miradas sin vergüenza de varias de mis compañeras.

Con algo de rapidez, un poco más de la acostumbrada, el salón comenzó a vaciarse, lo cuál agradecía ya que aunque me costará admitirlo las miradas descaradas de mis compañeras comenzaba a irritarme un poco.

Por no decir que las fulminaba discretamente.

—Kim SeokJin, necesitó hablar contigo. —mencionó el pelinegro frente a los aún cuatro alumnos presentes que continuaban guardando sus cosas en sus respectivas mochilas calmadamente, estando entre ellos TaeHyung.

TaeHyung me había interrogado a diestra y siniestra aquella tarde en que me vi con el pelinegro. De verdad me encantaba tener con quién compartir mi más reciente felicidad. In Jae por otra parte me había hecho una que otra pregunta, con respecto a lo que yo sentía por el pelinegro, pero sobre todo preguntándome si aquél caballero de melena negra me hacía feliz, la cuál era una respuesta totalmente positiva.

Una vez que todos ya se encontraban fuera, me acerqué lentamente al escritorio del pelinegro donde permanecía sentado con una expresión de calma puesta sobre mí.

Antes de siquiera decirnos una sola palabra nuestros labios se juntaron en un beso tierno, haciéndonos sentir los más dichosos.

—Mmm... cereza —jadeo el pelinegro, al sentir el sabor del dulce que comí a mitad de la clase —Otra vez comiendo en clase, bonito. —lentamente paso su lengua por sus delgados y finos labios. 

—Lo siento, es una costumbre que adapté desde los 10 años —le aclaré —¿Y bien? ¿De que, quería hablar conmigo? —sin pensarlo dos veces, lo examine con la mirada, de arriba hacía abajo, deleitando mi pupila con su hermosa apariencia.

—Quería preguntarte si estabas bien, ya que noté que constantemente hacías muecas como de molestias y mirabas de una manera terrorífica a tus compañeras. —mencionó, un tanto despistado.

—No, no estaba bien. —formando un puchero, cruce los brazos y esperé sentado sobre su regazo de diera cuenta de lo que había pasado —Es que acaso, ¿no viste como mis compañeras te estaban comiendo con la mirada? —expresé un tanto berrinchudo.

—Te vez tan tierno haciendo tus berrinches —exclamó sonrientemente.

—No es gracioso Gi —expresé con ganas de subir un poco de nivel mi berrinche.

—Claro que lo es bonito. —No me di cuenta que con mis berrinches y leves escenas de celos, estaba haciendo crecer de poco en poco su ego. —No pensé que tus berrinches fueran tan necesarios en mi día a día.

—No, no son berrinches. —dije intentando sonar lo menos chiqueado que fuera posible —Además de que esté es el primer berrinche que te hago —corregí al pelinegro.

—Pues no que no era un berrinche. —se burló demostrándome cuánta atención me prestaba.

—Amm... no, no es un berrinche —Intenté excusarme.

—Y sí no es un berrinche, ¿Qué es? —preguntó con intriga.

—Son celos —respondí sin pensarlo, sintiendo un nudo en mi pecho por tal declaración —Acaso, no te diste cuenta como es que ellas te comían con la mirada —dije, formando un leve puchero.

—No, claro que no me di cuenta —comentó con tranquilidad —¿Y sabes porque no me di cuenta? —Alzando la mirada y permaneciendo en la espera por una respuesta por parte de él, me encontré con su mirada sobre mí.

—¿Porque? —pregunté, tan bajo como pude.

—Porque estaba viendo a mi precioso novio —no me importaba que hubiera sonado tan cursi, me había encantado —De los ciento veinte alumnos a los que les doy clase, solo me interesa uno y ese uno, eres tú —dijo, antes de que siquiera pudiera notar el momento exacto en el que llegó hasta donde estaba yo, depositando un pequeño beso sobre mis labios —No quiero nada que no seas tú Kim SeokJin.

En estos momentos, en este instante de mi vida no necesitaba nada mas que no fuera el pelinegro pronunciando mi nombre de una manera tan sensual, con su hermosa voz ronca. Su olor y sabor a café amargo impregnándose en mí.

—Min YoonGi, no sabes por cuanto tiempo espere por todo esto —Con los ojos cerrados pose mi frente contra la suya —Eres... —nuestros labios se unieron de nuevo, sin siquiera dejarme poder ejercer dos simples palabras.

—Cuando dices mi nombre completo y mucho mas de esa manera me es inevitable aguantarme las inmensas ganas de besarte.

Juraría que estaba en el cielo... Un cielo de besos... El cuál esperaba nunca acabará, que durará toda la vida.

—Min... —mis palabras quedaron atoradas nuevamente.

—Te dije que era inevitable aguantarme —un leve suspiro salió de mis labios, haciéndome volver a la realidad, realidad que me hacía sentir la persona mas afortunada del mundo.

—Te-tengo otra clase todavía —tartamudee por el juego de besos que me impedían hablar.

—No, no te irás. No antes de que te otro par de besos.

—Hoy tienes una sesión de fotos, Jin

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—Hoy tienes una sesión de fotos, Jin. —informó In Jae, a lo que rápidamente masajee mi cien.

—Lo había olvidado —exhale levemente —¿Estarán ahí? —pregunté, manteniendo la vista fijada hacía afuera.

—Sí, ambos —Habían pasado casi cuatro días desde que había visto a mis padres y me causaba un gran alivió, estar fuera de casa, ya que no tenía tantos compromisos como cuando ellos estaban en casa o en la empresa.

—Deberías intentar hacer las pases con ellos Jin. —aconsejó In Jae.

Algo que no pude imaginar reflejado en la realidad pues aunque quisiera intentar hacer las pases con mamá y papá, me era imposible hacerlo, ya que la rutina los tenía tan atrapados en sus quehaceres que escasamente se centraban en lo que yo quería en realidad.

—Lo pensaré...

—¿No les piensas contar de tu noviazgo? —Tocando un punto débil en mi pecho, lo miré.

—No lo sé... —Lentamente comencé a juguetear con mis manos. —¿Cómo crees que mis padres reaccionen? ¿Cres que acepten mi relación?

El miedo me invadía a niveles impresionantes. No me sentía para nada preparado para decirles acerca de mi relación con YoonGi quien además de todo era mi profesor...

Serendipia ꒱ Yoonjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora